CAPITULO 10

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  Al despertar trato de orientarme ya que parece ser que no se donde me encuentro hasta que entiendo que estoy en la mansión, decidí que quizás sea buena idea tatuarme hoy el símbolo de la Bratva, pediré una cita con Dima, el chico que le hace los tatuajes a todos los integrantes de esta misma. Ya que al saber quién soy no podrá desistir.

  Voy directo al baño para cepillarme y tomar una ducha, al salir me coloco unos jeans ajustados a mi cuerpo, botas de tacón y bustier negro de encaje,  trato de tapar un poco mis ojeras haciendo un maquillaje no tan cargado, lentes y conforme con el resultado tomo mi arma metiéndola detrás de mi espalda baja y salgo. Al llegar a la cocina para comer algo solamente está la señora Vera; es una señora mayor que le calculo unos 50 más o menos, no hemos hablado mucho la verdad ya que es quien mantiene el orden en la casa, Dimitri le tiene mucho aprecio ya que es su nana.

—Buenos días señora Vera—saludo, haciéndola voltear y darme una sonrisa cálida y maternal—. ¿Como se encuentra hoy?.

—Buenos días cariño ¡te he dicho que no me digas señora, me hace sentir vieja!—la veo reír y algo en mis entrañas se revuelve, mamá solía tener su mismo humor—. Estoy bien querida, ya sabes lo normal, tratando de que el señorito quiera comer algo, al parecer se levanto de mal humor.

  Cuando dice señorito se refiere a Dimitri, le tiene muchos apodos de cariño y cada uno es peor que el otro.

—¿Está en su oficina?—Asiente—. Le llevaré el desayuno si quieres.

—Desayuna tú primero, se nota que tienes cosas que hacer y no puedes ir con el estómago vacío.

  Como lo más rápido que puedo ya que tengo la necesidad de ver a Dimitri y saber que es lo que le pasa, la señora Vera me dejo muy intrigada al decir que está de mal humor.

  Cuando termino de comer tomo la comida de Dimitri despidiéndome con una sonrisa de la señora Vera, al llegar a su oficina toco la puerta esperando que me dé permiso para entrar ya que no quiero interrumpir si está ocupado y si no está de ánimos mucho menos.

—Nona no insistas, no tengo hambre—lo escucho decir y sonrío.

—Venía a darte un beso de buenos días pero como no lo quieres creo que puedo irme—digo aún detrás de la puerta y escuchó cómo me dice un sutil "adelante" y paso.

  Se encuentra detrás de su escritorio mirando atentamente unos papeles que tiene a la mano, lleva un traje que lo hace ver tan candente y el cabello medio húmedo lo que me hace pensar que no tiene mucho tiempo desde que tomó su ducha, tiene el ceño fruncido y el cuerpo tenso.

—Buenos días— saludo para verlo levantar su cara y mirarme con una leve sonrisa, sus músculos se relajan pero no lo suficiente.

—Buenos días pequeña— saluda y me hace una seña para que me acerque y así lo hago, me coloca sobre sus piernas para besarme por un largo rato hasta que me tiene jadeando—. ¿Se puede saber a qué se debe esta grata sorpresa de que mi querida esposa haga presencia en mi oficina?.

Sonrió tratando de hacerme la inocente, no he venido a nada en particular solo a verle y saber porque estaba de mal humor antes de ir con el tatuador.

—Solo venía a traer tu desayuno y a despedirme ya que saldré por unas horas— murmuro—. También a saber por qué estabas molesto pero no creo que quieras decírmelo— coloco mis mejores ojos de cachorro abandonado y hago sobresalir mi labio inferior para hacerlo más dramático.

Lo escuchó suspirar y se que ha caído en la trampa y es ahí cuando habla.

—Solo es un poco de estrés laborar pequeña, nada de lo que debas preocuparte, ya que saldrás recuerda mantener tu celular encendido y cualquier cosa me llamas— dice— cuando llegues hablaremos sobre la reunión de presentación.

Amor color carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora