Capítulo 32

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La noche era silenciosa en la Isla Aurora, lo había olvidado. No le disgustaba el ruido de la ciudad pero si apreciaba la quietud de este apartado lugar. Hace apenas unas horas que dejó de escuchar a sus amigos conversar y reir pues ya es entrada la noche y seguramente ya todos deben estar descansando. No volvió a bajar con ellos y tampoco pudo quedarse dormido pues los pensamientos incesantes y el remordimiento se lo impedían. 

En medio de la oscuridad de su habitación el brillo de la luna se escabulle por la ventana haciéndole un guiño para que se acerque a su pequeña biblioteca abandonada por seis años. Se puso de pie y buscó el cuaderno que tanto le gustaba, que había releído hasta el cansancio pero no estaba ahí. Buscó en su memoria dónde lo había puesto o si se lo había llevado a la mansión y al acercarse a la ventana recordó que aquella noche en medio de su dolor lanzó su preciado libro al mar.

Se puso una polera y salió de la casa dispuesto a buscarlo. Dicen que el mar puede ser generoso y que te devolverá lo que más aprecias con el tiempo. Así que apelando a la generosidad de la naturaleza se dirigió a su sitio favorito de la Isla para intentar encontrarlo. Las noches eran cálidas en este tiempo y el brillo lunar parecía guiarlo a través del camino intentando animarlo a encontrar algo que lo sacara de su pesadumbre. Al llegar descubrió que no era el único despierto, ahí en ese mismo lugar en el que se rompió su corazón estaba la razón de sus fuertes latidos.

A:- Pensé que todos dormían.

L:- Igual que yo.

Parecía que ella no estaba sorprendida de verlo ahí pero tampoco lo estaba esperando.

A:- Estar aquí después de nuestra última conversación se siente irreal.

L.:- Nunca pensé volver a esta isla y mucho menos volver a verte.

Ninguno de los dos se imaginó volver a encontrarse, menos en una situación tan inusual como esta. Pero el destino siempre es caprichoso.

A:- Cuando supiste que trabajarían con nosotros, ¿por qué no te negaste si no querías volver a saber de mi?

L:- Porque no estoy en posición de negarme todavía. Soy lo más profesional que puedo, mi vida personal no tiene nada que ver y espero que tu también lo separes adecuadamente.

A:- No te preocupes, jamás podría faltarles el respeto involucrándolos en nuestros asuntos.

L:- ¿Nuestros asuntos? y ¿cuáles son ?

Lucía se cruzó de brazos mientras lo miraba extrañada y disgustada. Esos hermosos ojos verdes que lo habían cautivado años atrás brillaban con la luz de la luna agitando una vez más su corazón.

A:- No le dijiste a Francisco que me conocías de mucho antes.

L:- Mi relación con Francisco no tiene nada que ver contigo.

A:- Él es mi amigo...

L:- A quien no ves en más años que a mi. No creo que sus asuntos te hayan interesado demasiado como para no contactarlo por tanto tiempo.

Ella tenía razón. Francisco Alarcón se convirtió es su amigo en el internado en donde estudiaron por dos años juntos pero nunca mantuvo contacto con él al salir de ahí. Lo admiraba por su carácter rebelde y la forma de expresar la libertad que él no tenía. Pero nunca fue su confidente ni su amigo más cercano. Simplemente un chico con el que simpatizo esos años, nada más.

L:-No sabia que me traería a esta isla, él solo me dijo que visitaríamos a unos de sus amigos y de pronto me encontré aquí frente a ti otra vez.

A:- Es sorprendente como las cosas pueden cambiar en algunos años...

L:- Te molesta que ya no sea la señorita pardo, ¿la empleada que limpiaba tu habitación?

A:- No quise decir eso...

L.- No te preocupes, no necesito ninguna explicación de tu parte y menos una disculpa.

A:- Creo que si te debo una, hace años no me comporte como debía, ejercí la posición de poder en la que me encontraba y sabía perfectamente que tu solo cuidabas tu trabajo. Elaboré fantasías tontas en mi cabeza que no debiste verte obligada a cumplir. Pero aun sabiendo eso quiero hacerte una pregunta.

L:- ¿Cuál?

A:- ¿Por qué Francisco Alarcón y no yo?

L:- ¿Qué?

Las olas del mar parecían golpear más fuerte las costas de isla Aurora. Esa pregunta había estado rondando la mente de Alfonso desde que la vio entrar del brazo de Francisco. Ella lo miraba irritada cruzada de brazos, él sabía que no era nadie para cuestionar sus decisiones después de todo, pero la respuesta a esa pregunta era determinante para ordenar el desastre de posibilidades que flotaban en su mente.

A:- Dijiste que nuestros mundos eran diferentes, que te sentías pequeña e insignificante cuando caminabas a mi lado. Francisco tiene casi la misma fortuna que nuestra familia y además un poder muy influyente en la política. Su padre es un gran amigo del mío, igual de arrogante y orgulloso. ¿Por qué te casarás con él?

L:- No siento que te deba alguna explicación de lo que sucede en mi vida pero solo te diré que la forma en la que conocí a Francisco fue totalmente diferente a la tuya.

A:- ¿Qué lo hace diferente a mi?

L:- Él  nunca intentó meterme en ese lujoso mundo, despojándome de mi propio ser, tratando de cambiar lo que yo era.

A:- Jamás quise hacer eso. Yo solo quería ir a un lugar donde no me sentía cómodo solo y pensé que como éramos amigos tu compañía haría ese momento más llevadero y divertido...

L:- Te divertiste viéndome temblar de miedo a que me descubrieran? , te divirtió reirte de mi cuando me maravillaba por todas las cosas que veía en las tiendas y en la misma fiesta...

Lucía tenía los ojos llenos de lágrimas que de alguna manera se resistían a salir.

A:- Lucia jamás me he reído de ti, solo me parecía tierno verte tan sorprendida y...

L:- ¿Tierno? que curiosa forma de llamarlo.

A:- ¿No te sientes de la misma forma cuando estás con él?

L:- No, Francisco me presenta por mi nombre, cuando le preguntan de mi familia sabe perfectamente que decir, la verdad y yo no bajo más la cabeza, camino a su lado no detrás de él.

A:- Yo podría haberlo hecho si lo hubiéramos conversado...

L:- ¿Enserio? ¿Cómo me ibas a presentar? ¿cómo tu empleada? a tu familia? a tus amigos? a la prensa? no me creas ilusa.

A:- Era alguien diferente a quien soy ahora Lucía...

L:- ¿Quién eres ahora Alfonso?. ¿En qué has cambiado? Sigues siendo el mismo, ocultándote en esta isla, detrás de la sombra de tu padre. Pensando que el mundo que gira a tu alrededor está diseñado para hacerte daño. 

A:- No sabes nada sobre mí Lucía...

L:- Creo que sigues siendo el mismo chico asustado que conocí hace años atrás.

No había más que pudiera decir. Alfonso Castelo no había salido de su lujoso encierro. No había tenido el valor de enfrentarse a su familia. Ella y Felipe tenían razón. Era solo un cobarde.

L:- Para que quede claro, la única comunicación que tendremos será netamente laboral, sólo cuando sea necesario. Tu y yo no somos amigos, no lo olvides.

A:- Entiendo. Buenas noches Lucía.

L:- Adiós Alfonso.

Una vez más se quedó solo y en silencio. Las olas del mar eran sus únicas compañeras. No encontró ahí a la Lucía de hace seis años y tampoco el cuaderno que había perdido.

El heredero de la familia CasteloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora