Por un latte | parte VI

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El tiempo había pasado volando, los meses se fueron en un suspiro, uno salido de un precioso sueño. Por las mañanas Izuku esperaba a Katsuki con un desayuno delicioso, luego iban juntos al trabajo. Por las tardes Bakugo solía invitar la cena en algún restaurante, aunque un par de veces se escaparon temprano para cocinar ambos la cena en casa del omega. Todo iba de maravilla, hasta esa semana.

Izuku estaba más nervioso y agitado de lo usual, iba y venía corriendo entre los pasillos. Había dejado a Mahoro en su cuna dentro de la oficina de Kacchan, mientras corría por todo el edificio entregando contratos y documentos. Estaba por sentarse por primera vez en el día cuando Kirishima volteó a mirarlo sintiéndose completamente avergonzado.

—Midoriya…. olvidaste llevar esto —murmuró apenado, mostrando en alto una pila de papeles grapados.

Izuku lo miró de una forma que casi le rompe el corazón a Eijiro, pero se acercó y tomó los documentos para llevarlos al noveno piso.

—¿Está bien?, creo que está un poco distraído hoy… —dijo Kirishima cuando Izuku salió de la oficina.

—Definitivamente no está bien, Enji no le quita los ojos de encima para presionarlo. Su celo está cerca de nuevo, además Mahoro ha crecido bastante y es más inquieta, todo lo tiene muy estresado —respondió Katsuki a su lado, pues estaba sacando algunas copias.

—¿Con que su celo, eh? —preguntó Kirishima con tono pícaro— ¿Y lo vas a pasar con él?, ¿van a formalizarlo de una vez?

Katsuki le dió a su tonto amigo una mirada de advertencia, luego notó que todos en la oficina estaban prestando demasiada atención a su conversación “privada”.

—¡Eso no es de tu puta incumbencia! ¡Ni de ustedes!, ¡vuelvan a trabajar o acompañarán a Mineta en el desempleo!

Con su grito que hizo retumbar los cristales todos volvieron su vista a las computadoras. Les dió una última mirada de advertencia y fue hasta su oficina, pues sabía de sobra que no podía dejar a esa pequeña niña demonio mucho tiempo sola.

—Parece que Midoriya no es el único que está estresado… —murmuró Kirishima.

[...]

Aquel viernes de fin de mes, incluso antes que el reloj marcara las siete en punto la oficina quedó casi completamente vacía.

Solo un lugar de trabajo aún estaba en operaciones, la computadora del jefe Bakugo seguía encendida, y el alfa continuaba tecleando sin apartar por un instante la mirada de la pantalla.

Por un momento se alejó para estirarse un poco, llevaba mucho tiempo en la misma posición. Al apartarse de la pantalla fue que encontró una escena inusual. Izuku estaba en la silla frente a la suya, del otro lado de su escritorio, tenía a Mahoro entre sus brazos. Parecían bastante cómodos durmiendo en esa silla, pero no podía dejarlos ahí.

Se estiró un poco para mecer a Izuku hasta que consiguió despertarlo.

—Toma tus cosas, llamaré un taxi.

—¿Aún te falta mucho para irte? —preguntó Izuku desperezándose.

—Quizás un par de horas… —respondió buscando un número en su teléfono.

—Puedo esperar…

—No, no deberías. Tu celo está cerca y necesitas descansar, así que vete.

—Kacchan —llamó Izuku, para que lo mirara a los ojos—. Quiero esperarte porque… Olvidé las llaves de repuesto que iba a darte…

—¿Llaves…?, ¿de tu casa? —preguntó sin comprender del todo.

Izuku desvió la mirada, incapaz de retractarse por lo que estaba a punto de pedirle a su jefe.

KatsuDeku [One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora