CAPITULO 29

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Maximiliano Russo.

Luego de esas palabras la furia crece cada vez más en mi «Solo yo, su esposo». Gruño mientras sigo viéndolo con cara de pocos amigos, no sé qué hace aquí, como entro o porque no se ha ido, podría hacerle una llave hasta dejarlo inconsistente y arrestarlo pero no lo haré tan fácil, lo cazaré y lo llevaré tras las rejas al igual que a su esposa.

—Entonces vete a follar a tu mentirosa esposa.

—Lo hice esta mañana y mucho cuidado con cómo le hablas a mi mujer—mueve su arma señalándome.

—Le hablo como se me antoje—sigo—. ¿O no te contó lo qué pasó en el callejón de Sicilia, en el ducto en Las Vegas, en el hospital mientras estabas en la inconsistencia.

—¡MIENTES! —grita—. ESTOY SIENDO BENEVOLENTE ASÍ QUE NO ACABES CON MI PACIENCIA.

—Acepta que estás perdiendo Volkov—juego una carta poderosa—. Que ahora hay alguien más que podría sustituirte—carcajea y mi sonrisa quiere flaquear pero no lo permito.

—¿Sabes cual es la diferencia entre tú y yo agente Russo?—pregunta pero no contesto—. Mientras tú por jugar a ser el héroe la sacrificarías a ella para salvar el mundo, yo siendo el villano pondría el mundo arder por verla sonreír. Nadie deja sus raíces y si las dejan en algún momento algún hábito vuelve, no estás dispuesto a dejar tu vida de enchufado por ella, al menos yo le di el poder absoluto de mi y de mi vida—continua—. Pasará lo que pasará en Silicia, Las Vegas e incluso en el hospital no me preocupa porque siempre regresará a mi, ella y yo somos la agonía de este mundo, somos el renacer de las cenizas del fénix que sin importar que tan mal termine o muera siempre renacerá, ella es la paz de este mundo y la única razón por la que no estás muerto solo no seas el culpable de la destrucción de este mundo.

  Termina pasando por un lado dejándome solo en la oficina con la furia palpable en mi, tiene razón, joder, tiene toda la razón. Yo no pondría el mundo a sobrar por ella, yo juré lealtad al mundo y así será siempre, jamás pondría a la rusa por encima de nadie mientras él la puso a ella por encima de todos. ¿Por qué me empeño tanto en tenerla si sé que no le puedo dar lo que quiere?, ella es una criminal, ella tienes que ser arrestada y seré yo quien lo haga, no esta en mi destino huir con ella o ser parte de su mundo de oscuridad, y como Volkov dijo nadie deja sus raíces, no construí mi carrera para dejarla por ella quien no lo vale. Quizás solo sea un calentón de momento por esos malditos regordetes y carnosos labios.

—¡MALDICIÓN!—grito furioso por mis pensamientos confusos y tiro todo lo de mi escritorio al piso, grito y pataleo, tomo una botella de vino que tengo en una mesa bebiéndomela de un solo trago, para cuando la noche cae ya estoy más que ebrio y con los pensamientos más confusos que antes, la odio, la odio tanto pero odiarla no significa no desearla. Tomó mi teléfono marcando el número en pantalla.

LLAMADA ENTRANTE.

¿Hola?, ¿Aló? —escuchó su angelical pero endemoniada voz agitada del otro lado de la línea y mi furia crece más al imaginármela follando con su maridito.

—¡ERES UNA MALDITA RAMERA, UNA ZORRA!—grito y se que seguro me arrepentiré mañana pero lastimosamente el vino está haciendo estragos en mi—. ¿Eso es lo que te gusta cierto? Calentar pollas ajenas para luego irte y follar con tu maridito.

—¿Quien demonios eres? No juegues con mi paciencia, seguro no sabes con quien te metes.

—¿Con quien me estoy metiendo? Con la Reina de Rusia, con la esposa de Dimitri Volkov, te hablo como se me dé la gana Irina —sigo hablando baboseadas ya que mi lengua se traba—. Me tienes loco, no puedo dormir, comer o simplemente trabajar sin tener un maldito segundo sin pensar en ti. En follarte y empotrarte contra la pared más cercana y hacerte rogar como lo haces con él.

Amor color carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora