The hurting: Cap. 21

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Narrador

Camila entró a la consulta y se sentó en el sofá, tratando de no oír el chirrido de la cuerina y saludando a su psicóloga en un tono bajo.

—¿Cómo estás hoy, Camila?—.
La psicóloga abrió su anotador y presionó el botón del bolígrafo para poner la fecha en la punta de la hoja.

—¿Siendo sincera? No lo sé, cada vez me acerco más a la parte que menos me gusta y de solo pensarlo se me cierra la garganta. Me siento muy culpable, porque ahora mismo estoy pensando en lo que estoy por contar y me doy cuenta de todo lo malo que hice, de lo mal que traté a Lauren—.
Su voz se cortó y tuvo que tragar pesado para aguantar el llanto.

—Lo bueno es que puedes reconocer tus acciones pasadas, podemos trabajar sobre eso hoy si es que no quieres contarme algo de Lauren—.
Sugirió la psicóloga tratando de superar la resistencia que su paciente estaba teniendo con sus sentimientos.

—No, yo... Solo deme un segundo—.
Camila respiró un par de veces, lamió sus labios y dejó que su mirada se perdiera en una de las paredes de la habitación.
—Había comenzado a estudiar mucho por los exámenes, me quedaba estudiando horas y horas en la biblioteca o en casa, no dormía mucho y la falta de sueño me había empezado a afectar en el carácter. Me enojaba por todo y me volví algo arisca, cosa que a Lauren le afectó mucho. Todo comenzó por cosas simples como, no lo sé, el orden de la casa y luego fue escalando a lo sexual—.

Flashback

Lauren bajó del autobús, puesto a que su padre no le había dado el auto y Camila había ocupado el otro, y se dirigió a su casa con un andar pesado. Había estado en el museo ocho horas trabajando, no solo haciendo esculturas sino que clasificando obras, y otras cuatro en su capacitación de restauración de arte. Debido a esto, ya eran las once de la noche cuando abrió la puerta de su casa. Su estómago rugía de hambre y luego de dejar su abrigo, bolso y zapatos en el pasillo, entró a la sala de estar donde se topó con Camila mirando el celular.

—Buenas noches, cielo—.
Dijo en voz baja y se sentó a un lado de ella para darle un pequeño beso.
—¿Cómo te fue hoy?—.
Camila suspiró y recostó su cabeza en el hombro de la pelinegra.

—Cargado, pero bien—.
Respondió y le dió un beso en la mandíbula.
—¿Qué harás para la cena? Muero de hambre—.
Lauren frunció el ceño y la miró extrañada.

—¿No has hecho la cena? Te envié un mensaje que decía si podías cocinar, que llegaría tarde—.
Camila rodó los ojos y se acomodó en el sofá viendo las expresiones de Lauren.

—Amor, estoy estudiando desde hace seis horas y fui a la universidad otras cuatro, realmente no tengo ganas de ir a la cocina, ¿podrías cocinar tú y ya?—.
Lauren no contestó nada, solamente asintió y se levantó con un quejido, sintiendo su espalda crujir debido a la mala postura que había tenido durante el día, y fue a la cocina.

●●●

—Laur, está todo sucio, ¿podrías ocuparte un poco de tu parte?—.
Reclamó la morena con un tono algo irritado viendo los platos en el lavamanos y una bolsa de pan fuera de lugar.

—Cielo, he estado en el museo diez horas... Además todo eso es tuyo, ¿podrías hacerlo tú?—.
Lauren se frotó los ojos y dio un sorbo a su jugo de naranja mientras miraba a Camila desde la puerta de la cocina.

—¿Por qué siempre pones de excusa el museo? Lauren, yo hago guardias de dos días y estudio, tú estás en el museo ocho horas—.
La ojiverde presionó la mandíbula y respiró pesadamente ante aquél tono irritante que Camila tenía.

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