El dolor sigue acechando mi vida a cada segundo, he tratado de seguir adelante, y, aunque ya a pasado año y medio desde ese día, aún siento como si hubiera sucedido apenas ayer.
Creí que lo sucedido aparecería en las noticias, pero cuando las vi, no decía nada, ni siquiera mencionaron a Iván, atribuyeron a que el incendio probablemente fue causado por adolescentes.
Era más que obvio que trataban de encubrir lo que en verdad pasó, quizá Dimitri fue quien se encargó de eso. Después de eso no veía la hora de salir de Londres.
Me puse en contacto con Fred McKenzie, el cazatalentos del "Cirque Des Marveilles", le dije que aceptaba formar parte del circo, sin siquiera importarme si tenía que ver con el ballet o no.
Lo único que quería era alejarme lo más que pudiera de Londres, todo me recordaba a él. También me puse en contacto con el bufete de abogados que Iván mencionó, el abogado que me atendió no se esforzó por ocultar su consternación, pues no tenía más de un par de semanas que Iván hizo los cambios en sus papeles, "Seguramente algo presentía" fueron sus palabras del abogado.
Para ser sincera con todo lo que Iván me dejó, bien podría no trabajar, compra una pequeña casa frente al mar, llenarla de plantas y gatos, y por las noches vestir un vestido de novia y caminar a la orilla del mar, a la luz de la luna y así poder recordar sus ojos, y poco a poco dejarme llevar por la locura y el dolor, sin importarme nada más.
De alguna manera me alegra sentir este dolor, es el único recordatorio de que él fue real, de que todo lo que sucedió lo fue. Pero cada vez que pienso en dejarme caer, recuerdo su carta, recuerdo la vida que él pintó para mí, y hago un esfuerzo por levantarme a diario de la cama, poner mi mejor sonrisa y salir al mundo.
Los primeros meses fueron difíciles, me costó adaptarme a la vida del circo, a las funciones, a movernos constantemente de lugar, me costó adaptarme a la vida nómada, a los diferentes entornos y culturas.
Aún recuerdo mi primera función, esa noche volví a ver a Iván, estaba sentado entre el público, me miraba con una sonrisa radiante en su rostro, esa noche bailé para él, a partir de ahí, empecé a verlo más seguido.
Por un tiempo creí que me estaba volviendo loca, después comprendí que sólo era la parte de él que vivía en mí, la que mi corazón se negaba a dejar ir, me acostumbré a verlo por un instante y al siguiente evaporarse.
Las primeras veces intenté tocarlo, pero mi mano simplemente lo atravesaba, ahora sólo camino hacia él y hago que mi cuerpo lo atraviese por completo, talvez esté loca, pero al hacer eso, puedo sentir su calor y percibir su aroma.
Es como si él sintiera que lo necesito, pues sólo aparece en los momentos en que más me siento caer, que ya no puedo más y estoy a punto de rendirme.
Héctor, los gemelos y yo seguimos en contacto muy a menudo, los días que charlo con ellos por teléfono, hacen que sienta un poco de calor en mi interior, mientras platico con ellos, me olvido de todo y me permito sonreír.
No he ido a visitar a mi familia, no les he dicho nada, cuando hablo con ellos finjo la felicidad, sólo saben que trabajo en el "Cirque Des Marveilles" y las veces que me han preguntado por Iván, les cambio la conversación.
Sé que ellos sospechan algo, no son tontos, pero han sabido respetar mi decisión, no me siento lista para verlos en persona, no quiero que vean lo rota que estoy, y sé que es estúpido de mi parte, sé que ellos me apoyarían incondicionalmente, pero siento que esta es una batalla que debo librar yo sola.
En cuanto al circo, bueno, todos los actores del circo me recibieron con los brazos abiertos, son una enorme familia, entre todos se apoyan y se cuidan los unos a los otros, en todo este año y medio he visitado varios lugares.
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El efecto ruso
RandomKarina Báez está lista para volver a los escenarios, bailar ballet y brillar tan alto como una estrella. Su pasado no la detendrá y su presente está apunto de cambiar con la llegada del famoso cazatalentos Iván Volkov. Él a puesto la mirada en ella...