Mientras bajamos en el ascensor mi desesperación, se convierte en miedo.
Miedo por Karina.
Me golpeo mentalmente la frente, no debí traerla, cometí un estúpido error y uno muy grande, en estos momentos me siento como el hombre más imbécil del mundo por ponerla en riesgo.
No me quedó de otra más que abrir la puerta y dejar entrar a esos bastardos, de otra forma hubieran utilizado sus armas y una bala podría haber impactado contra ella, era algo que tenía que resolver a golpes, sí o sí.
Cuando la vi golpear la cabeza con la lámpara a aquel imbécil, me di cuenta de que no es débil, de que la he subestimado, pero eso no quita el hecho de que la metí en grave riesgo, de que justo ahora corre peligro.
Este problema de Juwoon se me ha salido de las manos, aunque ahora ya está pudriéndose tres metros bajo tierra, debí matarlo esa maldita noche que estuvo en mi oficina, ahora su maldito sucesor me está causando dolor de cabeza.
Este mundo de mierda me asfixia, y tengo que encontrar la forma de cómo acabar con todo esto de una vez por todas, tengo que ir a Rusia, dejé de lado la fuga de productos que hay en el laboratorio, grave error, debí de atender ese problema cuanto antes.
Hay muchas cosas que debí hacer, como, por ejemplo, ser más fuerte y mantenerme alejado de Karina, de haberlo hecho, ahora su vida no correría ningún peligro, pero no lo hice y he aquí las consecuencias.
Hay algo que mencionó Margot y no deja de darme vueltas en la cabeza, el sucesor de Juwoon llegó con máscara, tal y como le hacía Lev, como le hago yo cada vez que tengo que reunirme con alguien de ese mundo, nadie más usa máscara, nadie.
Un mal presentimiento aflora en mi pecho.
Las puertas del ascensor se abren, tomo a Karina de la mano y camino con ella por el lobby, el cual está abarrotado de gente que se dirige al centro de convenciones del hotel, escaneo el terreno, nadie nos pone atención, aprovecho para mezclarnos entre las personas, aprieto el paso para llegar a la salida.
Una vez fuera nos subimos con rapidez a la camioneta, Karina y Margot suben a la parte trasera, escaneo una vez más el terreno para cerciorarme de que todo está en orden, en cuanto subo Dimitri pone la camioneta en marcha.
Su forma de conducir no me molesta, nunca me ha molestado, pero con Karina detrás de mi asiento, sé que no debe de estarla pasando bien.
"Lo siento nena, tenemos prisa"
Dimitri sortea los carros con facilidad, hasta que logra entrar a una calle menos concurrida, jamás hemos utilizado esta calle para llegar al aeropuerto, volteo a verlo con el ceño fruncido, su cara me muestra decisión, me queda claro que sabe lo que hace.
- ¡CUIDADO!
El grito de Karina me toma por sorpresa, Dimitri gira el volante para tratar de esquivar al auto, pero termina por impactarse contra nosotros, Dimitri y Margot reciben todo el impacto.
- ¡Mierda, mi brazo! -. Escucho quejarse a Dimitri.
La puerta del copiloto se abre de golpe, me sacan a la fuerza de la camioneta, no me da tiempo de sacar mi arma.
Dos pares de manos me toman por lo brazos inmovilizándome, reconozco a los sujetos, trabajan para Ken, los dos gorilas que me someten son los que se dedican a cuidar la entrada del club de Ken, el otro que me despoja de mi arma, también se encarga de la seguridad del club, los tres me han visto entrar, pero cuando lo hago, llevo puesta la máscara, no hay posibilidad de que me reconozcan.
El miedo invade mi corazón, mis pensamientos están en Karina, no pude mirar atrás antes de que me sacaran del vehículo, no sé si está bien, la desesperación se apodera de mí.
ESTÁS LEYENDO
El efecto ruso
De TodoKarina Báez está lista para volver a los escenarios, bailar ballet y brillar tan alto como una estrella. Su pasado no la detendrá y su presente está apunto de cambiar con la llegada del famoso cazatalentos Iván Volkov. Él a puesto la mirada en ella...