5. Karina.

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Observo atónita, a Iván alejarse, volteo a mirar a Héctor con la cara llena de incredulidad, él se encuentra igual que yo.

-Sí que es un imbécil-. Me dice Héctor algo molesto.

-Se fue sin hacerme una sola pregunta, ¿Qué diablos le pasa? -. Tomo mi bolso y mi abrigo, Héctor se levanta, me quita el abrigo de las manos y me ayuda a ponérmelo.

-No dejes que te afecte- termina de ponerme el abrigo y me voltea para que lo vea de frente- ¿Ya te dije lo hermosa que te vez esta noche?

Siento como mis mejillas se calientan y le dedico una tímida sonrisa.

-Vámonos-. Le doy un codazo juguetón, para apartarlo de mí.

Salimos del restaurante y esperamos a que traigan el auto de Héctor. Antes de subir al coche, mi mirada se desvía hacia la acera de enfrente, alcanzo a ver a Iván acompañado por nada más y nada menos que el IDIOTA 1. Iván sube a su auto sin darse cuenta de que lo observo, caso contrario de su gorila, él si se da cuenta y me sostiene la mirada por un par de segundos antes de subir al auto.

Pongo los ojos en blanco y subo al auto, me abrocho el cinturón de seguridad, Héctor sube del lado del chófer y acto seguido pone el auto en marcha.

- ¿Ya decidiste que haremos? -. Frunzo el ceño, confundida.

- ¿Disculpa?

Héctor aparta los ojos del camino por un momento.

- ¿Que si ya decidiste qué haremos? ¿Vamos a Londres o no?

-Yo no voy a tomar ninguna decisión por ti.

-Claro que sí, si tú quieres ir a Londres yo iré contigo y si no, pues estoy listo para firmar de nuevo con Nancy, a donde tú vayas yo iré-. Sonríe mirando la carretera.

Mi cerebro se atrofia al escuchar la naturalidad con la que pronuncia esas palabras ¿En serio está poniendo su futuro en mis manos?

Continuamos el resto del trayecto sumidos en nuestros pensamientos, la radio suena llenado el silencio. Imágenes de Iván llegan a mi mente, al verlo sentado en aquella mesa; con ese traje gris oscuro que llevaba puesto y su cabello negro peinado de esa forma que lo hacía ver tan endiabladamente sexy, su fina barba y sus labios carnosos hicieron que mi corazón comenzara a latir desenfrenadamente.

El efecto duró poco, pues la decepción y la incredulidad se apoderaron de mí al ver la forma en la que se comportaba, totalmente diferente a cuando hable con él en mi camerino.

"Recuerda lo que dijo Pamela, no te dejes engañar"

La voz en mi interior me regaña.

Al llegar a mi casa Héctor aparca el carro, se baja y se apresura a abrirme la puerta.

-Servida señorita-. Finge su voz y hace una reverencia, las risas brotan de mí.

-Ya basta-. Le digo dándole un leve manotazo al bajar del auto.

Héctor se queda parado mirándome y noto el nerviosismo en su cara, antes de cerrar la puerta se acerca y de la guantera saca una pequeña caja, voltea a verme y pasa su mano por sus rizos, algo inseguro.

-Escucha yo... tengo un obsequio para ti.

-Héctor...

-Ya sé que me dijiste, que no estás lista para una nueva relación, después de tu último fracaso sentimental- me interrumpe abruptamente, sí, fracaso suena bien, no necesita saber los detalles-. Pero en cuanto lo vi, no pude evitar las ganas de comprártelo... no trato de presionarte, yo te dije que seré paciente, sólo permíteme darte este regalo.

El efecto rusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora