EXTRA

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Kirill Miller.

Soy Kirill Miller, tengo 30 años de edad. Soy ruso porque mi madre es originaria de Rusia, mitad estadounidense por mi padre. Viví en Estados Unidos hasta que cumplí la mayoría de edad, mi padre era violento y abusador solía golpear hasta llegar a la inconsciencia, vendí drogas para poder hacer algo de dinero y así escapar de sus maltratos, cuando tuve el dinero suficiente me fui de los Estados Unido, me vine a vivir en Rusia para así poder iniciar una vida nueva. Fue aquí donde conocí a Danil, me encontró durmiendo en las calles, pidiendo para comer y poder vivir, fue el quien me presento a su jefe y hermano por lealtad Dimitri Volkov, recibí educación, comida y un hogar, Dimitri me abrió las puertas de su casa y la señora Vera, su nana, me acogió como un hijo más. Hoy en día soy uno de sus hombres de confianza aunque quiera hacerme creer que no le agrado, tengo una vida estable cuidando diariamente de su esposa Irina Sokolov ahora nombrado Irina Volkov, Zar y reina de la mafia Rusa. Desde el momento en que pise Rusia me recuerdo esto diariamente para nunca olvidar de lo que soy capaz y todo lo que he conseguido por mi mismo, para no olvidar de dónde vengo y quién soy. No necesito de nadie ya que yo mismo soy capaz de conseguir todo lo que quiero, no extraño a mis padres y muchos menos la vida que tenía en Estados Unidos. Cada que me recuerdo todo lo que he pasado no siento lástima de mi y muchos menos pena, siento compasión y admiración ya que no era mi culpa nada de lo que me tocó vivir, no todo el mundo sabe ser padre y eso es algo de lo que entendí luego de que madure, no tuve una infancia normal como la que todos suelen tener pero no me arrepiento de la adolescencia y adultes que tuve.

Cuando amanece me levanto de la cama, decido ir al gimnasio que está aquí mismo en la casa aprovechando mi día libre. Tenemos un casa para todos los empleados, la mayoría vivimos aquí mientras que el resto tiene una familia y vida a parte, los más de confianza somos los que nos quedamos a parte de que no tenemos a quien rendirle cuentas o donde vivir. La casa es grande y amplia para todos nosotros, tenemos cocina, un mini gimnasio y todo lo esencial para vivir aquí, cada uno tiene su habitación y para mi eso está bien. Muchas personas que conozco me pregunta si esta vida me aburre y siempre respondo lo mismo.

¿Quien podría aburrirse disparando ráfagas con una M-16 casi diario para salvarle el trasero a la Reina de la mafia rusa?

Nadie, ni el papa Francisco creo que lo haría, no dejaría la vida que tengo por nada, me gusta cuidar la espalda de la señora Irina, estar con Danil en mis tiempos libres, desayunar con la familia Volkov cada que puedo y disfrutar de los postres de nana Vera.

Luego de mi entrenamiento diario veo a Danil caminar por el jardín así que voy a saludarlo.

—¡Machorro!

—Si que tanto viagra te afecta el cerebro—responde gruñendo—. Buenos días grandísimo idiota.

—¿Como siguen las cosas en la casa de la discordia?—pregunto.

—Todo está tranquilo desde ayer por la mañana que terminaste tu turno, y muy seguramente estará tranquilo mañana cuando vuelvas—asiento.

—Es una pena todo lo qué pasa en esta familia.

—Te daré un consejo corderito—palmea mi espalda—. Nadie se va de este mundo sin tener un solo pecado y el que lo haga mis respetos, pero tienes que entender que el que peca y reza no empata, el marcador seguirá siendo el mismo y uno como persona debe estar consiente de eso—menciona—. Irina, Dimitri, al igual que tú y yo no somos buenos, no somos los perfectos o buenos de la historia, ninguno lo es al final del caso y la vida no nos premiará con cosas buenas si siempre estamos haciendo lo malo—niega—. Matamos a diario, somos narcotraficantes y siempre tenemos un pecado más al cual sumar a nuestro curriculum, pero es la vida que nos toco. No fue la vida que Dimitri o Irina, tú o yo elegimos, si a mi me fueran dado la oportunidad de escoger muy seguramente fuera sido escolta de algún diputado, trabajaría en el ejército o cualquier otra cosa menos esto—admite y yo suspiro—. Irina le fuera gustado otra vida junto a su madre, Dimitri quería ser futbolista de niño y viajar por el mundo, cada uno de nosotros estamos aquí porque fue la vida que nos toco vivir pero lastimosamente esta vida está llena de sangre y nada de cosas buenas porque en este puto mundo la felicidad acaba en un parpadeo.

Amor color carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora