Capítulo extra.

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DIMITRI

Caigo al suelo por la explosión, debido a su magnitud sé que debió de haber sido una granada.

La mano de Karina me toma por el brazo y me ayuda a parar, veo el granero con dolor, un frío me recorre la piel, siento que el aire me abandona, lo peor cruza por mi mente, no puedo dejar que pase, no debo perder la esperanza, lo conozco lo suficiente como para asegurar que logró salir a tiempo, sé que sí.

Los gritos de Karina me regresan a la realidad, el dolor en su rostro hace que mi esperanza tambalee, trago duro tratando de recobrar la compostura y mantener fría la mente.

Sé que Iván logró salir, lo sé.

-Vamos.

Noto que no me escucha, el dolor que siente la ensordece, sus pies están clavados en la tierra, es probable que dentro de poco entre en shock.

La cargo en mis brazos y camino lo más rápido que puedo hasta llegar a donde está la ambulancia. Veo a uno de mis hombres y le ordeno que se la lleve al hospital.

-Infórmale a su compañero de piso-. Le digo con la seguridad de que Héctor no la dejará sola.

La ambulancia se lleva a Karina, todo es un caos, hay partes del granero esparcidas por todos lados, el humo y el fuego se alzan imparables, los bomberos han llegado y rápidamente ponen manos a la obra.

Camino de un lado para otro con desesperación, en busca de algún movimiento entre las llamas, algo que me indique que Iván está con vida al tiempo que alejo los malos pensamientos, esos que se encargan de acabar con la esperanza al instante.

Sé que él salió, lo sé.

Comienzo a caminar por el costado de lo que queda del granero, el lado derecho es el que colinda con el bosque, las llamas alumbran una parte del bosque, busco cualquier huella, cualquier rastro.

Me paro en seco al notar algo oscuro que mancha el suelo, me acerco más y me percato de que es sangre, sigo el rastro con la mirada, una línea de sangre se adentra en el bosque, mi corazón da un vuelco, la esperanza se anima.

Busco con la mirada a alguno de nuestros hombres la mayoría ayudan a sofocar las llamas del incendio.

- ¡JACK, BOB! - les grito con fuerza a los primeros que veo, ellos voltean a verme-, ¡TRAIGAN UNAS LINTERNAS, ENCONTRÉ UN RASTRO!

Ellos no dudan en obedecer, no tardan en llegar hasta donde estoy parado cada uno porta una linterna y Jack me extiende otra.

Les muestro el rastro que encontré y nos internamos en el bosque, los tres apuntamos con nuestras pistolas a la oscuridad, apresuro el paso, el rastro me hace pensar que alguien fue arrastrado por aquí.

Siento el corazón en la garganta y mi respiración está agitada, el silencio de la noche es levemente interrumpido por el sonido de los animales nocturnos y las hojas y hierba seca que cruje a nuestro paso.

A lo lejos escucho una voz, camino en su dirección, es la misma que marca la sangre, hecho a correr, esquivo árboles y ramas, Jack y Bob me siguen el paso.

Llegamos hasta un claro, la luna ilumina la superficie, a lo lejos noto dos siluetas tiradas en el césped, corro hasta donde están, un alivio indescriptible me inunda al ver que se trata de Iván, está tratando de dar RCP.

Me acerco más, mi cabeza comienza a dar vueltas al ver que se trata de Lev, esta pálido y su camisa tiene una gran mancha roja, él hombre temible y cruel que conocí en mi pasado a quedado reducido a nada, miro a Iván está fuera de sí.

El efecto rusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora