CAPÍTULO 9

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Ya no sé cuántos días o cuantas horas han pasado desde que estoy aquí pero se siente como una eternidad, he visto el sol ocultarse varias veces como también lo hemos salir otras veces más, nunca me puse a imaginar cómo sería mi muerte pero cada vez que veo llegar a ese hombre veo pasar mi vida frente a mis ojos, quizás tuve que haber aprovechado abrazar más a mi padre, pelear con Alice o incluso ir más seguido a los entrenamientos con Alexei pero es algo que al parecer no estaba previsto.

¿Quiero morir?, por supuesto que no pero también quiero que ya esta tortura se acabe, tengo las extremidades entumecidas, mi cara con hematomas por los golpes igual que mis mejillas, me duele la garganta de tanto gritar pidiendo piedad y mi cuerpo marcado por cada latigazo que me dio, estoy cansada ya que no he podido dormir mucho, me da miedo hasta dormir pero aún así no lo demuestro y sigo haciéndome la fuerte.

«Bravo Irina» pienso para mi misma.

— Volví amor —dice el psicópata que me tiene aquí sonriendo, ya que había salido hace rato— sé que me extrañaste.

—¿extrañarte yo a ti?— asiente estando de acuerdo con esa locura— no tengo ni puta idea quien seas imbécil—gritó.

Al parece no le gusta mi comentario ya que busca una mordaza y la coloca en mi boca para restringirme el poder hablar y gritar, lucho, grito y pataleo todo lo que puedo pero su fuerza es inimaginable.

— Me hieres con tus comentarios, al parecer así estás mejor amor— trata de besarme la cabeza como si fuera un maldito animal y me quito, trato de alejarme lo más que se pueda de él— tienes que cooperar, ¿no quieres volver a salir?.

«Carta muy baja cariño». Asiento frenéticamente con los ojos empapados de lágrimas y agradezco no poder hablar porque seguro estaría gritando.

—Entonces coopera conmigo y déjate querer.

Siento como coloca sus asquerosas manos por mi cara y las va bajando por todo mi cuello haciendo presión en este, acercándose cada vez más a mis senos y ...

Siento como pego un brinco de la cama dándome cuenta que solo era una pesadilla de ese día, estoy sudada y agitada, tengo la garganta seca y mis uñas clavadas en mis palmas, tomo unos minutos para tener en cuenta que solo fue una pesadilla, que él no está aquí y que estoy bien, trato de orientarme, tratando de buscar que fue lo qué pasó hasta que recuerdo la noche que pase con Dimitri y lo tarde que nos dormimos haciendo que al instante mis mejillas se sonrojen.

Follamos toda la noche y parte de la madrugada, hablamos un poco sobre el viaje y al parece el sueño nos dominó en alguno momento, busco a Dimitri en la cama pero no lo encuentro por ningún lugar así que decido que es momento de levantarme. Voy en dirección al baño para cepillarme los dientes y darme una ducha rápida, al salir me coloco ropa deportiva ya que recuerdo que en el viaje hablé un poco con Alexei y quedamos en entrenar , me hago una cola de caballo, acomodo un bolso con lo necesario y salgo.

Dejo el bolso en el piso de el living mientras camino en dirección a la cocina para desayunar.

—Buenos días— saludo en general, escuchando al personal saludarme animadamente pero la única persona que espero que responda sigue concentrado en su IPad.

Carraspeo tratando de llamar su atención y al parecer lo logro ya que levanta sus ojos mirándome fijamente hasta que recorre todo mi cuerpo descaradamente relamiéndose los labios y haciéndome sonrojar.

—¡Buenos días pequeña!— me hace una seña para que me acerque sentándome en sus piernas, rodeando su cuello con mis manos — ¿Se puede saber a dónde va mi esposa a estas horas de la mañana y con permiso de quien?.

Amor color carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora