20. Iván.

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Sumerjo mi cuerpo completamente en la bañera, es demasiado grande, así que el espacio no me preocupa, los ojos los tengo cerrados.

La imagen del láser apuntando al pecho de Karina, me atormenta, jamás me imagine que pudiera llegar a sentir ese miedo, esa sensación de perderla y todo por culpa mía, me carcome, ya no puedo dar marcha atrás, por más que quiera alejarme de ella, para mantenerla a salvo, no puedo.

"Afrontaremos lo que venga"

Sus palabras resuenan en mi cabeza.

Recuerdo la excusa que le inventé, y aunque sólo una pequeña parte es verdad, porque, sí, es verdad que Lev sólo vino a joderme, lo demás es una vil mentira, pero no podía decirle la verdad, sé que ella no estaría de acuerdo si le cuento cuál es mi segundo trabajo, y aunque me esforcé demasiado en tratar de mantenerme alejado de ella, ahora sé con certeza, que no soy capaz.

No salgo hasta que no puedo aguantar más la respiración, no sé cuánto tiempo ha pasado desde que deje a Karina sola para que hablara por teléfono, reprimo las ansias de salir de la bañera, y traerla a rastras.

Soy consciente de que estoy experimentando sensaciones nuevas, nunca me ha interesado tener una relación con alguien, y ahora, mis sentimientos fuera de control no me ayudan en nada.

Trato de que el agua caliente me relaje, la espuma baila delicadamente en la superficie, y mi mente comienza a trabajar en las siguientes medidas que debo tomar, a casusa de lo que sucedió esta noche.

Le doy vueltas a algo que dijo Juwoon, y que no termina de encajar, y es en cómo diablos supo que Karina significaba una debilidad para mí.

Sólo dos personas saben mis pasos, lo que hago y en donde estoy, y sólo uno de ellos dos se ha percatado que he empezado a sentir algo por ella, aunque lo niego cada vez que trata de tocar el tema, sé que no lo engaño, me conoce como la palma de su mano.

La puerta del baño se abre, logrando sacarme de mis pensamientos, Karina entra, lleva puesta mi camisa, la miro de la cabeza a los pies, le sienta tan bien, que considero seriamente en obsequiársela.

Noto que sus ojos están rojos, de inmediato sé, que ha estado llorando. Se acerca y me dedica una tímida sonrisa, se deshace de mi camisa, dejándola tirada en el suelo, se mete a la bañera y se acomoda entre mis piernas.

- ¿Va todo bien? -. Le pregunto mientras la abrazo por la cintura y le deposito un beso en la nuca.

-Si-. Dice débilmente.

Tenso la mandíbula y aprieto los puños.

- ¿Qué te dijo ese imbécil? -. Mi voz suena áspera, siento como la sien comienza a palpitarme.

-Nada... es sólo que... ha sido difícil-. La voz se le corta.

Reprimo el impulso que me nace, de levantarme he ir a buscar a ese idiota y molerlo a golpes, por hacerla llorar, pero, ahora no es el momento, después abra oportunidad.

Karina se mueve cuidadosamente hasta ponerse de lado, adoptando una posición fetal, es como si quisiera que la protegiera, y claro que lo haré.

La envuelvo entre mis brazos, siento como nuestros cuerpos se acomodan, encajando a la perfección, el uno con el otro.

El silencio nos invade, siento como su cuerpo se mueve delicadamente debido a su respiración, su dedo índice comienza a dar vueltas alrededor de mi cicatriz que tengo cerca el hombro.

La piel se me eriza, trato de no moverme, espero con paciencia la pregunta, pero nunca llega y por una parte me siento aliviado, pero por otra quiero decirle, jamás he sido bueno expresando lo que siento y no sé cómo empezar.

El efecto rusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora