CAPITULO 32

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Dimitri Volkov.

Que mi esposa haya venido de sorpresa me alegra aunque no lo parezca, esta semana sin ella ha sido una tortura solamente no me gusta que haga cosas sin consultarme primero, ahora mismo aquí como me encuentro, suplicando, con las malditas bolas azules por lo negada que está a darme mi orgasmo o tan si quiera a montarme para aliviar mi dolor de pelotas he olvidado todo.

—Follame—repetí jadeando.

—¡Eres mío!—se exaspera lanzándome sobre mi para besarme, ella sola ubica mi polla en su entrada pero rápidamente le quito el control enterrándome en ella en una estocada la cual la hace gritar por lo brusco y con la fuerza que fue.

—¡Demonios!—gime y yo gruño al sentir su caluroso coño, no la dejo adaptarse a mi tamaño ya que mis ganas de acabar me lo impiden, mis embestidas son tan fuertes que siento que la romperé en dos—. ¡Más fuerte, por favor!, ¡Dimitri!—joder.

"'Más fuerte, por favor", fue aquella sublime súplica, la que necesitaba mi lado más sediento para hacer de su perverso deseo algo más mío que suyo, aunque, verla gritar mi nombre con tanto delirio, consiguió inyectar las endorfinas suficientes para poder embestirte con tanta firmeza, para darle gusto a su lado tan masoquista, llegando así a marcar un poco de muslo con mi mano, dándole un par de nalgadas y palmas jugando un rato con su sensual codicia, haciendo que sus cabellos dibujen en el aire mi nombre, aquel que tanto ama gritar.

—¡Me matarás pequeña!—gimo.

—Espero que sea después de follarme—trata de sonar chistosa pero un gemido no la deja terminar de sonreír—. ¡Dios, así!

—Solo yo, tú esposo, puede follarte ¿entiendes?—asiente extasiada—. ¡Nadie más que yo puede comerte ese rico coño, nadie más que yo puede estar dentro de ese rico coño!

—Si señor—susurra y juro por lucifer que esas palabras fueron las que me dieron la fuerza para embestir como si no hubiera un mañana, tan rápido que nuestro orgasmo se formó en minutos, mis bolas se balancean y mi miembro bombea con fiereza siendo recibido por los labios mojados que absorben mi grueso falo.. Un par de embestidas más y ambos logramos llegar juntos.

—¡Ruso!

—¡Pequeña!—gimo.

Sin duda alguna el mejor sexo es el que se tiene luego de lo verse así sea por hora, pasa igual con el de reconciliación. Cada sexo con mi mujer es fantástico y jamás me cansaré de follarla pero cada uno de los momentos es más intenso y significativo para ambos. Ambos caemos rendidos cuando terminamos, decidimos dejar la cena para desayuna por la mañana. El amanecer desencadena la agonía que conlleva levantarse y odio tener que hacerlo, y mucho más cuando tengo a mi esposa tan cómoda y desnuda sobre mi.

  Me obligo a levantarme para así tomar una ducha, quiero prepararle hoy una sorpresa a Irina así que tengo que ponerme a organizarla, le dejo una nota en la mesa de noche.

"Tú y yo cita esta noche, ve al salón y relájate. Ponte hermosa como siempre, nos vemos en la noche pequeña.
Con amor;
T.E.R.E"

Paso todo el día en la oficina que tengo aquí en mi casa en Italia la cual no es tan grande como la de Rusia pero es cómoda, pasó todo el día aquí metido organizando todo para esta noche. A mitad de la tarde recibo una llamada de un número sin registrar.

Llamada entrante.

Hola, buenas tardes señor Volkov. Disculpe que lo molestemos así, lo llamamos del banco—frunzo el ceño.

—¿Sucede algo?

Lo llamamos porque su esposa la señorita Irina Volkov ha gastado una gran suma de dinero la cual necesita su aprobación—sonrío—. Cómo son sumas muy grandes de dinero no puede seguir el proceso sin consultarle primero, esperamos y entienda.

Amor color carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora