Amor color carmesí

EPÍLOGO

Dimitri Volkov.

6 años después...

Voy de camino a casa luego de pasar todo el día en el laboratorio mejorando un poco la inyección letal de mi esposa, también soy bioquímico pero pocos lo saben, son más de las ocho de la noche y solo pienso en llegar a casa, estos últimos años han sido los más felices de mi vida, como todos, tenemos días malos igual pero cosas que se pueden solucionar. Ludovica y Atlas crecen cada día más e Irina y yo estamos planeando tener más hijos, estamos jóvenes y queremos dejar un legado grande, los mellizos nos consumen con sus energías y su rebeldía pero hemos sabido controlarlos. Mi querida esposa cada día está más hermosa y más peligrosa, luego de su parto trabajo duramente para matar a cada una de las personas que podían ser una amenaza para nuestros hijos dejando en claro que quien no estaba del lado de los zares ese sería su camino, colabore en uno que otro pero me pidió hacerlo ella sola. Tanto Luka como Matteo Bianchi murieron luego de su recuperación inyectándoles la inyección para comprobar su letalidad. Kirill está comprometido con una chica que luego de unos meses nos enteramos que era hija del mismísimo Alexei pero nos ha demostrado cada día qué ella no piensa hacer nada en nuestra contra, ayuda a Irina con los mellizos y se ha ganado a pulso su puesto en la familia, ambos compraron una casa cerca de la nuestra. Danil por su parte sigue solo pero es el tío consentidor, cada día se encarga de malcriar más a los mellizos, les da dulces luego de la cena y les da todo lo que les piden. Nana vera ha sido el mejor ejemplo de una abuela para ella y la encargada de ayudarnos a educarlos cuando las cosas se nos escampan de las manos; los quiere más de lo que podría llegar a querernos a nosotros. De Maximiliano y Megan no se sabe mucho, solo que ambos ascendieron siendo teniente y general, por su relación solo se sabe que va de puta madre y al parecer están intentado tener hijos, nos han contactado muy pocas veces pero siempre están al pendiente de que todo esté yendo bien y no estemos metidos en problemas.

Somos zares, es claro que siempre estaremos en problemas. Pienso y niego.

Danil me informa que hemos llegado a casa sacándome de mis pensamientos, bajo y camino hasta la entrada, no termino de llegar ya que Ludovica abre la puerta saltando como toda un canguro.

—¡Rey!—me recibe haciendo una reverencia como una princesa, ya habla un poco más claro y se le entienden más las palabras, tiene seis años pero aún así son chicos. Le gusta jugar a que ella es una princesa y yo el rey.

—!Princesa Ludo!—me extiende su mano y yo le doy un leve beso en esta, la tomo de su pequeña cintura y ella ríe a carcajadas, beso sus mejillas y se sonroja—. ¿Que te ha dicho tú madre de abrir la puerta sola pequeña demonia?

—¡Papi!—se ríe cuando le hago cosquillas—. ¡Me gusta abrirte la puerta!

—Lo sé pero si tú madre ve que lo sigues haciendo me castra—me mira con cara de confusión.

—¿Ca..s cast..a? ¿Castar?

Sonrió entrando a casa.

—Castras, sabrás el significado cuando seas grande.

Coloca sus brazos en jarra y salta de ellos cuando ve a Danil, corriendo a donde el. Este la recibe con los brazos abiertos y una gran sonrisa.

—¡Pequeña demonia!

—¡Tío Danil!

Este se la lleva quien sabe a dónde y llego al living, veo a Atlas jugar con sus carros mientras escucha música en español. Atlas es tan parecido a su madre que es imposible negar que son sus hijos. Ambos el cabello rojizo como ella pero llevan mis ojos, los labios sin duda son los de su madre, tienen pecas y son los niños más hermosos que he visto en toda mi vida, su belleza es irreal al igual que la de Irina pero el mal genio de Atlas sin duda es mío, Ludovica es risueña pero es una bomba de tiempo, irritable y gruñona. Atlas es serio, reservado y calculador, piensa en las consecuencias y no actúa sin pensante. Este al sentirte observado levando su cara, al verme sonríe levemente. Se levanta llegando a donde mi para alzar sus brazos, lo subo para que esté a mi altura y me abraza.