Capítulo 4

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El domingo por la mañana Alfonso comenzó su día corriendo por la orilla del mar disfrutando de la tranquilidad y la quietud de las olas. Tenía los ojos cansados y los párpados ligeramente hinchados debido a que no pudo dormir toda la noche gracias al ruido que le causaban sus pensamientos. A pesar de que podía aprovechar para descansar sin ser interrumpido no quería seguir más tiempo encerrado en su habitación, necesitaba evitar pensar y recordar lo sucedido anoche.

Sin embargo sabia que inevitable ver a Lucía en cualquier momento ya que pronto todos bajarían a desayunar y seguramente ella sería la encargada de atenderlos, así que decidió poner en orden sus pensamientos y actuar como si nada estuviera pasando.

Una vez que todos bajaron de sus habitaciones el desayuno se sirvió en la terraza de la casa. Un gran festín de frutas frescas, bollería y demás cosas que habían sido pedidas específicamente para cada uno en su lista de preferencias. El joven Castelo no tenía especial preferencia por alguna fruta pero si evitaba comer fresas y pecanas pues su cuerpo reaccionaba con una fuerte alergia a estos alimentos. Alondra no tomaba nada con azúcar, sus amigas no comen nada que contenga gluten mientras que Mateo y Felipe siempre comienzan su desayuno con jugo verde y todas sus comidas las acompañan con agua pura.

G:-Deberían intentar el ayuno intermitente es buenazo para marcar los abdominales.

F:- ¿Los abdominales falsos que tu padre te regaló?.

Fi: -ja ja nosotras somos super naturales Felipe.

F:-Si claro, tu nariz es prueba de ello.

M:-Alondra y tú? ¿qué te has operado?

Alo:-¿Operado?. Nada pero creo que intentaré lo del ayuno.

A:-¿Ayuno? están locas.

Alo:-Alfonso tu lo dices porque todo lo que comes desaparece, pero en cambio nosotras respiramos y nos hinchamos.

F:-ja ja ja es que Alfonso come algo y se va al baño.

M:-jajajajaja

Alo:-Que asqueroso eres Felipe.

F:- Pero es la verdad o no Castelo?

Trashhhh

A:-¿Y eso?

Alo:-Alguna torpeza en la cocina, si está por ahí la chica de anoche no sería raro...

Se escuchó un fuerte sonido en la cocina pero ninguno de ellos se levantó, siguieron adelante con su conversación y sus risas sin darle mayor importancia, cuando ya habían terminado de desayunar apareció Lucía quien se encargaba de recoger y limpiar la mesa. Mientras estaba en lo suyo, Alfonso observó que la chica tenía una venda puesta en la mano derecha además que se notaba la dificultad con la que agarraba las cosas y se preguntó si el sonido de hace un momento tenía que ver con la venda que ahora tenía en la mano.

M:-Vamos a la playa Al. Hay que ir por las motos.

Marco lo sacó de sus pensamientos y lo siguió para la playa donde ya estaban las chicas aplicándose bronceador debajo de sus sombrillas y Felipe estaba eligiendo la moto que iba a usar. Así transcurrió la mañana tranquila y llena de deporte acuático en donde los chicos disfrutaron de la velocidad y las chicas de los rayos solares. Como ya era costumbre Alfonso tomó su libro y se fue a buscar quietud y sombra caminando por la Isla. Cuando al fin llegó a su lugar favorito lo suficientemente apartado de la casa, se puso sus audífonos, sus lentes y abrió el cuaderno que estaba releyendo una vez más.

Gracias a la brisa marina y a la sombra de la vegetación combinada con la música relajante que estaba escuchando pudo cerrar los ojos y quedarse dormido. Sólo cuando sintió que su cuaderno resbalaba abrió los ojos y al levantarse del lugar donde estaba tendido vio a Lucía en la orilla del mar. Trató de no hacer ningún ruido y se sentó a observar lo que hacia la chica, que no sabía nadar, frente a ese inquieto mar. La vio remangar sus pantalones, sacarse los zapatos, sentarse y sumergir sus pies en el agua, luego de observarla por unos minutos decidió dejarla tranquila para que disfrute su descanso y cuando estaba a punto de levantarse para volver a la casa a conversar con sus amigos antes de alistar su retorno a la realidad, la vio recoger varias piedritas y ponerlas cerca de ella. 

-SIRVETE TU MISMA TU MALDITA AGUA BRUJA...

-EL JUGO VERDE APESTA A PASTO MOJADO...

-QUE TE OPEREN EL CEREBRO TONTA...

-AYUNO!! CUANDO HAY GENTE QUE SE MUERE DE HAMBRE, QUE ESTÚPIDA

-QUIERO COMER FRESAS FRESCAAASSS ...

Alfonso inmediatamente se dio cuenta que la muchacha estaba descargando toda su ira contenida frente a él lanzándole piedras al pobre mar. Hablando de sus amigos y sobre él mismo. No sabía qué hacer, debería estar molesto y hacer que la saquen de la Isla de inmediato por comportarse de esa manera tan impertinente. Debería ir y encararla. Pero contrario a todo eso solo empezó a reírse. Se puso de pie con mucho cuidado de no hacer ruido y se fue por el mismo camino por donde llegó antes que ella pudiera notarlo.

Marco y Felipe fueron los primeros en irse, necesitaban volver a su duro entrenamiento pues estaban a puertas de comenzar con el campeonato y les esperaban semanas de alta exigencia. Alondra y las hermanas Hinojosa no regresarían con Alfonso en el mismo yate pues habían descansado lo suficiente y extrañaban las fiestas y reuniones más entretenidas a las que están acostumbradas. Alfonso decidió quedarse a dormir una noche más en la isla antes de volver a casa en contra de lo que tenía pactado con su padre. La razón ni él mismo la comprendía pero sentía la extraña necesidad de estar solo por lo menos unas horas.

Cuando todos se fueron, el silencio se volvió más placentero. Se recostó en una de las hamacas de la playa, abrió nuevamente un libro y volvió a quedarse dormido. Las brisa del mar acunaba su sueño y los últimos rayos del sol acariciaban su rostro cuando escuchó una voz que lo llamaba.

L:-Joven Alfonso...

No quería abrir los ojos.

L:-Joven Alfonso, disculpe.

Quería dormir un poco más, alejarse de todo por un segundo más.

L:-Señor Castelo.

Odiaba ser llamado así, el señor Castelo era su padre, él no. Él quería ser Alfonso, nada más. Abrió los ojos y volteó su rostro rápidamente para encontrarse directamente con los bellos ojos de color verde esmeralda de Lucía que lo miraba tan de cerca que casi podían chocar sus narices. Se sobresaltó al igual que ella y cayó de la hamaca.

El heredero de la familia CasteloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora