CAPITULO 60

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Dimitri Volkov.

Tenemos tres días en Bali-Indonesia y las cosas siguen un poco tensas luego de lo sucedido en el almacén, decidimos disfrutar nuestras vacaciones y ya que seguramente ese tal Luka se debe estar escondiendo como una rata. Debe creer que lo estamos buscando hasta debajo de las pierdas y si lo hacemos pero discretamente.

Hoy decidimos tener una sesión espiritual, sólo Irina y yo, es algo que me había ocultado ya que quería que fuera una sorpresa para ella, Después de tanto caos siento que necesitaba un poco de alivio y calma. Se podría decir que es como un matrimonio pero espiritual, me siento raro haciendo estas cosas ya que nunca había sido tan romántico pero verla triste me desespera. Le dije que se alistara que pasaría recogerla en media hora, son más de las 5pm ya que tenía unos trabajos pendientes, pasó por ella y se monta en el auto, conduzco hasta la playa.

—¿A donde iremos?—sonríe, sus ojos aún lucen hinchados ya que no ha pasado buena noche pero sigue siendo hermosa.

—Ya verás.

Al llegar a la playa había restando una lancha la cual nos llevaría a la isla donde será la ceremonia, la ayudó a subir a la lancha y en menos de treinta minutos vemos la isla.

—¡Oh por Dios! Que belleza—adula y efectivamente.

La Isla suelen llamar la Isla del amor, ya que todas las parejas suelen venir aquí para sellar su amor con una ceremonia espiritual, fuera de bali no tienen ninguna validez pero aquí sí, y también es para personas que creen en su amor sin importar nada. Al llegar nos reciben un indios los cuales viven en esta isla y son los únicos que aún siguen conservando sus costumbres de origen. Aquí ellos no manejan ningún tipo de tecnología, redes socias, ni cosas de ese tipo, ellos cocinan en leña y de vive de las frutas, viven de la pesca y lo que cazan, construyen sus propias casas con palma seca, barro y palos. Los turistas suelen visitarlos mucho ya que viven de esto, de las ceremonias espirituales, la mayoría viene a sellar su amor y se van satisfechos y ellos contentos de ayudar, son una tribu amable que acoge con amor al que se acerca sin miedo y con fé, en la isla aunque conserven su lengua suelen hablar balinés para poder comunicarse con los turistas.

Una de ellos se acerca a nosotros dándonos una manta la cual nos une a mi y a Irina, dándonos al igual una bebida como demanda la tradición.

—Selamat datang—saluda sonriendo levemente.

«selamat datang: bienvenidos»

—Terima kasih telah menerima kami—saludamos de la misma manera, Irina ve todo con fascinación y admiración.

«terima kasih telah menerima kami: Gracias por recibirnos»

Nos invitan a seguir, uno de ellos me mira preguntándome quién es la chica que me acompañada.

—Temanku—indicó y el mira su bulto—. Saudara kembar.

«Temanku: mi pareja, saudara kembar:mellizos»

Asiente y nos indica que sigamos el camino, llegamos a la fogata que ilumina una gran parte del lugar, tienen una mesa hecha con ramas con frutas, faroles tipo antorchas ayudando a la iluminación y distintas flores y decoración muy a su estilo y tradicional. Todo luce sacado de una película de lo maravilloso que se ve y la energía que se siente. Nos invitan a sentarnos al rededor de la fogata ya que suelen contar leyendas de sus antepasados y algunas de las mitologías griegas. El anciano se aclara la voz y comienza.

Cuenta la historia que Apolo, dios de la música y la poesía, hijo de Zeus y Leto, alguna vez se burló de Eros, también conocido como Cupido—narra en su idioma natal—.Un día, Cupido encontró a Apolo en el bosque, al mismo tiempo que a una hermosa ninfa de nombre Dafne. Y en venganza, disparó dos flechas. Una de oro a Apolo y otra de plomo a Dafne. Como consecuencia, Apolo quedó perdidamente enamorado de ella, mientras que el efecto que producía la flecha de plomo en la nereida era todo lo contrario; no podía sentir más que repulsión por el dios de la poesía—sigue—. Así, Apolo intentaba conseguir el amor de Dafne, de una manera demasiado obstinada... por lo que un día, mientras la perseguía por el bosque, Dafne le pidió auxilio a su padre, el dios del río. Entonces, justo momentos antes de que Apolo pudiera alcanzarla, Dafne fue convertida en un bello árbol de laurel—escuchamos atentamente perdidos en la historia—. Devastado, Apolo prometió llevarla consigo siempre. Y así fue como decidió que siempre tendría una corona de laurel en su cabeza, juro que su amor lo sostenía el lazo rojo.

Amor color carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora