Narrador.
Camila acomodó su abrigo y apagó su cigarrillo antes de subir al transporte público. En su absoluto silencio mental llegó al consultorio y luego de esperar por diez minutos finalmente pasó y se sentó en el infernal sillón de cuerina.
—Buenas tardes, Camila. ¿Cómo has estado?—.
La psicóloga que por cada día tenía un saco distinto se veía más animada, entusiasmada.—Bien, he aprobado mis exámenes así que estoy bien—.
La señora felicitó a su paciente y se acomodó en su asiento.—¿Quieres contarme algo de la semana o hablar de algo en específico?—.
Camila negó con el ceño levemente fruncido y se acomodó sintiendo el sonido de la cuerina.—Mi mamá me preguntaba mucho por Lauren. En ese entonces ella tenía muchas ganas de conocerla, así que tuve que convencerla de ir a mi casa—.
Una pequeña sonrisa se formó en sus labios y miró a su terapeuta con un pequeño brillo en los ojos.
—No puso resistencia alguna. Fueron dos meses de que la conocí cuando finalmente fue a mi casa a cenar—.Flashback
—¿Entonces es un sí? Mi madre me ha dicho que hará pavo con puré de patatas—.
Lauren la miró limpiándose los labios y asintió.—Claro, ¿debo llevar algo?—.
Sus ojos estaban puestos en los de Camila y tenía aquella pequeña sonrisa que jamás se iba plasmada en los labios.—Nada más que tu presencia—.
La ojiverde rodó los ojos y sacó un cigarrillo para luego encenderlo, alejando la mano en donde lo tenía de Camila para que no le llegase el humo.—Entonces estaré allí a las... Siete, ocho, ocho y media... A las nueve estaré allí—.
Respondió luego de contar por lo bajo.
—Dile a tu madre que yo llevo el postre y antes de que me interrumpas, no, no acepto un no por respuesta—.
Aquel día hacía más frío de lo normal a pesar de que la primareva estaba comenzando, una fina capa de nieve cubría la ciudad y el viento estaba helado. Lauren llevaba puesto una chaqueta de jean con cordero dentro y Camila observaba como los ojos verdes parecían volverse más grisáceos por el día.Ambas se encontraban sentadas en la banqueta que estaba fuera de la tienda y que la gente usaba para atar a sus perros, ya que el suelo de la acera estaba muy frío y húmedo para que Camila se sentara allí con su falda del instituto.
—¿Te molesta si me recuesto un segundo en tus piernas?—.
Camila parpadeó saliendo de sus pensamientos y negó acomodándose la falda para que luego la ojiverde apoyara la cabeza en sus muslos y dejara el resto de su cuerpo recostado en la banqueta.
—¿Cómo es tu familia? Me refiero en el sentido de si hay algo de lo que no se puede hablar o preguntar—.
La morena observó como la mayor giraba la ceniza del cigarrillo en una de las maderas de la banqueta de modo que esta quedara perfectamente cónica y se encogió de hombros.—Normal, supongo. Solo son mi madre, mi padre y mi hermana que nunca está en casa... Puede que eso sea algo para no hablar, mi hermana. Ella, ella no está en buenos caminos y mis padres se angustian mucho por ella. Tiene veinticinco y se llama Gemma, no va a casa por días así que dudo que esté allí cuando vayas. Aunque si te soy sincera prefiero que no esté—.
Lauren humedeció sus labios con la lengua y miró los rasgos de la morena, sus ojos y sus expresiones.—Entiendo, yo también soy un tema sensible en mi familia—.
Dijo y luego soltó un suspiro por la nariz en forma de risa, apagó el cigarrillo y miró la hora.
—Mira la hora que es, debo irme. Nos vemos esta noche, Camz—.Camila le dio un beso en la mejilla al cual Lauren respondió en forma de un cálido abrazo y luego se fue casi corriendo en la dirección opuesta a la que la morena emprendía hacia su casa.
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It Hurts
Fiksi PenggemarEntre los molestos ruidos de cuerina del sillón y los clicks del bolígrafo, Camila cuenta la historia del amor que marcó su vida. ●●● Esta historia cuenta con un llamado "anexo" que, si bien no es parte de la historia Camren, da trasfondo a cosas qu...