The hurting: Cap. 23

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Narrador

Camila se secó las lágrimas y suspiró, miró a su psicóloga a los ojos y relamió sus labios sin poder forzar a las palabras a salir de su boca.

—¿Quieres que dejemos aquí la sesión? Queda media hora, podríamos utilizarla en otro momento—.
Sugirió la psicóloga con un tono suave y cerrando su anotador, pero Camila negó.

—No, tengo que poder... Deme un segundo—.
Respondió tomando aire y masajeando sus sienes.

Flashback

Los rayos del sol aún no habían salido puesto que el sol comenzaba a verse a las siete de la mañana, así que la sala de estar estaba iluminada por la luz de las lámparas que ambas habían comprado en una venta de garage. Camila estaba sentada en el sofá con un café en las manos, la mirada perdida en la semi oscuridad de la sala y una angustia punzante en el pecho. Angustia que venía arrastrando desde días anteriores debido a su situación con la ojiverde.

Camila no aguantaba más aquello, sus sospechas se habían hecho tan sólidas que solo necesitó que Lauren no fuera a dormir esa noche para confirmárselo a ella misma, ahora tan solo necesitaba confirmarlo en persona, pero ni siquiera encontraba el coraje para enfrentar a la ojiverde y realmente oír aquello.

La puerta sonó y la figura de Lauren se hizo presente en la sala, Camila la miró sin decir nada y la ojiverde solo bajó la cabeza para luego ir directamente hacia la habitación. Ambas estaban cansadas, Lauren de disculparse por llegar tarde y Camila de oír aquellas disculpas. La morena dejó la taza en la mesa de café y fue al baño para arreglarse e ir a la universidad, estaba decidida que, por mucho que le doliera, ese día se enteraría de todo lo que fuera necesario y muy en el fondo, solo esperaba que todo fuese un malentendido.

Esa mañana en la universidad fue desastrosa, no pudo concentrarse en ninguna de sus clases y en las prácticas de extracción de sangre le tocó a ella poner el brazo, así que ahora tenía múltiples pinchazos en su brazo y el humor por el piso.

Estacionó el auto frente a la casa de Normani y suspiró antes de bajar y tocar la puerta. Estaba nerviosa y ni siquiera sabía el porqué, o tal vez no quería admitir el porqué. Normani abrió la puerta y sonrió al ver a Camila, la abrazó y le besó ambas mejillas.

—¡Hey!, ¿qué haces por aquí? Pasa, estamos por almorzar—.
Camila le correspondió el saludo y le tomó la mano para dejarse guiar a la sala de estar.

—Salí temprano de la universidad y pensé en venir a verlos, ¿qué van a comer?—.
Camila se sentó en uno de los sofás y Normani la miró desde el marco de la puerta.

—Anne pidió pizza, déjame ponerte un plato—.
Respondió y fue hacia la cocina a buscar cubiertos para la novia de su amiga.

Lucy y Hal aparecieron en la sala y luego de saludar a la morena se sentaron en el sofá de cuerpo completo frente a ella.

—¿Y qué cuentas, Camila? Hace unas semanas que no pasas por aquí—.
Dijo Lucy y Camila se encogió de hombros.

—He estado ocupada con la universidad, pero Lauren sí que ha venido, ¿cierto?—.
Lucy asintió y abrió la lata de cerveza que tenía en su mano para luego darle un sorbo.

—Sí, sí que ha venido, ¿ahora está trabajando?—.
Preguntó Lucy y Camila arqueó las cejas un segundo antes de responder.

—Sí, sale tarde, muy tar...—.
Las palabras de Camila fueron interrumpidas por la voz de Anne y Normani.

—¡Ahora sí, abran paso!—.
Anne entró a la sala con varias cajas de pizza y Normani detrás de ella con dos cartones de botellines de cervezas en una mano y los cubiertos de Camila en la otra.
—¡Camila!, ¡qué alegría verte!—.
Todas se acomodaron y Camila fue servida con tres trozos de pizza en su plato.

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