prólogo

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Naia nunca se llegó a imaginar que en una noche su vida cambiaria de manera tan drástica.

Ella era una chica que no exigía nada, ni a la vida; ni a su padre. El hombre que nunca tuvo un gesto cariñoso para con ella, ese el que ella procuraba para que cuando estaba en casa nada le molestara; el mismo que fue participe que dejara sus sueños en un pasado que nunca quería volver mirar a los ojos.

De su madre poco o nada recordada, no había una sola fotografía en la pequeña casa donde vivían y, preguntarle a su padre nunca fue una opción, no luego que la primera y última vez que se llenó de valor, donde como respuesta recibió una bofetada dejándole los dedos pintados por varios días.

– Esa mujer no se menciona en esta casa –. El despreció en su mirada le horrorizo más que el golpe.

Fue la respuesta del padre, firme y contundente; para una niña de solo doce años de edad, que no entendía el por qué no tenía permitido hablar de su madre; solo sabía que había muerto dos años después de haber nacido. Naia no podía negar que quería al hombre de aporto para darle la vida, pero si tenía claro que el sentimiento no era reciprocó; lo que con el pasar de los años le fue restando importancia hasta esa noche en donde sintió el peso del odio de su padre.

La chica lo miro horrorizado, con solo escuchar lo que su padre quería que ella hiciera, suplico de rodillas; pero ni sus palabras ni mucho menos sus lágrimas, conmovieron el corazón del hombre.

Naia se negaba a creer que el hombre con el que había vivido quince años de su vida le importara poco lo que sucediera con ella, ese hombre que ella llamo padre la estaba entregando como parte de pago a una deuda.

– Esta noche serás la acompañante de mi jefe, y como buena chica cumplirás todas sus peticiones – Naia se negaba a creer que su padre le estuviera diciéndole esas palabras – me lo debes por mantenerte todos estos años.

Una daga se incrusto en el centro del pecho de Naia, donde cada vez que intentaba respirar el dolor era más agudo.

¡No había duda!

Ese hombre la odiaba, era tanto su poca estima hacia su hija que le importo su suerte en manos del hombre para quien trabajaba.

Naia sintió como su cuerpo se paralizo al recordar las palabras de Zack su único amigo, cuando le contaba su tío usaba a las mujeres, las golpeaba, humillaba sin remordimiento alguno.

La chica se mentalizo que lo mejor era no revelarse, y dejar que confiara para cuando tuviese la oportunidad escapar. Prefería morir que vivir ese infierno.

Naia caminaba sin rumbo fijo, lo único que tenía mentalizado era que debía huir; alejarse lo más rápido posible.

La misma pregunta llego a su mente, mientras la noche oscura era su única compañera.

– ¿Por qué la vida me pone tantos tropiezos? En un camino en el que ni siquiera quise transitar.

Eso se preguntó una y otra vez, como las veces anteriores no obtuvo respuesta alguna, solo le quedada sobrevivir.

Sobrevivir a un hombre que la caza como a un animal.

sobrevivir al hecho de su padre encontró la forma de deshacerse de ella y, de la peor manera.

Sobrevivir al ver como su amigo y primer amor no pudo hacer nada para ayudarla.

De eso se trata la vida, de superar cada obstáculo que ella imponga en nuestros caminos; para Naia no fue diferente. ¿Por qué lo seria?

El cielo se ilumino por el royo que percibía dividirlo, segundado por un estruendoso trueno que callo los gritos del hombre que la perseguía, pero esa carcajada socarrona hacía eco en su cabeza.

No sabía cuánto tiempo llevaba corriendo por los pastizales en los que jugo desde niña, eso que la vieron crecer y enamorarse de sus mismos sueños; sueños que pensaban pisotear hasta enterrarlos por completo esa noche, donde la lluvia se imponía con ferocidad. Como si quisiera demostrar su grandeza ante la humanidad.

Grandes pasos se escuchaban en el fangoso suelo, las piernas de la joven no se movían con la misma rapidez, anunciando que se acercaba su fin, pero ella moriría luchando por su objetivo o muriendo en él.

Las carcajadas jocosas se escuchaban más cerca, mientras canturreaba su nombre; produciéndole escalofríos a Naia quien poco le importaba el cansancio agotador de su cuerpo.

Un disparo a nuncio que todo estaba por terminar, el fuego recorrió el cuerpo de la chica escapando tan veloz como llego, dejando un insoportable ardor agónico. Había cumplido su cometido, morir antes de vivir su infierno.

Las detonaciones se escuchaban más cerca, Naia solo rogaba porque su vida terminara. Escucho voces a lo lejos, lo último que sintió fue sentirse segura, como pocas veces lo había sentido en su vida; el azul de unos ojos inundados de preocupación de un desconocido, Naia se dejó llevar por el cansancio de su cuerpo dejando que la inconciencia se apoderara de ella.

El final había llegado, fue su ultimo pensamiento.

El fin, es necesario para un nuevo comienzo; un comienzo donde nada quedara de la chica alegre, cariñosa y extrovertida llena de sueños.

Renacería bajo las llamas del amor.







NAIA "resurgiendo entre las llamas del amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora