Capítulo 49

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Cómo había planeado, Alfonso visitó a su hermana en España. Su sobrina Almudena era una pequeñita preciosa, tenía los ojos y el cabello iguales a los de Virginia. Aprovechando al máximo el tiempo que tenía antes de viajar , llevó a pasear a Emilio todos los días a los lugares que más le gustaban y a pesar de que la prensa lo seguía todavía, el equipo de seguridad contratado por Ignacio y Virginia no permitió que se les acercaran. Alfonso disfrutó sin presiones y se despidió. No sabía cuanto tiempo se tomaría para volver, no se comunicaría tan seguido pero sí sabrían de él. Virginia no lo cuestionó más y lo dejó ir después de darle un gran abrazo. 

Cuando Marco y Felipe recibieron la noticia de su viaje se ofrecieron a pasar unos días con él en España antes de que se fuera. A pesar de la insistencia de sus amigos no les dijo a donde se dirigía pero prometió comunicarse con ellos seguido, ninguno de los dos estaba muy de acuerdo con su decisión pero entendían que era lo mejor para encontrar la tranquilidad que necesitaba en estos días de caos. Lo acompañaron al  aeropuerto para despedirse de él esperando que este viaje lo ayudara a relajarse y a dejar ir todo lo que le causaba dolor.

F:- Así que enserio te irás?

M:- Otro plan más fallido...

A:- Lo intenté. Pero fracasé.

F:- No sería la primera vez.

M:- No. Recuerdan lo del huevo podrido?

A:- hahaha si. Al final fallamos monumentalmente.

F:- Alondra casi nos mata.

A:- Por cierto, ¿cómo está ella?

F:- No hablo con ella muy seguido. Cree que nosotros somos tus compinches y lo sabíamos todo. Pero supongo que está bien. La última vez que hablé con ella me dijo que estaba saliendo con un modelo, no recuerdo su nombre.

A:- Que bueno. 

M:- Al. Te vamos a extrañar. No te tardes demasiado.

A:- Yo también los extrañaré. 

F:- Ya cállense. No se va a morir. Se morirá de frio a lo mucho pero vivito estará y más te vale. Porque te iré a sacar de dónde sea que estés.

Se abrazaron y subió al avión que lo llevaría a un nuevo comienzo. La tripulación lo saludó cordialmente y lo guiaron hasta su asiento en donde sorpresivamente lo esperaba Luciano Figueroa.

A:- ¿Qué haces aqui?

Lf:- Vine a llevarte a tu primer día de escuela.

A:- hahaha gracias.

Lf:- Ya siéntate y comamos algo será un vuelo largo.

El viaje duró cerca de veinte horas, al llegar los esperaba un auto que los llevaría hasta el pueblo en donde se encontraba la casa que hospedaría a Alfonso durante el tiempo que decida quedarse.

Lf:- Él es Héctor Carrasco . El encargado de la ONG.

A:- Un gusto Héctor, soy Alfonso.

H:- Bienvenido Alfonso. Siempre es bueno tener más ayuda.

Lf:- Hazlo trabajar Héctor. Nada de tratos especiales.

H:- Ni te preocupes por eso que aquí no hay tiempo para descansar. 

Lf:- Excelente. Vamos, te muestro tu habitación.

H:- Descansa Alfonso. Nos vemos mañana o mejor dicho, en unas horas. 

A:- Gracias.

La casa en la que se quedaría Alfonso la compartía con los voluntarios que llegaban a apoyar de distintos países. Una de las reglas claves de ese lugar era la prohibición total de los teléfonos celulares. Sólo podrían comunicarse por un teléfono tradicional que estaba en la oficina administrativa si se requería alguna emergencia y ademas Héctor era el único que tenía celular y computador a entera disposición.

Lf:- A pesar de que es una casa compartida, cada uno tiene su propia habitación y baño personal, me pareció adecuado y respetuoso con todos. Las demás áreas se comunes. Aquí los voluntarios se turnan para cocinar, sin excepción. Así que tendrás que aprender.

A:- Bien. Lo intentaré.

Lf:- Si necesitas algo se lo pides Héctor. Y ya él te explicará las reglas de la convivencia. Hay muchas cosas a las que no estás acostumbrado, trata de ser paciente. 

A:- No te preocupes. No creo ser tan quisquilloso.

Lf:- Has sido un niño mimado toda tu vida Alfonso, créeme, eres quisquilloso.

A:- hahaha ok ok.

Lf:- Bueno no hay más que decir, yo tengo que volver de inmediato.  

A:- Gracias por darte el tiempo de acompañarme Luciano. Te quiero y cuídate mucho.

Lf:- Ven dame un abrazo, cuídate hijo. Te quiero.

Se despidieron y Alfonso se recostó en la cama agotado. Su habitación era pequeña. Una cama con el tamaño adecuado para una persona. Un escritorio, un ropero, sin televisión ni computadora. El baño también era simple. Sería un completo reto pero estaba ilusionado. Al abrir su maleta encontró un cuaderno y una nota. 

"Cuando te sientas solo, conversa contigo mismo y estoy seguro que encontrarás muchas respuestas". (L.F)

Un diario. No había intentado uno desde que perdió en la playa el diario que le regalo su abuelo. Siempre que lo recordaba se sentía melancólico ya que era el recuerdo más preciado que tenía de él además de los gemelos que le había entregado su padre. Se recostó en la cama y se quedó profundamente dormido.

Unas horas mas tarde tocaron la puerta de su habitación. Abrió los ojos y por un momento se sintió confundido pero rápidamente pudo recordar donde se encontraba.

H:- Es hora de levantarse. Si no, no te acostumbrarás al cambio horario.

A:- Por supuesto. 

H:- Descansaste?

A:- Sí. Creo que lo necesario para irme adaptando.

H:- Bien. Sígueme, vamos a conocer a los demás voluntarios.

Bajaron al comedor donde estaban sirviendo el almuerzo. Habían cerca de veinte personas de entre veinte y treinta años. Héctor lo presentó con todos muy brevemente, ninguno de ellos parecía saber quien era o tal vez lo sabían pero nunca lo dijeron en voz alta. Todos estaban ahí por un único propósito, ayudar.

H:- Bien Alfonso, será mejor que comas algo ligero, luego te mostraré las instalaciones y te daré el uniforme de trabajo. Sígueme.

A:- Perfecto, gracias.

Nadie le llevaría su plato a la mesa. Tenía que acostumbrarse a acercarse a la estación donde se encontraban los utensilios y la comida. Podía servirse la necesaria para estar lleno de energía para empezar a trabajar. El menú era simple. Una ensalada de entrada, un plato de fondo acompañado siempre de una sopa. Y una fruta de postre. Podría elegir entre agua o alguna infusión para beber, igual que café. Lo que le resultaría un verdadero reto sería preparar algo, lo único que había aprendido para sobrevivir era cómo hacer una sopa instantánea, lo que sea que se pueda cocinar en microondas o utilizar su teléfono para pedir delivery. 

T:- Hola soy Tatiana y él es Esteban. Bienvenido.

A:- Hola, Alfonso. Un gusto.

E:- Será mejor que solo comas la sopa hoy. Tienes que acostumbrarte de a pocos, si no tu estómago pagará las consecuencias.

A:- Gracias por la advertencia. ¿Desde cuado están aquí?

E:- Llevo tres meses y Tati, ¿ un año?

T:- Sí, en dos días cumplo un año. 

A:- Un año? Wao, es un largo tiempo.

T:- En un inicio pensaba quedarme un mes pero créeme hay tanto que hacer que el tiempo pasa volando y te aseguro que te enamorarás de este lugar.

Sonaba bien eso de enamorarse de este lugar. Estaba ansioso por ver que podía aportar y que lograría aprender. Después de todo era la primera vez que estaba realmente solo en un lugar desconocido.


El heredero de la familia CasteloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora