Epílogo.

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10 AÑOS DESPUÉS 

El palco de la zona VIP, está un poco más lleno de lo esperado, por lo que Iván me dijo, es el Gran Premio más esperado del mundo, al parecer un novato logró colocarse en segundo lugar, y todos temen por el campeón invicto de cuatro premios consecutivos.

En lo personal no me agradan las carreras de autos, demasiadas vueltas y sólo importa la última vuelta, además el olor a caucho quemado no es de mis favoritos.

-Kenia, cielo, no te alejes-. Le dice Iván a nuestra hija.

- ¡Papá, mírame, papá, el mundo da vueltas! -. Su risa cantarina me hace sonreír.

Mi hija de seis años va dando vueltas, su cabello negro ondulado y largo se mueve con el aire, de un tiempo para acá ha mostrado cierto interés por el ballet.

Tal vez es mi culpa, ya que ella y su hermano se quedan conmigo mientras imparto las clases en la pequeña academia que decidí abrir, no es de danza profesional comparada con la de Iván, pero me permite seguir disfrutando del ballet, y gozo al enseñar lo que más amo.

Iván se acerca a ella y la toma en sus brazos.

-Ven cielo, siéntate conmigo y con mamá.

-Mami- Ian llama mi atención jalando la manga de mi chamarra, su cabello castaño y lacio siempre está en desorden-, ¿A qué hora salen los carros?

-Ya no tardan amor.

Sentamos a los mellizos entre Iván y yo, Iván pasa su mano por el respaldo de las sillas y comienza a jugar con mi cabello, lo miro de soslayo y le dedico una sonrisa.

-Luces hermosa-. Su halago hace que me sonroje.

-Yo también soy hermosa, ¿Verdad papá? -. Inquiere Kenia al escuchar a Iván, él comienza a reír.

-Claro que sí, eres la niña más hermosa del mundo.

Le dice mientras le hace cosquillas, Kenia se desternilla de risa.

-Y tú- ahora es a Ian a quien le hace cosquillas-, eres el hombrecito más guapo que puede existir.

Ian no para de reír. Él al contrario de Kenia no le gusta el ballet, ha demostrado que su interés es la música, de momento, el violín es su instrumento favorito.

Yo disfruto viendo la escena. El ver a Iván divertirse y jugar con sus hijos me llena el corazón de alegría, es un padre muy amoroso y protector.

- ¡TIO DIMITRI! -. Grita Kenia y se levanta de su lugar para correr en dirección a Dimitri, quien la espera para levantarla en brazos, Ian corre tras su hermana y Dimitri también lo carga.

Él y Tiana se acercan a nosotros, baja a los niños y saluda a Iván con un abrazo, aún recuerdo cuando estos dos eran fríos y no demostraban sus sentimientos, esos tiempos han quedado atrás.

Iván y Dimitri, se van a la barra por un trago, yo ayudo a Tiana a sentarse, su vientre ha crecido demasiado.

- ¡Dios, ya no puedo esperar la hora en que nazca! -. Se queja de manera exagerada.

Suelto unas risas.

-No debiste haber venido, tienes que reposar-. Le reprocho aun sabiendo que no tiene caso, esta mujer es imparable.

-No, ¿Y quedarme todo el día en cama? Estoy embarazada, querida, no enferma.

-Dimitri dijo que las contracciones empezaron ayer-. Le recuerdo, tratando de hacerla entrar en razón.

-Con mayor razón no pienso quedarme en cama, necesito estar distraída para que mi mente no se enfoque en el dolor.

Meneo la cabeza negativamente, no hay forma de que entre en razón.

Un mesero deja en la mesa de centro una copa de champán para mí y un vaso de limonada para Tiana.

-Se los envían aquellos caballeros-. Dice el mesero señalando la barra.

Iván y Dimitri han adoptado una posición de galanes, ambos alzan una ceja y nos lanzan miradas inquisidoras, yo suelto unas risas.

-Que amables- le dice Tiana al mesero, fingiendo amabilidad-, agradézcales de nuestra parte y dígales- alza el tono de su voz deliberadamente- ¡QUE NO SE LES OCURRA BEBER DEMASIADO O SE ENFRENTARÁN A LA FURIA DE UNA MUJER EXTREMADAMENTE EMBARAZADA!

El mesero se aleja de nosotras algo avergonzado, vuelvo a reír.

Volteo a ver a mis hijos, están parados de puntitas y miran sobre el pasamanos del palco Kenia señala algo e Ian mira en esa dirección.

De pronto Iván y Dimitri se acercan a donde están los niños, Iván carga a Kenia sobre sus hombros y Dimitri a Ian.

Miro a mis hijos, ella es el huracán que arrasa con todo a su paso y él es la suave brisa que sopla el viento, tan diferentes e iguales a la vez. Suelto un suspiro involuntario, sintiéndome la mujer más dichosa del mundo.

La carrera comienza y la emoción en las gradas y en el palco cambia, las personas comienzan a animarse cada vez más, Iván y Dimitri miran la carrera con entusiasmo, los niños siguen en sus hombros y miran asombrados los autos correr a toda velocidad.

...

Falta poco para la última vuelta, Tiana me pide que la ayude a ponerse de pie, me paro frente a ella y estiro mis manos, ella las toma con demasiada fuerza.

-De acuerdo, a la cuenta de tres. Uno. Dos. Tres.

La jalo y ella se levanta con algo de dificultad, al hacerlo siento como un líquido caliente moja mis pies, abro los ojos por completo, Tiana me mira con miedo.

-Se te rompió la fuente-. Le digo casi en un susurro, ella no reacciona.

-Chicos- trago duro para deshacer el nudo que se forma en mi garganta debido a los nervios- ¡Oigan, ya se le rompió la fuente!

Dimitri e Iván voltean al mismo tiempo, bajan a los niños y noto como Dimitri palidece un poco, un estruendo se escucha en la pista y la multitud grita.

- ¡Vamos, tenemos que llevarla al hospital! -. Les digo dando unas palmadas al ver que no reaccionan.

-Es verdad, vamos, los llevo en la camioneta, niños agarren a mamá fuerte de la mano y no la suelten, tenemos que caminar rápido-. Les dice Iván y camina hacia nosotras.

Cojo a Ian y a Kenia de la mano, Iván ayuda a Tiana a caminar y Dimitri, bueno, Dimitri trata de no desmayarse.

- ¡Venga Dimitri, si te desmayas te dejamos aquí tirado! -. Le dice Iván por encima del hombro.

Logramos llegar a la camioneta, Ian y Kenia no caben de lo emocionados que están porque al fin conocerán al nuevo bebé. Iván pone la camioneta en marcha y salimos del estacionamiento con rumbo al hospital.

Listos para recibir una nueva vida.

Un nuevo comienzo.

El efecto rusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora