36. Karina

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Despierto atada a una silla, trato de hacer que mi mente se concentre en lo que está pasando, por unos segundos mi vista es borrosa, parpadeo seguido.

Pongo mi atención hacia el frente, Sergei está sentado frente a mí, miro a mi alrededor, sólo somos él y yo en un cuarto sucio y lleno de humedad. El foco del techo no alumbra mucho, las paredes están llenas de moho y casi no hay ventilación, el olor a tierra mojada inunda mis fosas nasales, eso me hace dudar de que estemos en la ciudad.

-Buenos días, bella durmiente-. Hace que su voz suene amable.

Puedo notar que ahora es otro Sergei al que yo conocí. El Sergei que conocí siempre estaba bien peinado y usaba trajeas oscuros, lucía una presentación impecable, muy diferente a la persona que tengo frente a mí.

Ahora lleva el cabello más largo y no se preocupa en peinarlo, eso no logra quitarle lo atractivo que es, pero, aun así, algo en su mirada me hace creer que este Sergei es peligroso.

Siento la boca seca, trato de pasar saliva para poder hablar.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Cómo es que estás vivo? Escuche decir a Iván que estabas muerto-. Trato de no entrar en pánico.

Él sonríe ampliamente.

-Sí, bueno, no tengo por qué darte explicaciones, si me disculpas tengo una llamada que hacer.

-Me has secuestrado y me tienes aquí atada a una silla, creo que al menos merezco saber que sucede-. Le digo mientras lo veo acercarse a mí con una cinta adhesiva, no le cuesta trabajo taparme la boca con ella.

Acto seguido lo veo sacar su teléfono, teclea en él y se lo lleva al oído. Vuelve a sentarse en la silla, recarga el tobillo de su pierna derecha sobre su rodilla izquierda, no me quita la mirada de encima.

Una sonrisa escalofriante pinta su rostro.

-Hola, jefe, buenas noticias, no estoy muerto-. Habla jubiloso. Sé que habla con Iván.

Lo que sea que le hayan dicho al otro lado de la línea, hace que Sergei comience a reír. Voltea a verme y se levanta de la silla, se acerca a donde estoy.

- ¿Oíste eso nena? Demasiado tarde, Karina y yo nos hemos estado divirtiendo juntos un buen rato ¿No es así nena?

Se despega el teléfono del oído y lo acerca a mí, intento hacer que me oiga, pero la cinta me lo impide. Retira el teléfono y se lo vuelve a colocar en el oído, algo que le dice Iván, hace que sus ojos se tornen oscuros.

-Vaya, así que ya sabes mi verdadero nombre- ríe bajo, me quedo atónita al escuchar aquello, ¿Cómo que verdadero nombre? -. Tardaste más de lo que esperaba, en fin- su voz cambia drásticamente, se vuelve fría-, agilicemos las cosas y arreglemos esto cara a cara, estamos en Castle Combe en el viejo granero.

Voltea a verme, su mirada hace que la piel se me erice.

-No tardes, no creo que pueda contenerme por mucho tiempo, no queremos que le pase algo a la querida Karina ¿No es así?

Suelta una carcajada, hace que me sobresalte. El miedo comienza a apoderarse de mí.

-Te estamos esperando con ansias-. Cuelga el teléfono, se acerca y me quita la cinta de la boca, hago una mueca de dolor.

-Sergei ¿Qué sucede? Déjame ir-. Le suplico aún sin entender nada.

-Qué más quisiera yo, que dejarte ir, pero, lamentablemente no puedo- finge sentirse apenado, después frunce el ceño y adopta la actitud de alguien que acaba de descubrir algo-, no, espera, si puedo, pero no quiero te necesito aquí, un cazador necesita una carnada.

El efecto rusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora