La traición

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El clamor de la música inundaba la amplia estancia, las luces iluminaban de manera sobria las mesas de cristal apostadas en cada esquina, mientras los invitados bailaban al compás de la orquesta.

Estaba en medio de la pista, caminando entre los invitados con su mirada fija en su objetivo de la noche. La música comenzó con un ritmo violento, al tiempo que él tomaba la mano de su acompañante y lo atraía a su cuerpo, sujetando con descaro su cintura.

—Te ves espectacular esta noche —cantó en un tono seductor.

Mientras los ojos verdes de su presa pasaban del enojo a la sorpresa, él se perdía en acariciar su cintura por sobre  la suave tela de su vestido rojo.

—¿Cuándo volviste? —preguntó el dulce omega aceptando las caricias y la cercanía.

—Llegué está mañana. Cómo regalo de bienvenida ¿me concederías está pieza de baile?

—Después de dos años de no verte será un placer, Katsuki.

El alfa sonrió complacido y apretó a su acompañante contra su cuerpo, con cada vuelta aprovechaba para mantenerlo más y más cerca, con caricias descaradas y suspiros contra su piel de terciopelo.

En algún punto Katsuki se aferró a él dejando besos suaves en su cuello desnudo.

—No podemos hacer esto… Katsuki —jadeó el omega—. Ahora estoy comprometido…

—No te resistas conejito, sabes bien que tú cuerpo me necesita…

[…]

Deslizó los tirantes del vestido con sensual lentitud, aprovechando para disfrutar de la suavidad y los espasmos de placer que provocaba en su omega. Bajó sus manos ásperas delineando la silueta de Izuku, las llevó a su trasero apretado contra el vestido y subió de nuevo, buscando los broches de la prenda.

Izuku estaba distraído con los besos sobre su cuello y las ocasionales mordidas en sus labios. Un escalofrío lo recorrió cuando su vestido cayó al suelo y quedó desnudo en medio de la habitación.

—Tenemos que detener esto, Katsuki —suplicó Izuku escondiéndose en sus manos.

El nombrado lo sujetó con fuerza y lo empujó contra la cama. Katsuki se aprovechó de la vulnerabilidad del omega, de un tirón le arrancó el único rastro de tela que lo cubría, su bonita ropa interior quedó hecha jirones en algún lugar de la habitación.

—Quita ese nombre de tus labios, Izuku —ordenó el alfa—, para ti soy Kacchan, recuérdalo.

—No… no podemos…

El más alto aprisionó sus manos contra las sábanas carmesí, ese simple acto de poder alfa puso a temblar al omega. Katsuki era brusco y salvaje; aunque Izuku intentara luchar, ya había perdido, todo por ese escalofrío de emoción que recorrió su cuerpo.

Un beso suave derribó sus barreras, pero la brutalidad de las embestidas de Katsuki arruinó su mente racional. Ni siquiera se dió cuenta del momento en que terminó boca abajo sobre la cama, aferrándose a las sábanas con las uñas, pidiendo a gritos que “Kacchan” lo marcará.

Cuando todo terminó, cuando el clamor de la música se convirtió en una melodía tenue, el cuerpo de Izuku cayó rendido sobre la cama. Respiraba agitado, hasta que un beso suave sobre sus labios fue su incentivo para dormir.

Katsuki bajó de la cama, cubriendo a Izuku con las sábanas. Estaba apenas envuelto con una toalla sobre su cintura, un cigarrillo encendido completaba su apariencia del seductor alfa rompecorazones.

Se atrevió a mirar por el ventanal de su habitación, hacia el jardín donde Eijiro, su mejor amigo, y ahora prometido de Izuku, se había quedado dormido en una de las sillas cercanas a la piscina. Inevitablemente una sonrisa arrogante se formó en su rostro, solo por saber que detrás de él Izuku dormía desnudo y exhausto.

—Lo siento amigo —habló a la nada, tan solo mirando a Eijiro—. Pero tendrá que ganar el mejor. Entre el noviecito patético que le dió su primer beso luego de un año de noviazgo, a mí, que lo hice mío desde la primera noche, ¿a quién elegirá al final?

KatsuDeku [One-Shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora