The loving: Cap. 10

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Narrador

Flashback

—Mmm, pues no sé, mis amigos planearon una fiesta en la casa depósito de una de mis amigas, pero contigo prefiero ir a comer un trozo de pastel por ahí y mirar una película—.
Camila sujetaba el celular contra su oreja mientras doblaba su ropa.

—No me molestaría conocer a tus amigos, tú conoces a mis amigas después de todo—.
Dijo guardando un par de camisetas y suspirando porque ahora debía doblar su ropa interior.
—¿Tu familia no hará nada por tu cumple? Joder como odio doblar la ropa—.
Escuchó la risita de la ojiverde y sonrió.

—No celebro mi cumpleaños con ellos desde los trece, ya no quieren y respeto su decisión. Y antes de que preguntes, sí, te contaré luego por qué—.
Camila frunció el ceño y remojó sus labios pensativa, en su mente no podía pensar en ninguna razón por la cual cualquier padre no le celebrara el cumpleaños a un hijo.

—Está bien, ¿vendrás hoy? Ya te extraño y nos vimos ayer—.
Preguntó con esperanzas de que Lauren dijera que sí.

—Sabes que los domingos no puedo, Camz... Tal vez pueda pasar antes de cenar un rato—.
De fondo Camila escuchó como llamaban a Lauren repetidas veces.
—¡Ya voy, ya voy! Debo irme, iré a tu casa, pero tú me debes una hora de apoyo con un proyecto de la universidad—.
Y antes de que la morena pudiera despedirse, Lauren ya había colgado la llamada tras escuchar nuevamente su nombre.

●●●

—¿Cuánto me habías dicho que falta para el cumpleaños de Lauren?—.
Preguntó su madre mientras caminaban por el centro comercial con un cono de helado cada una.

—Es el viernes, mira esa le gustaría—.
Ambas se pararon frente al vidrio de uno de los locales mirando una camiseta negra con detalles de pequeños soles bordados en hilo dorado.
—Es muy bonita—.

—Sí que lo es, ¿le llevarás sólo eso?—.
Sinuhé terminó su cono de helado y tras limpiarse las manos le hizo un gesto a su hija para entrar a la tienda.

—Es para lo único que me alcanza, ma—.
A los pocos segundos de entrar, una dependienta las atendió, o mejor dicho, las invadió y las llevó a ver los distintos tipos de variantes de la camiseta que Camila le había señalado.

—¿Y quién dijo que no te ayudaré con el regalo, cielo? Mira que no es por ser mala ni mucho menos criticar a Lauren, pero he visto que tiene unas zapatillas muy gastadas y pensé que podríamos comprarle otras—.
Camila sonrió mientras miraba todas las otras opciones de camisetas.

—Yo también lo noté, pero pensé que esas eran las que usaba para ir a trabajar—.
Dijo señalando justo la que había visto en la cristalera y pidiendo dos talles más para que a la ojiverde le quedara holgada.

—¿Y qué harán por su cumpleaños?, ¿no te emociona conocer a sus padres si vas a su casa?—.
Camila remojó sus labios mientras se acercaban a la caja y negó.

—Su familia no le celebra el cumpleaños desde hace mucho ya, según Lauren es porque ella ha hecho tantas cosas mal que sus padres ya apenas la pueden mirar a la cara y ni siquiera se molestan en desearle un feliz cumpleaños. Me rompió el corazón cuando me lo contó, aunque ella me ha dicho que no les molesta y que para festejar quiere simplemente ir a ver una película o comer pastel en casa—.
Cuando Camila terminó de pagar miró a su madre que recogió la bolsa y vio como algunas lágrimas le corrían por las mejillas.
—Mamá, ¿qué pasó, por qué lloras?—.
Ambas salieron del local mientras Sinuhé secaba sus lágrimas y se sentaron en las banquetas de allí.

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