The hurting: Cap. 29

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Narrador

Flashback

Los Cabello se encontraban en la sala de estar viendo una película. Rara vez coincidían tanto Camila como sus padres en un día libre, pero como la morena se encontraba en su receso de verano de la universidad y tanto Sinuhé como Alejandro tenían el día libre, habían aprovechado el caluroso día para estar en la piscina y, posteriormente, mirar una película mientras tomaban helado. Los tres estaban disfrutando del frío postre cuando la puerta sonó un par de veces de forma estruendosa. Camila se puso de pie, excusándose de ir a abrir, y caminó a paso lento hasta la puerta de entrada. Cuando abrió, una sensación parecida a un golpe en el estómago la azotó y se quedó paralizada unos segundos al ver como Lauren estaba parada allí, con la cara destrozada a golpes, su nariz sangrando y cargando a Gemma la cual se encontraba en el mismo estado.

—Camz—.
Susurró Lauren con la voz débil y quebrada

—¡MAMÁ!—.
Gritó la morena y tanto Sinuhé como Alejandro corrieron hacia la entrada.

—¡Oh por Dios! Agarra a Gemma, yo me encargo de Lauren—.
Sinuhé, a pesar de aquella horrible sorpresa, puso su mente fría como lo hacía usualmente en el hospital y socorrió a su nuera mientras que Alejandro tomaba a su hija en brazos.

Camila y su madre ayudaron a Lauren a caminar hasta la sala de estar y la recostaron sobre el sofá de una manera suave ya que la ojiverde soltaba quejidos de dolor con cada paso y movimiento.

—¿Qué ha pasado, cielo?, ¿quién te hizo esto? Responde—.
Preguntó Camila con urgencia y rapidez, pero Lauren alzó con esfuerzo una de sus manos en señal de que se callara y respiró profundo a la vez que hacía una mueca de dolor.

—Aquí tengo el botiquín. Esto va a dolerte, pero es necesario, ¿sí? No queremos que nada de esto se infecte... Revisaré por huesos rotos también—.
Sinuhé se puso unos guantes y mojó una gaza en alcohol para comenzar a curar todas las heridas de Lauren, mientras que Camila miraba todo con una mueca de preocupación.

—¡Joder!—.
Exclamó Lauren una y otra vez sintiendo el doloroso y agudo ardor de las gazas en toda su cara. Camila no sabía qué decir ante aquella situación, tan solo acariciaba el cabello de la pelinegra, esperando a que su madre acabase rápido.

—Ya, ya pasará. Solo me falta verte la nariz y las costillas—.
Dijo Sinuhé en un tono suave mezclado con concentración, mientras que con delicadeza le levantaba la camiseta, revelando así el abdomen de la pelinegra el cual tenía hematomas formándose en la zona de las costillas.
—Mira cómo estás, santo cielo—.
La madre de Camila palpó la zona de las costillas de su nuera para verificar que ninguna estuviera rota, mandó a su hija a buscar hielo y repitió el procedimiento, pero esta vez con la nariz para asegurarse de que no lidiaban con un tabique roto. Para su suerte no había huesos rotos.
—Iré a ver a Gemma. Camila, dale unos calmantes para el dolor y luego hablaremos de todo esto—.
Sinuhé fue escaleras arriba con el botiquín, y en la sala tan solo quedaron Lauren y Camila.

—Toma, te ayudará—.
Susurró metiendo dos calmantes en la boca de Lauren y dándole agua de un vaso.
—¿Te duele mucho?, ¿así está mejor?—.
La morena estaba arrodillada a un lado del sofá sosteniendo una bolsa de hielo en uno de los costados de la cara de Lauren. Le acarició el cabello suavemente y observó las heridas que la mayor tenía.

La pelinegra tenía un corte en la ceja izquierda, su ojo izquierdo estaba completamente morado e hinchado y ese mismo hematoma bajaba a todo su pómulo, su nariz estaba hinchada y sangrando, solamente que ahora tapada por dos algodones, su labio tenía un corte, su barbilla un raspón grande al igual que su pómulo derecho y sus nudillos estaban completamente lastimados en ambas manos.

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