capítulo 46.

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Hanbin sintió qué su corazón volvía a latir, no dijo ni una sola palabra, simplemente abrazó a Zhanghao con todas sus fuerzas, sabiendo qué sería el último abrazo qué en su jodida vida le daría, rodeó sus brazos a la cintura del pelinegro y escondió su rostro en el hueco de su cuello, ni siquiera tenía el valor de verlo a la cara, ¿Cómo podría hacerlo? Su rostro angelical estaba lastimado por culpa suya.

Zhanghao estaba en shock, no sabía que hacer, en el momento qué Hanbin le abrazó ni siquiera pudo reaccionar, olía demasiado a alcohol y su rostro se veía cansado, sus ojos estaban igual de hinchados qué los suyos, se notaba qué también había estado llorado. Pero, ¿Por qué? ¿Lloraba por él?

—Perdóname, Zhanghao.—habló en un hilo de voz.—He sido un imbécil contigo.

Algo reaccionó dentro de él y le apartó de un empujón, Hanbin estaba tan borracho qué perdió el equilibrio y se cayó en espaldas en el pasto, Zhanghao se asustó por eso y rápidamente le ayudó a ponerse de pie.

—¿Qué haces aquí?—preguntó con enojo.—Estás tan ebrio, debes irte.

—Necesitaba verte.—respondió.—Te extraño tanto.

—Deja de una vez por todas de mentir.—desvío la mirada.—Ya tu juego se ha acabado, ¿entiendes?

—Te necesito Zhanghao.—respondió ignorando lo qué le había dicho.—No puedo estar sin ti, mírame.—se apuntó a si mismo.—No llevo ni un día sin ti y soy un asco.

—Hanbin, ya no te quiero ver.—contestó.—Ya no me sigas buscando, vete a casa.

—Por favor.—le miró sin esperanza.—Quédate conmigo, soy capaz de arrodillarme para qué me perdones.

—Arrodíllate, entonces.—dijo fríamente y Hanbin lo hizo.—Dilo, di qué te perdone.

—Perdóname bebé.—rogó con desesperación.—Eres tan especial, no hay nadie como tú en esta jodida vida, necesitó que estés conmigo.

—Te vez patético, Hanbin.—contestó.—¿Que ganas con seguir fingiendo? ¿No te das cuenta qué tan bajo has caído por seguir con este juego?

—Perdí el juego, Zhanghao.—contestó.—Me enamoré, realmente lo hice. Soy tan cobarde qué no quería aceptarlo, pero lo estoy.—confesó.—Créeme.

—Si eso es verdad, quiero que sepas qué me alegra tanto.—respondió con una sonrisa fingida.—Espero que cuando toques otro cuerpo te acuerdes de mi, que te duela cuando no te diga te amo de la forma en la que yo lo hacía, qué te duela cuando haga un gesto parecido al mío.—desvío la mirada una vez más, sentía qué estaba apunto de llorar de nuevo.—.Ojalá extrañes mis labios y que cuando beses otros te duela, solo espero qué sientas el mismo dolor qué sentí.

Hanbin no dijo nada, se quedó callado ante eso, en los ojos de Zhanghao se notaba el odio qué sentía hacía el, ese chico tierno qué le amaba con todo el corazón parecía nunca volver a aparecer.

—Quiero qué te pudras en tu maldito infierno solo.—le miró con desprecio.—Voy a olvidarme de lo qué alguna vez fuiste para mi, voy hacer feliz sin ti.—le apuntó con el dedo.—Y tú estarás solo, por qué nadie va a soportar tus humillaciones, nadie va amarte de la manera más sincera como lo hice yo.

Las palabras de Zhanghao eran como cuchillos filosos qué iban directo hasta su pecho, tenía tanta razón y lo sabía, él no merecía amor de nadie, era una basura de persona, había destruido los sentimientos más puros de un chico qué tenía todas las ganas de amar.

—¡Lárgate, Hanbin!—alzó la voz, al ver qué este no decía nada.—Vete, no quiero verte más, me das mucha lástima, vienes aquí completamente borracho sin saber qué decir, ¿A qué viniste? ¿A qué viera tu maldito rostro de hipócrita?

—Zhanghao, basta.—contestó.—Debes parar, por favor.

—¡Largo!—le gritó.—¡Vete, fuera de mi casa!—le empujó.—Te odio, te odio tanto, ojalá nunca te hubiese conocido.

—Por favor, Zhanghao.—rogó con lágrimas.—Basta, deja decir esas cosas.

Hanbin no sabía qué le pasaba, no era capaz de decir algo coherente, su orgullo le decía qué lo humillara de la misma forma, pero no podía. Sus palabras le estaban doliendo tanto, en verdad le dolían, como nunca antes alguien le había lastimado, incluso más de lo qué alguna vez le dolió qué su madre le abandonara.

Estaba tan borracho qué no le importaba perder la dignidad, probablemente al día siguiente se arrepentiría de haberlo hecho, pero en esos momentos nada le importaba.

—Voy a cambiar.—dijo.—Voy hacer lo necesario para estar contigo, dejaré de estar con alguien más, vamos a ser novios y voy amarte como tú me amas.—se pasó las manos con desesperación por el cabello.—Por qué sé que tú me amas, no puedes dejar de hacerlo en unas horas.—negó con la cabeza.—Zhanghao eres tan hermoso, eres todo lo qué quiero, lo prometo.

—Ya es muy tarde.—contestó.—Ya no quiero estar contigo, ya no te creo.—trató de sonar lo mas convincente.—Se ha acabado, vete por favor o llamaré a la policía.

En ese momento Matthew estaba llegando y se encontró con aquella escena, la mirada de Zhanghao se encontró con la suya, estaba destruido, podía notar su debilidad, se notaba qué no quería ver más a Hanbin.

—¿Qué carajo haces aquí?—le preguntó con enojo.—Vete, no le hagas más daño.

Hanbin no tuvo de otra qué irse, subió a su motocicleta y se fue a toda velocidad, sentía un vacío qué le desesperaba, con trabajo y podía tragar saliva, el nudo en su garganta era tan grande qué se le dificultaba respirar, sobrepasó los 160 km p/h y no era carretera, habían demasiados carros a su alrededor, varios hicieron sonar su claxon advirtiéndole qué manejara con cuidado, pero Hanbin no les escuchaba. Se pasó un semáforo en rojo y una patrulla lo notó, lo siguiente fue qué le hicieron detener el vehículo y al darse cuenta de su estado de ebriedad lo llevaron a la comisaría. Y debería agradecerle al cielo por aquello, si seguía por las calles terminaría matándose.

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—¿Por qué tuvo qué venir?—preguntó mientras lloraba y Matthew le consolaba.—¿Viste su aspecto? Se veía fatal, ¿No es así?

—Si.—contestó el pelirubio con un gran suspiro.—El terminara muy mal.

—¿Y si se accidenta?—preguntó sintiendo mucha culpa.—¿Y si algo le pasa por haberle dejado que se vaya así?

—No, Zhanghao.—negó con la cabeza.—¿Tu le has obligado a beber? No. Él tiene la culpa de todo lo qué le pase, esperemos qué nada malo le suceda de camino a casa.—agregó.—No te sientas mal por el.

—Tienes razón.—contestó limpiándose las lágrimas.—Que se vaya al infierno.

—Vas a estar bien.—sonrió.—Lo prometo.

—Soy tan egoísta qué ni siquiera te he preguntado cómo estás tú.—se avergonzó.—Lo siento tanto, Matthew.

—Estaremos bien.—aseguró mientras apretaba su manita.—Tenemos qué divertirnos juntos para olvidar a esos imbéciles.

—¿Haciendo qué?—preguntó Zhanghao con los ojitos llenos de esperanza.

—¿Cambió de look?—sugirió con una sonrisa.

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¡gracias por leer!

cherry lollipop ✧ haobinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora