Chapter 1: The meeting. (Cap 1).

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Narrador.

Un suspiro salió de su boca y tras escuchar su apellido se puso de pie para entrar en la sala. Sala que había frecuentado hace ya más de cuatro meses, pero que, sin embargo, aún no había cumplido el objetivo que se había puesto al concurrir allí.

Se sentó en el sofá de cuero marrón oyendo su peculiar chirrido y apretando la mandíbula conectó miradas con la mujer con la cual ya había llorado repetidas veces y que ese día tampoco sería una excepción.

—Camila, buenas tardes, ¿cómo has estado?—.
Aquella mujer de nombre Clarice, como ponía en la placa de su escritorio, bajó sus lentes por el puente de su nariz y observó a la joven frente a ella que lucía ansiosa como en cada sesión.

—Supongo que bien, creo que mejor que la semana pasada, no lo sé—.
Clarice asintió acomodándose en su silla y tomó su preciado bolígrafo, que Camila odiaba con toda su existencia, para apretar el botón y comenzar a anotar. La morena odiaba muchos ruidos, no solo el de la cuerina de aquel sillón donde estaba sentada y evitaba moverse mucho, sino también el ruido de los botones de bolígrafos, cierres y la gente que sorbe por su nariz.

—Que bueno oír eso, pequeños pero significativos progresos es lo que buscamos. Ahora cuéntame lo que has hecho en la semana—.
Camila la miró, se miró los pies y mordió su labio algo nerviosa sin contestar.
—¿Hay algo particular que quieras contarme?—.
Tras un asentimiento y un suspiro las miradas volvieron a conectarse y la morena habló.

—Quiero hablar de Lauren—.
Dijo rápidamente observando cómo la mirada de la psicóloga cambiaba a una más interesada, casi como si le hubiera dicho que era ganadora de un premio.

—Bueno, ¿qué quieres contarme?—.
Camila bajó su mirada a sus dedos, sentía un pequeño nudo en la garganta y si no decía las cosas de manera rápida tal vez no saldrían. En los últimos meses le costaba expresar sus emociones, no porque no quisiera expresarlas sino porque sentía una presión en el pecho que no la dejaba hablar.

—Todo, la historia completa. Creo que por fin encontré el valor... Pero téngame paciencia—.
La psicóloga sonrió y acomodó sus lentes. Camila se mostraba un poco más nerviosa de lo normal, pero ella sabía que iba a ser así debido a que el motivo original de la terapia de Camila era poder sobrellevar la separación de una tal ''Lauren''.

—Sabes que la tendré, habla cuando te sientas lista—.

—Está bien. La conocí cuando yo tenía dieciséis, ella tenía diecinueve en ese entonces...—.

Flashback.

Camila salía del instituto por la tarde, cuando el sol comenzaba a ponerse y el cielo se iluminaba de naranja dejando una extraña pero reconfortante sensación en el ambiente.

El camino a su casa no era tan extenso, salía del instituto y caminaba cinco calles pasando por la parte trasera de una fábrica de pastas que siempre largaba vapores con olor a humedad y de la cual los trabajadores la saludaban siempre, luego se pasaba usualmente por la tienda de conveniencia para comprarse algún que otro dulce o comer algo cuando su madre hacía guardias nocturnas, y finalmente caminaba siete calles más para por fin poder llegar a su casa y arrojarse en su cama.

Aquel lunes el frío estaba más calmo puesto a que las nubes no tapaban el sol y eso apaciguaba bastante la sensación helada, además que en aquella ciudad era poca la nieve que caía. El cielo estaba naranja y contando los pasos Camila llegó hasta la tienda de conveniencia, dispuesta a comprar comida para su cena debido a que hoy era uno de esos días donde su madre no estaría y su padre tampoco.

Esa tienda quedaba en una esquina y tenía la particularidad de tener dos pisos; El primero siendo enteramente de productos comestibles y el segundo tenía mesas, microondas y calentadores de agua, baños y hermosos ventanales. Los estudiantes solían frecuentar aquella tienda debido a que el ambiente siempre era calmo e ideal para estudiar.

It HurtsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora