Capítulo 56

104 4 0
                                    

A:- ¿Lucía?

L:- ¿Alfonso? qué...

A:- ¿Qué haces aquí?

Los dos se miraron estupefactos. Las palabras parecían no encontrar la forma de salir del pecho. El corazón latía a mil por segundo y la temperatura aumentaba rápidamente. 

L:- Luciano me envió a supervisar la construcción del colegio. Yo no tenía idea que estabas aquí...

A:- Hablé con él en la mañana y no me dijo que vendrías. Lamento si esto te incomoda de verdad, Luciano se pasó de la raya esta vez. No te preocupes. Hablaré con Héctor mañana temprano para que sea él quien se encargue de ayudarte aquí porque yo...

L:- Por mi no hay problema Alfonso. De hecho. Quisiera que seas tu quien me acompañe mañana porque eres la única persona que conozco aquí. Si te parece claro.

A:- Ok está bien. Mientras tanto será mejor que te acuestes y descanses. El control de la calefacción está en el escritorio, si sientes que está muy frío puedes modificarla a tu gusto. Vendré a despertare un poco antes de las 8 que se sirve el desayuno. Debes abrigarte muy bien para salir porque hace más frío por la mañana luego la temperatura se regula un poco.  Aquí te dejo mate caliente y un bizcocho por si tienes hambre. Nos vemos mañana, descansa.

Alfonso hablaba sin parar. Estaba tan nervioso que necesitaba salir de ahí lo más pronto posible.

L:- Espera Alfonso. Ya que aún es temprano creo que podemos conversar un poco. Son a penas las siete de la noche.

A:- Creo que debes descansar. Has tenido un viaje largo y el cambio de horario es difícil de asimilar.

L:- Pero si espero un poco más puedo despertarme a la hora de aquí sin problemas.

Alfonso no terminaba por entender la situación. Tiempo atrás ella no lo quería cerca y después de todo lo que había pasado, parecía no tener problemas de conversar a solas con él. Asumió que ahora que estaba casada desde hace meses ya no le importaba conversar con él sin que fuera algo de trabajo porque la veía extrañamente tranquila sin embargo él estaba increíblemente nervioso. Seis meses habían transcurrido en ese lugar alejado del mundo que lo perseguía sin cesar y con el objetivo de olvidarla parecían desaparecer cuando notaba que su corazón respondía al simple sonido de su voz como un tonto adolescente. 

L:- Cuéntame, ¿cómo decidiste venir para acá?  Estoy segura que nadie se lo esperaría.

A:- En realidad fue idea de Luciano. Me ha ayudado a descansar un poco de lo extenuante que puede ser el ruido de la prensa. Y tu ¿qué tal? ¿cómo está Francisco?

L:- Yo muy bien, avanzando los proyectos del estudio y Francisco ya casi termina la remodelación de la casa de su abuelo, está muy feliz.

A:- Ya veo, que bueno. Por cierto, felicidades. 

L:- Gracias.

A:-Entonces ¿viniste desde Paris? ¿Estás segura que no estás cansada? son muchas horas de vuelo...

L:- No no, yo no fui a Francia.

A:- Ah Comprendo, supongo que con el proyecto de Natalia fue difícil encontrar tiempo para ir de luna de miel.

L:- Alfonso yo no me case con Francisco, hace seis meses que nos separamos. 

Esta vez si estaba realmente pasmado, no sabia si estaba soñando o si era verdad lo que estaba pasando ahora. Se había dicho a sí mismo durante todo este tiempo que el día que la volviera a ver, que seguro sería inevitable, la felicitaría y de todo corazón le desearía una vida dichosa. Sin embargo después de oírla decir que no estaba casada con Francisco Alarcón su mente quedó totalmente en blanco.

El heredero de la familia CasteloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora