Capítulo 14

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Lucía se armó de valor y escogió los dos primeros vestidos que le gustaron. Las encargadas de la tienda la miraron incrédulas pero igualmente la atendieron dejando en claro, primero, el precio de los vestidos, a lo que Lucia quedó perpleja pero se mantuvo firme en su decisión.

Ya en los probadores, que eran más grandes que su propia habitación, se tomó fotos frente al espejo para enseñarle a Alfonso los vestidos y luego lo llamó a su celular.

L:- ¿Qué te parece?

A:-El vestido azul te queda precioso ese es el que llevarás, ¿te parece bien?

L:-Si, está bonito.

A:-Perfecto , ahora dile que te muestren los zapatos para ese vestido.

En esa misma boutique vendían todo lo que necesitaba, vestidos , zapatos, joyas, bolsos ,todo lo que quisiera para completar el look total que usaría en la reunión.

L:--No puedo caminar bien con este zapato.

A:-ja ja si, se nota, pareces un venado recién nacido.

L:-Búrlate lo que quieras. Creo que iré en zapatillas

A:-Nooo imposible. Pruébate otro más bajo.

Cuando por fin eligió el zapato adecuado era el turno de elegir las joyas que llevaría puesta. Los anillos , las pulseras, los collares, los pendientes en oro y diamantes. Todo brillaba con tal fuerza que Lucía parecía estar mirando al sol directamente. Cuando uno le llamaba la atención y veía el precio, sus ojos se abrían como canicas y los vendedores se inquietaban por su reacción recordando a cada momento que lo que estaba mirando eran joyas exclusivas y que no cualquier persona podría comprarlas.

Cuando al fin eligió todo lo que necesitaba con la aprobación y supervisión de Alfonso llegó la hora del pagar. Parecía que todos los encargados de la tienda la miraban atentos a que se desmayara cuando le dijeran la suma total.

L:-Aló? Alfonso. Esto es una locura

A:-Dime, ¿qué pasa?

L:-Todo sale como cincuenta mil dólares.

A:-Tranquila. Sólo pasa la tarjeta como habíamos quedado. No pasa nada.

L:-Dios mio, no puedo.

A:-Claro que puedes. Solo dásela a la encargada, ellos no hacen preguntas, sólo quieren que les pagues.

Cuando las bolsas con la ropa y los accesorios estaban en sus manos salió de la tienda directo al salón de belleza más cercano. Alfonso hubiera querido acompañarla pero sabía que eso la pondría aún más nerviosa y corría el riesgo de ser reconocido así que se quedó en el yate esperando las llamadas de Lucía. Se estaba divirtiendo eligiendo la ropa que ella usaría y estaba ansioso por verla lista.

Al llegar al salón de belleza causó la misma impresión que en la boutique. La miraron muy extrañados pero esta vez Lucía se sentía un poco más segura y al notar las bolsas que ella llevaba, las atenciones cambiaron de inmediato y de pronto tenía a todos a su entera disposición.

L:-Aló?

A:-Dime. Estás lista?

L:-Si. Dónde nos encontramos?

A:-Te enviaré un auto que te traerá al yate.

L:-ok

El auto llegó a la puerta del salón de belleza y Lucía subió con un poco de dificultad pues era la primera vez que usaba un vestido tan ajustado y hace tiempo que había cambiado los tacos por las zapatillas. Al bajar del auto, uno de los guardias de seguridad de Alfonso la ayudó a volver al Yate.

Alfonso estaba terminando de alistarse en su habitación cuando sintió que empezaban a moverse nuevamente y se apresuró a salir porque quería verla lo antes posible. Apenas puso un pie fuera, al ver la silueta de Lucía que estaba de pie mirando el extenso mar se quedó sin aliento.

Al escucharlo salir, ella volteó a verlo, tenía las mejillas sonrojadas y se veía nerviosa pero feliz. Alfonso estaba gratamente sorprendido. Ella vestía totalmente de azul oscuro pero destellaba. Su hermoso cabello planchado y liso parecía aun mas largo de lo normal. Le habían cortado las puntas logrando que cayera totalmente simétrico y el maquillaje de sus ojos hacía resaltar el color verde de su mirada. Sus labios con un color rosa pastel que los hacía ver mas dulces. Las joyas parecían brillar solo para complementar su belleza natural.

L:-¿Me veo ridícula?

A:-Te ves hermosa. Realmente bella.

Él estaba maravillado. No podía dejar de mirarla. Quería tomarla de la mano. Besarla. Desaparecer con ella. Pero cuando estaba feliz disfrutando sus pensamientos, le avisaron que habían llegado al muelle y el auto de Felipe los estaba esperando.

A:-Bien Lucía. Como ya lo conversamos, no te separarás de mi en ningún momento.

L:-Ok

A:-Siempre tendrás en la mano una copa de champagne o vino que yo mismo te daré y en lo posible sólo conversarás conmigo.¿Lista?

L:-Claro que no.

A:- Todo estará bien. Vamos.

Saludaron al chofer y subieron al auto que los llevaría a la fiesta.

El heredero de la familia CasteloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora