Capítulo 7

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Dos años después...

D:-¿Está listo Señor Alfonso?

A:-Sí, ya podemos irnos Daniel.

Han pasado dos años desde que Alfonso entró al internado que eligió su familia, se la ha pasado en la biblioteca, en los grupos de estudio y en su propia habitación disfrutando de la soledad a su manera logrando terminar los libros que había dejado pendientes. No ha tenido que fingir ninguna sonrisa por más de cuatro horas y a los tenaces periodistas se les tiene prohibido acercarse a la propiedad lo cual ha agradecido cada día. Las clases han transcurrido tranquilas y entretenidas.

Si por él fuera se quedaría los cinco años de corrido y sin pausas pero también ansiaba salir y ver nuevamente el mundo que había dejado, saber si se había detenido, si había avanzado o seguía como siempre. Ha hecho varios amigos, uno en particular que le parece de lo más divertido. Francisco Alarcón Durand,  hijo de un político que fue enviado ahí para dejar de poner en ridículo a su padre según cuenta él y replican las noticias. Francisco no es como los millonarios que siempre lo han rodeado a excepción de Marco y Felipe, él es casi una persona normal o al menos intenta serlo. Come en los restaurantes que quiere, no necesita cerrar las tiendas para hacer compras y jamás le han dado un discurso preparado para conocer chicas. Él es libre.

Alfonso ha entendido muchas de sus limitaciones pero también ha aprendido que el poder que tiene el dinero puede ayudarlo a salir de su cárcel de oro por un momento. Ahora ya de veinte años se siente mas maduro y listo para enfrentar con mayor valor a su padre y sus estrictas normas. Sin embargo creerlo y hacerlo son dos cosas totalmente diferentes, por primera vez en dos años lo volverá a ver cara a cara y solo ahí sabrá si por fin puede negarse a algo que él le ordene.

N:-Bienvenido joven, que alegría verlo de nuevo.

A: -Hola Norma, que bueno volver a verte.

N: -Adelante, su madre lo espera.

A: -Gracias.

Al pisar nuevamente su casa se siente como un total extraño invadiendo propiedad ajena. Cada uno de los muebles, los cuadros , los adornos,  inclusive las plantas que él recordaba ya no estaban. Todo había cambiado.

R:-Hijo, que alegría tenerte en casa.

A:-Hola mamá, que bueno volver.

Regina lo esperaba en el salón rodeada de muchos paquetes que se encontraba abriendo cuando llegó. Se abrazaron y ella notó que Alfonso ahora era mucho más alto que antes y ya no estaba tan delgado, sus facciones eran de un muchacho que se convertía en adulto. Lo examinó de pies a cabeza como si revisara una obra de arte recién adquirida y sintió un poco de nostalgia.

R:-Siéntate hijo. Tu padre se alegrará de saber que llegaste temprano. Ha invitado a varios de sus amigos para que te den una bienvenida, estarán aquí a las...

A:-Espera mamá. Yo no estaré aquí hoy.

R:-¿Qué?

A:-Les dije que llegando partiría a la Isla Aurora. Quiero descansar ahí al menos una semana.

R:-Alfonso tu padre ...

A:-Mi padre ha planeado esto por si sólo. Puede decir que me fui allá sin hacer una parada por aquí.

R:- Sabes que eso no le gustará Alfonso.

A:-Pues ya es hora de que entienda que puedo tomar decisiones también y si quiere algo primero debe discutirlo conmigo.

Regina estaba sin palabras. Esperaba que su hijo regresara cambiado pero mas dispuesto a aceptar el rol que ellos le darían. Estar rodeado de otros chicos con las mismas ambiciones lo haría reconocer que su vida resuelta no era un problema si no una gran ventaja pero estaba claro que Alfonso Castelo no había cambiado su manera de pensar. Seguía siendo el mismo.

Así como llego a casa salió rumbo a la Isla Aurora llevando solamente una maleta pequeña con algo de ropa y lo que necesitara lo compraría luego, lo importante era salir de la mansión lo antes posible. Se sentó en la parte alta del yate y dejó que el sol lo quemara con fuerza, cerró los ojos, escuchó el mar y olió la brisa que tanto había extrañado. Puso música relajante, tomó un libro, una copa de vino y disfrutó su camino al paraíso.

Al llegar lo recibió Ilda que le había preparado con antelación sus bocadillos preferidos, la casa estaba como siempre, era un alivio que ahí no hubiera cambiado nada. Todo el personal que conocía seguía trabajando después de dos años y era casi como una pequeña familia que lo recibía con los brazos abiertos. Al entrar a su habitación se sintió como aquel joven de dieciocho años sonrojándose por primera vez frente a una chica. Automáticamente la imagen de Lucía apareció tan clara en su cabeza que podía volver a sentir sus labios y escuchar su voz, se preguntaba que habrá sido de ella, donde estaría en estos momentos y cuando estaba disfrutando de sus recuerdos su celular comenzó a sonar.

BRR BRR BRR

A:-¿ Si?

V:-Alfonso me puedes decir dónde estás?

A:-En la Isla Aurora, ¿porqué?.

V:-¿Qué demonios haces ahí?, se supone que hoy tenemos una cena importante

A:-Informé hace un mes que saldría del internado y vendría directamente aquí. ¿no te avisaron?

V:-No me vengas con tonterías Alfonso. Te dije bien claro que te quería en casa este día.

A:-Fui a casa, hable con mamá y luego salí. Por cierto no me agrada como la han cambiado...

V:-Alfonso basta , sube al yate y vuelve de una vez, llegarás para las ocho y ...

A:-No iré papá. Adiós.

Colgó la llamada y apagó el teléfono sintiendo un extraño poder por primera vez.

El heredero de la familia CasteloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora