Luego de pasar todo el día en el lago y darle la noticia a Dimitri me siento más aliviada, todo en la laguna salió como pensaba y quería. Estamos de camino a casa y Dimitri no para de parlotear.—¿Que crees que necesiten?—pregunta y lo observo sin entender—. Los mellizos.
Sonrió.
—Solo estoy de cuatro meses.
—Nunca se sabe que puede pasar—dice y concuerdo—. ¿Deberías ir haciendo las maletas del hospital?
—Estoy de cuatro meses—repito.
—Compraré calcetines, tenemos que comprar pañales y todas esas merengadas que se le dan a los bebes—río por lo bajo mientras conduzco—. Conseguiré las mejores carriola del mundo o quizás deberíamos ir comprando ropa.
—Cariño...
—O ropa para ti—sigue—. La necesitarás... Quizás debamos preguntarle a la doctora...
—Ruso escucha...
—Tendrán la mejor habitación de la mansión o deberíamos mudarnos a una casa más grande...
Oh mierda...
—Dimitri no es para tan...
—No te preocupes pequeña, me haré cargo de todo.
—¡Dimitri!
Freno de golpe haciendo que se golpee intencionalmente con el techo del auto.
—!Joder!—gruñe—. ¿Que?—pregunta confuso.
—Necesito que te relajes—exijo—. ¡Solo estoy de cuatro meses!
—¿Y te parece poco?
—Siendo honesta si, eres el más cuerdo de los dos y así debería seguir siendo—suspiro—. Relájate, la embarazada soy yo.
—Creo que debo leer libros de paternidad...
¡No!
—No lo veo necesario—me apresuro—. Serás el mejor padre.
—¿Tú crees?
—Estoy segura—enciendo el auto siguiendo la ruta de nuevo.
Al llegar a casa veo un carro estacionado en el garaje y miro a Dimitri confusa, alza sus hombros confusos al igual que yo y decidimos ver que nos trae esta visita inesperada, al entrar veo a mi hermana esperándonos en el living bebiendo una taza de té con nana. Parlotean sin parar y el pobre guardaespaldas de mi hermana parece harto de escucharlas hablar sobre revistas y moda, ambas son muy fanes de esas cosas y parecen haber encontrado a su alma gemela, aclaró mi garganta y los tres mosqueteros voltean como si los fueran atrapado con las manos en la masa, son más de las siete de la noche y no entiendo la razón de la reunión pero aún así sonrío, me alegra ver a mi hermana.
—Iri...—se levanta para llegar a mi pero se detiene abruptamente cuando su mirada se fija en mi abdomen algo abultado, me mira con sorpresa e ilusión—. ¡oh por Dios! No, no no.
Salta sin parar y Dimitri voltea sus ojos, le doy un codazo en el abdomen para que cambie su cara, coloca una sonrisa que es más falsa que un billete de dos dólares la cual me hace sonreír ya que es malo fingiendo.
—¡Estas embarazada!
—No nos digas...—dice irónicamente mi esposo y lo miro mal—. Solo comió demás.
—¡Dimitri!—lo riñe Vero y me trago las ganas de reñirlo igual.
—Sin cuidado señora Vera—dice mi hermana—. La ignorancia es mejor.
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Amor color carmesí
RandomMentiras, secretos, muertes, poder, alianzas, un matrimonio arreglado, guerras, odio y muchas cosas por contar. Un Zar. Una asesina. Un agente de la C.I.A. Una mala decisión cambió la vida de todos ¿Para bien? Nadie mas mejor que ellos mismos para a...