Cuarentena

1.4K 169 3
                                    

Sentía que el pene podría explotarle en cualquier momento, sus bolas pesaban, eso era una jodida mala señal. Fue solo por un instante en el que Izuku se inclinó regalándole una imagen perfecta del par de cosas que su embarazo hizo crecer, se le antojaban tan deliciosas, solo quería meterselas en la boca y escuchar los bonitos gemidos de Izuku, pero tenía que contenerse.

Escuchó a su cachorra llorar, Izuku dejó la ropa que había estado acomodando y casi salió corriendo de la habitación. Con él lejos Katsuki se tomó un momento para respirar, necesitaba una ducha con agua helada y alguna forma de sacar de su cabeza pensamientos obscenos de su esposo.

—Ya se durmió… —murmuró Izuku cuando volvió a la habitación.

Katsuki forzó una sonrisa y quiso mirar a su omega, encontrar el temple para no lanzarse sobre él como un animal salvaje, pero tratándose de su Deku era malditamente imposible.

Lo vió por un instante, eso fue suficiente para que perdiera todo rastro de cordura.

—Cada vez que llora pasa esto…, lo odio, es muy incómodo —se quejó Izuku.

Estaba tan concentrado en despegar de su pecho su camiseta empapada de leche, que no alcanzó a huir de su alfa, quien lo tumbó sobre la cama en un solo movimiento. Lo escuchó gruñir, vió sus ojos nublados por la lujuria.

—N-no, espera, Kacchan.

Su alfa levantó la camiseta empapada dejando a la vista dos pechos que habían crecido lo suficiente para llenar la gran mano de Katsuki.

—¡Kacchan! —gritó avergonzado cuando sintió la fuerza alfa estrujar su seno izquierdo—. Para… Kacchan…

Sintió un beso en su cuello, peligrosamente cerca de su marca de unión. Luego una lengua caliente y viscosa delinear su pezón derecho. Su alfa metió uno de sus pechos a su boca y succionó, Izuku pudo sentir la leche brotando de su interior, eso lo avergonzó hasta la médula, pero Kacchan siguió bebiendo de él a pesar de sus espasmos. Sus gemidos comenzaron bajo, aún intentaba luchar, pero las caricias sobre su seno libre, el olor de su alfa, su calor, y la enorme erección que se restregaba contra su pelvis lo calentaron demasiado como para contenerse.

Se resistió a ello, pero terminó disfrutando cada movimiento de su alfa, cada caricia y cada suave recorrido de una lengua experta.

Katsuki le dió la vuelta lentamente, manteniendo las caricias sobre las dos deliciosas tetas de su omega. Con una mano continuó su labor, usó la otra para bajar los pantalones y la ropa interior de Izuku.

Deslizó su pene entre sus piernas, ambos jadearon al sentirse de esa forma luego de tanto tiempo.

Katsuki estaba restregando su erección en el coño de su omega, solo estaba lubricándolo lo suficiente para metérselo y dejarlo preñado de nuevo si era posible.

—N-no… por favor… —jadeó Izuku.

El alfa le dió la vuelta lentamente. Izuku había dejado una enorme mancha sobre las sábanas, la leche escurría de sus pechos sobre su torso desnudo, eso y su rostro sonrojado lo hicieron lucir como una preciosa obra de arte, una muy obscena, de esas que escondería en un sótano para no ir a prisión.

—Todavía duele… —sollozó.

Katsuki gruñó al comprender. Se inclinó sobre él y aprisionó sus manos contra las sábanas. El olor del alfa hizo que por un momento Izuku tuviese miedo de que su petición no fuese escuchada.

—Joder… me voy a volver loco —gruñó el alfa.

—Son solo dos semanas más, Kacchan…

—Dos semanas… No sé si pueda soportar otras dos semanas.

Katsuki no bromeaba, estaba mordiendo su labio inferior con fuerza con tal de atarse a su lado racional y no a su lado feral.

Los médicos dijeron que debían permanecer sin relaciones sexuales por al menos seis semanas después del parto, de esa forma Izuku podría recuperarse, pero seis semanas estaba siendo una tortura para ambos.

Katsuki sintió a Izuku moverse, pero él apartó la mirada y se quedó quieto, quizás si Deku salía de la habitación se bajarían sus ansias.

Su omega lo llamó, Katsuki abrió los ojos. Lo encontró debajo de él, de cara a la cama, abriendo su trasero con ambas manos.

—Sé gentil…

El alfa gruñó de nuevo, su omega lo deseaba tanto como él y estaba dispuesto a intentar algo nuevo con tal de sentirse de esa forma íntima.

Se inclinó sobre Izuku para dejar un beso en su mejilla, ese fue el último gesto tierno que el omega tuvo esa noche. Descubrieron entonces que había más de una forma de desobedecer las instrucciones de su médico.

KatsuDeku [One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora