Capítulo 20

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El viaje en el auto había sido más rápido que de costumbre, pues al ser ya de madrugada la cantidad de vehículos que circulaban era casi nula. Al llegar a la inmensa propiedad de la familia Castelo, Alfonso sintió que el dolor de cabeza que tenía comenzaba a empeorar.

D:-Bienvenido a casa Joven.

El chofer de la familia le abrió la puerta con una gran sonrisa como de costumbre. Se habían estacionado frente a la puerta principal de la mansión, sacó la llave de su bolsillo y caminó con el mayor cuidado para no despertar a nadie. Subió las escaleras y llegó a su habitación. Al entrar encontró a Virginia en el escritorio leyendo un libro de su pequeña biblioteca.

VIR:-Alfonso. Llegaste muy rápido.

Ella se acercó con cuidado y lo tomó del rostro. Le quitó los anteojos oscuros y pudo ver sus ojos hinchados y aún ligeramente húmedos. Sin decir palabra lo abrazó y él le devolvió el abrazo.

VIR:-No tienes que contarme si no lo deseas.

Virginia, su hermana mayor, es una persona cálida y agradable que a pesar de no comprender ni compartir muchas de las actitudes de él, intentaba siempre que se sintiera querido y valorado.

VIR:-¿Es una chica? verdad?

Ella no sabía si sentirse feliz de que por fin su corazón se hubiera abierto hacia el primer amor o si sentirse triste porque al parecer las cosas no habían resultado nada bien.

VIR:-¿La conozco?

A:-No.

VIR:- ¿Te rechazaron?

A:-En mi tonta fantasía creí que era posible.

VIR:-¿Te dijo porqué no quería salir contigo?

A:-Por se yo.

VIR:¿Qué quieres decir?

A:-Soy el heredero de la familia Castelo y pensar si quiera estar conmigo parece ser un pecado imperdonable.

Entonces Virginia entendió que no se trataba del tiempo que podía pasar lejos de ella pues Alfonso estaría tres años más en el internado y que tampoco se trataba de algún rival con quien no tuviera oportunidad. Se trataba de dinero. Y el dinero no compra la felicidad. Menos la de ellos dos aunque tuvieran demasiado. Siendo consciente de que él era el heredero de la familia y que tenía responsabilidades que debía cumplir, no podía alentarlo a no desanimarse o mentirle acerca de ir por ese amor platónico a toda costa. Lo único que podía hacer por él era abrazarlo, escucharlo e intentar comprender su tristeza.

A la mañana siguiente Alfonso se levantó temprano y fue a nadar a la piscina que estaba al aire libre, el agua helada le congelaba los huesos y esperaba que eso pudiera apaciguar su mente. Las palabras de Lucía se repetían una y otra vez en su memoria cuando una voz conocida lo sacó de sus pensamientos.

V:-Me dijeron que llegaste anoche.

Su padre estaba de pie acomodando el vistoso reloj que le había regalado su madre en uno de sus aniversarios. Estaba vestido con un terno azul y llevaba los anteojos de sol puestos.

A:-Llegue lo más rápido que pude antes de que enviaras a la guardia costera por mí.

Alfonso salió de la piscina y sacudió su cabeza haciendo que pequeñas gotas de agua cayeran sobre los brillantes zapatos de su padre.

V:-¿Crees que puedes burlarte de mí?

A:-¿Cómo podría padre?

Vicente no estaba nada feliz de que Alfonso lo retara, a pesar de que su hijo ya no era más un niño no podía permitir que su autoridad fuera cuestionada o rebasada por ningún motivo. Es una persona orgullosa y prepotente. Vicente Castelo no está acostumbrado a perder ni ceder y su hijo ya estaba rozando un límite peligroso.

V:-Alfonso, me enteré que fuiste a la fiesta de compromiso de Felipe.

Todo el cuerpo de Alfonso se tensó mientras veía a su papá revisar su celular.

A:-Sólo pasé un rato a saludarlo.

V:-¿Quién era la señorita que iba contigo?

En el arrebato de su locura no se dió cuenta que su padre se enteraría que había asistido y además con alguien que no era Alondra. Tomó la toalla pequeña y la puso sobre su cabeza intentando ocultar su nerviosismo.

A:-Nadie.

V:-Nadie?...uhmmm... Esa nadie te hizo gastar más de cincuenta mil dólares.

A:-...

V:-No me interesa si quieres hacer regalos a alguna chica por ahí, me da igual. Sin embargo no te atrevas a llevarla a eventos públicos porque en lo que a todos concierne te comprometes con Alondra y no la ofenderás de esa manera y por supuesto no pondrás en vergüenza mi apellido ¿Entendiste?.

A:-Ya te dije que el matrimonio con Alondra no sucederá...

V:-¿Quién lo dice?

A:-Yo.

V:-¿Y tú quién eres para decidirlo? Escúchame bien Alfonso. Sin tarjetas, sin celular, sin casa, sin esa Isla que tanto quieres, dime. ¿Qué queda? Un tonto que no hace más que quejarse de la triste vida que tiene. Así que mientras pague tus caprichos y lujos soy yo el que decide qué harás. ¿Quedó claro?

A:-Porsupuesto amo.

En ese instante su padre lo abofeteó con fuerza. Su cuerpo retrocedió ante el impacto y su mejilla se tiñó de rojo. No era la primera vez que lo hacía y supuso que no sería la última.

V:-Ya me has avergonzado demasiado y no voy a permitírtelo más, ¿escuchaste?. Estarás en la cena con los Figueroa hoy. Aprende un poco de su hijo, harás negocios con él en el futuro.

Diciendo esto se alejó caminando nuevamente hacia la mansión. No había considerado que su padre se enteraría de su pequeña aventura con Lucía, sin embargo, parecía no saber quién era ella y eso lo alivió un poco pues si se llegase a enterar que era parte de la servidumbre definitivamente destruiría la vida de la pobre chica.

El heredero de la familia CasteloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora