CAPITULO 23

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Maximiliano Russo.

«¿Quien se cree?» pienso por enésima vez en el día.

  No pensé que ver a Irina en Las Vegas me fuera a afecta tanto hasta llegar al punto de querer besarla en ese ducto, no la bese no porque no quisiera, no lo hice por respeto a ella. La rusa y yo se nota a leguas que tenemos una conexión aunque ella no lo acepte y por mucho que quiera tenerla en frente y aclarárselo no lo haré, mi orgullo es más grande.

  Este mes a sido de la patada, Dimitri Volkov mato a nuestro testigo el cual nos daría la información de dónde podíamos encontrarlos, ¿como sé que fue él?, y quien más si no. Un informante nos informó sabré el manejo de armas en Las Vegas no creí que la rusa estaría involucrada en eso, eso si fue una gran coincidencia, verla sin su esposo y en acción me resultó muy extraño, aunque sigo molesto conmigo mismo por haber estado inconsciente la mayor parte del tiempo. Solo recuerdo haber despertado en el hospital y a mi equipo informándome lo qué pasó.

—¡Excelente Masso, simple excelente!—me riño una vez más.

  En día transcurre con demasiado trabajo en el cual me mantengo ocupado, dejo de pensar un rato en la rusa, en su esposo y en Las Vegas. Para ya es más de media noche estoy a punto de salir cuando uno mis compañeros del turno de la noche entra a mi oficina sin tocar.

—¿Que te he dicho de entrar sin toc...—pregunto pero me interrumpe haciéndome callar ya que lo veo venir sudado como si hubiera corrido un maratón.

—Tiene una llamada importante agente.

—Ya me voy, diles que llamen mañana.

—Tienen algo sobre los Zares—dice de repente haciéndome paralizar en mi lugar—. Lo pasaré a la línea.

  Espero la llamada, para cuando suena el celular de mi oficina lo tomo rápidamente y lo único que escucho del otro lado de la línea es una respiración errática, me acomodo mejor en mi puesto y hablo antes de que cuelguen.

—Agente Russo, ¿Quien habla?—pregunto pero no hay respuesta alguna—. Mire persona sin identidad, se le agradecía que hable si tiene alguna información que podría ayudarnos de no ser así me tomare el atrevimiento de pedirle amablemente que por favor deje de jugar con nuestro tiempo y de llamar.

—¿Como está tan seguro que no tengo información agente Russo?, sé muy bien quién es usted y créame que esos intentos fallidos donde no logra atrapar a los zares no le ayudarán de nada en su carrera—informa una finca voz con un extraño acento que no había escuchado antes—. ¿O cree que sus superior estarán contentos cuando pasen los meses y siga estancado en lo mismo?, intentos fallidos, momentos íntimos con la Zar Irina Volkov—susurra como si fuera un secreto de estado haciéndome enojar por el atrevimiento de querer manipularme—. Al parecer no es tan cuidadoso agente, ¿cree que Perséfone, la reina del Inframundo no sabe jugar sus cartas? O mejor dicho ¿cree que ella lo tomaría en serio a usted?. En el inframundo de la Reina Perséfone, solo ella sabe jugar, solo ella sabe que cartas tirar o cuales guardar.—preguntas y preguntas—. En estos momentos esa mujer debe estar follando con su esposo disfrutando de sus millones, disfrutando de su vida y de su familia feliz, ¿y usted agente?, matándose la cabeza pensando en ella, pensando a que saben sus regordetes y carnosos labios color carmesí, en que sabrán sus hermosas curvas de infartos y sin contar sus enormes y voluptuosos senos que quedan en sintonía con sus gruesas y firme piernas—sigue—. Tranquilo, no es el único que lo ha pensando, su secreto está a salvo conmigo, es un secreto entre bandido y agente—promete mientras carcajea como si fuera el mejor chiste de la historia—. Dígame agente Russo, ¿de verdad está detrás de los Zares por sus delitos o solo porque su orgullo no da como para aceptar que Irina está con Dimitri?.

Amor color carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora