25 Karina.

239 13 0
                                    

-Despierta cariño-. Una voz melosa llega a mis oídos

Esa voz.

- ¿Dónde estoy? -. Hablo débilmente.

-Volveré dentro de poco, será mejor que estés despierta.

Esa voz se me hace familiar, la oigo lejana, mi cabeza me da vueltas y me siento aturdida, quiero abrir los ojos, pero no puedo, trato de llevar mis manos a la cabeza, pero están fuertemente amarradas, hago un esfuerzo y me concentro más, algo obstruye mis ojos, es una tela.

-Déjame ir-. Hablo con dificultad, siento la boca seca, trato de tragar saliva que no tengo.

Mi nariz capta un aroma, es ese olor desagradable que hueles al pasar por algún lugar abandonado, mi estómago se revuelve ante el olor a putrefacción que inunda mis fosas nasales, algún animal muerto debe de estar cerca.

"Espero que sea un animal"

Pienso con aprensión. Mi corazón late fuerte, golpea mi pecho amenazando con salirse de su lugar.

Mis otros sentidos se agudizan, pequeñas brisas de aire me rozan, escucho que algo se mueve alrededor mío, es como si fuera un tiburón rodeando a su presa, sé que está aquí, puedo sentirlo, sólo fingió irse, lo único que trata es asustarme.

Mi respiración se acelera junto con mi ritmo cardiaco, mi cuerpo sabe que estoy en peligro, puedo sentir correr la sangre por mis venas.

Comienzo a forcejear desesperadamente por librar mis piernas y mis manos, pero es inútil, escucho un ruido más, volteo mi cabeza hacia donde procede el ruido, trato de alguna forma de quitarme la venda que cubre mis ojos, pero no puedo, la desesperación comienza a apoderarse de mí.

"Se valiente, Iván vendrá, estoy segura"

La voz en mi cabeza me infunde valor, y de alguna manera sé que no se equivoca, sé que vendrá, no tengo idea de cómo, pero de alguna u otra forma él me encontrará estoy segura de que así será.

A estas alturas no me interesa de cómo lo haga o que recursos utilice, sólo espero que no sea demasiado tarde.

El silencio se apodera de la habitación, el frío y la humedad del lugar calan mis huesos, no sé cuánto tiempo ha pasado, siento como si fuera una eternidad, los ruidos han parado desde hace rato, pero sé que está aquí, puedo sentir su mirada sobre mí, siento su presencia.

-Sé que estás aquí-. Hablo tratando de impregnar valentía en mi voz.

Su risa inunda el lugar, hace que la piel se me erice, mi mente me lanza viejo recuerdos, yo los rechazo al instante.

-Veo que aún eres capaz de sentirme, preciosa- escucho como se acerca, la suavidad de su voz con la que solía hablarme en un principio ahora sólo es un fantasma; el aliento a tabaco me golpea, hace que la bilis se me suba-, eso es amor puro-. Dice en un tono burlón.

-Vete a la mierda imbécil-. Le digo con todo el odio posible.

De improvisto su mano choca con mi cara, al instante, siento cómo un líquido caliente sale por mi nariz, el sabor a sangre en mi boca hace que se me revuelva el estómago.

-No estás en posición para insultarme, mi amor- habla con fingida ternura-. Si yo estuviera en tu posición, suplicaría piedad.

Siento como su mano recorre mi mejilla derecha de arriba abajo, mi cuerpo siente repulsión al instante.

-Sé que eso te haría feliz, verme suplicar- meneo la cabeza para evitar su contacto-, pero yo no soy cobarde como tú-. Escupo las últimas palabras.

Su puño vuelve a chocar con mi estómago sacándome todo el aire, al instante la cabeza comienza a darme vueltas y me esfuerzo por recuperar el aire perdido.

El efecto rusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora