Capítulo 17

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Cuando llegaron al yate, Alfonso hizo que Lucía usara su habitación para que se cambiara la ropa y se quitara el maquillaje para volver a la Isla.

Era la primera vez que ella entraba en esa habitación. La ropa de Alfonso estaba tirada en la cama y como si fuera por la costumbre empezó a doblarla y colocarla en los cajones. En el pequeño tocador estaba el perfume diario que él utiliza y con un poco de vergüenza pero con mucha curiosidad lo tomó y roció un poco en el aire, sintió el dulce aroma y se recostó en la cama disfrutando del silencio y el movimiento del yate atravesando las olas del mar.

Mientras estaba sentada, quitándose el maquillaje, frente al espejo oyó que tocaron la puerta.

A:-Lucía estás bien?

L:-Sí pasa.

A:-Disculpa, pensé que podrías sentirte mal por el movimiento del yate, de todas maneras les dije que fueran más despacio por si te estuvieras sintiendo mal.

L:-Gracias. Termino en un momento y salgo.

A:-Bien.

Cuando Lucía se puso de pie un movimiento brusco del yate hizo que se tambaleara y fuera sostenida por Alfonso que la tomó de la cintura y la atrajo hacia él rápidamente.

L:-Puedes ayudarme Alfonso?

A:-Si, dime que necesitas.

Entonces Lucia se volteó y recogió su cabello en un moño y dejó al descubierto su cuello.

L:-El collar y el cierre del vestido por favor.

Alfonso estaba maravillado por la vista. Tan solo el pensar en tocar su piel lo emocionaba al punto en que su corazón estaba a punto de salir de su pecho. Con mucha delicadeza acercó sus manos al delgado collar que adornaba el cuello de Lucía y rozando ligeramente su piel quitó el broche. La cadena de brillantes se deslizó y ella la tomó en sus manos, entonces Alfonso sintió que sus manos comenzaban a sudar mientras miraba el delgado cierre del vestido. Al empezar a deslizarlo hacia abajo la espalda desnuda de Lucía se descubría poco a poco hasta llegar a una altura provocadora.

A:-Listo.

Lucía se dio la vuelta sosteniendo el frente del vestido con ambos brazos para que este no tuviera oportunidad de resbalar. Sus ojos se encontraron y sin pensarlo más cedieron ante el anhelo de sus labios y el deseo de su corazón.

Él la tomó del rostro con ambas manos y saboreó con pasión desbordada los labios de ella. Lucía apretaba con más fuerza el vestido mientras luchaba con el fuerte deseo de abrazarlo, en ese momento el yate volvió a moverse con fuerza y los brazos de Alfonso ahora rodearon su espalda y sostenían su cabeza.

Al parecer ella decidió olvidarse de la promesa que le había hecho a su tía y dejarse llevar por la pasión que los envolvía. No le importaba si esto fuera un error, esta sería probablemente la última vez que lo vería y lo abrazaría de esta manera. Alfonso pronto saldría de la isla hacía la vida en la que ella no tenía un lugar así que sólo en ese momento él le pertenecía y ella quería entregarse a él por completo.

Alfonso hundió su rostro en el cuello desnudo de Lucía y comenzó a saborear poco a poco el lugar en donde antes reposaba el collar de brillantes que le había quitado. La boca de Lucía se abrió ligeramente gracias a la intensa sensación que eso le provocaba y en un impulso soltó su vestido, tomó el cuello de Alfonso con una mano y con la otra sujetó su cabello jalando apasionadamente, él atrajo su cuerpo como si tratara de sujetar el vestido de ella con la presión de su cuerpo.

A:-Lucía. Yo quiero...

Alfonso susurró como una súplica a sus oídos. El cuerpo de lucía se estremeció por el calor de su aliento.

L:- Yo también Alfonso...

No quedaba duda que ambos se añoraban con cada acelerado latido. Al separarse tan solo un poco el vestido de Lucía comenzó a resbalar suavemente por su delgado cuerpo dejando al descubierto sus pechos y la ropa interior que aún resguarda su parte más intima. Al instante un hilo de vergüenza atravesó su mente y cruzó sus brazos para cubrirse pero Alfonso rápidamente la volvió a abrazar y tomó de rehenes a sus labios y poco a poco la fue empujando hacia la cama donde finalmente cayeron.

Los besos no se limitaron a los labios, Alfonso estaba muy interesado en explorar todas las partes de su cuerpo mientras que ella presionaba la almohada con una mano y la otra estaba tapando sin éxito su boca en el intento de contener su excitación.

Cuando los labios de Alfonso llegaron con prisa y pasión al borde de su ropa interior lucia intento detenerlo alcanzando su brazos y jalándolo con la fuerza que aun le quedaba para resistirse pero eso era imposible. En el momento en que Alfonso estaba a punto de explorar un lugar desconocido y escondido por un poco de tela la puerta de su habitación sonó. Al instante Lucía volvió a sus sentidos y recogió las piernas y se tapo el cuerpo con las almohadas que antes sostenía. El rubor apasionado se tiñó de vergüenza y miedo a ser descubierta. Recordó rápidamente quien era, que estaba haciendo y sobre todo con quien.

Alfonso notó su rostro de exaltación y preocupación y se puso de pie, le alcanzó la sabana que había quedado enredada sobre la cama y se acomodó la ropa y salió de la habitación. En seguida Lucía se metió a la ducha, tambaleándose por el movimiento del yate se lavó los restos de pasión del cuerpo sin mojar su cabello para no levantar mas sospechas de las que estaba segura ya los miembros del yate imaginaban y se vistió con la ropa con la que salió de la isla. Rápidamente acomodó la habitación al estado normal, guardo ele vestido y las joyas en los empaques en los que se los entregaron y salió de la habitación.

El heredero de la familia CasteloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora