The loving: Cap 13.

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Narrador

—Ya subieron las notas—.
La morena arqueó las cejas y se frotó los ojos evitando bostezar. Estaba por finalizar su turno en la residencia de enfermería y sentía más sueño que ganas de estar allí.

—Las veré luego, de todas formas no estudié mucho—.
Se puso de pie y estiró su espalda sintiendo un escalofrío recorriendole la espina dorsal a medida que estiraba.

—Cabello, puedes irte. Cubriras a Hernandez la semana que viene en doble guardia—.
Ella no dijo nada, tal vez iba a maldecir a Hernandez al llegar a su casa, pero ahora mismo tenía tanto sueño que sólo quería llegar a su cama y dormir doce horas.

El frío helado del inverno le asotó la cara, a pesar de estar abrigada el viento le hacía sentir como si mil agujas se le estuvieran clavando en las mejillas. Las aceras estaban cubiertas de nieve y unos finos copos seguían cayendo, cubriendo los tejados y los árboles.

—¡No!—.
Exclamó viendo como el bus pasaba por la parada mientras ella ni siquiera había cruzado la calle, ahora tendría que esperar veinte minutos bajo aquél gélido frío.

—¡Camila!—.
Una bocina sonó y su mirada se dirigió hacia donde provenía la voz. Su madre estaba allí haciéndole señas desde el auto así que a paso rápido se acercó para subirse y suspirar aliviada por la calefacción.
—¿Cómo te ha ido?, ¡casi te congelas afuera!—.
Sinuhe le besó las mejillas heladas y Camila frunciendo el ceño, bajó un poco la ventana para encender un cigarro y recibir quejas de su madre.

—Me han explotado, así me ha ido. Además la semana que viene debo cubrir a la idiota de Hernandez en un doble turno—.
Su madre rió mientras manejaba y negó con una sonrisa viendo a su hija quejarse.

—Así es la vida del enfermero, cariño, ¿por qué crees que me iba por dos días de casa? Entregas tu vida a tu profesión—.
Camila arqueó las cejas dando una calada y soltó lentamente el humo viendo hacia fuera mientras cada vez se acercaban más a la casa de su madre.

—Mhm, por suerte mañana es sábado...y gracias por venir a buscarme—.
Sinuhe sonrió presionando sus labios y apretó la mano de su hija antes de pasar los cambios.

—¿Cómo vas con eso de la terapia?—.
Camila la miró un segundo antes de tirar la colilla del cigarrillo y se encogió de hombros.

—Bien, estoy hablando de Lauren—.
Su madre esbozó un "oh" y asintió frenando en un semáforo.

—Que bien, cariño, me alegro mucho de que puedas hablarlo—.
Dijo con una dulce sonrisa de madre.

—Aún la extraño—.

—Lo sé, lo sé—.

Flashback

—¿Qué te ha dado la cuatro?—.
Camila miró a Brooke y vio cuál ejercicio le estaba apuntando.

—Cero—.
Brooke frunció el ceño e hizo una mueca.

—¿Pero cómo que cero? No, Camila—.
La morena rodó los ojos y le enseñó todo el proceso. Gracias a que Lauren le ayudaba con matemáticas, ahora se le hacía mucho más fácil.

—Que sí, cero. Dinah, ¿qué te ha dado la cuatro?—.
La rubia se volteó soplando sus uñas y Camila la miró confundida.

—Ni he hecho la uno, ya vamos al break, ¿para qué hacerlas?—.
La morena soltó una risita viendo como su amiga se estaba pintando las uñas en plena clase y miró la hora en su celular.

—¿Alguna puede pagarme el almuerzo hoy? Mi madre se olvidó de darme dinero y muero de hambre—.
Dijo Dinah haciendo una mueca y agarrándose el estómago.

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