Capítulo 34

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El ajetreado fin de semana pasó en un abrir y cerrar de ojos. Ninguno de los dos había podido contarle a su familia la noticia del fin de su compromiso. Sin embargo, Alfonso tendría la oportunidad de decírselo a su padre durante el almuerzo que ha programado esta tarde en su restaurante italiano favorito.

Mesero:- Benvenuto, signor Castelo. Il tuo tavolo è pronto.

Vicente:- Eccellente.

Alfonso: - È bello rivederti, Giuseppe.

Mesero:- Grazie signor Castelo. Sono felice di servirvi di nuovo dopo tanto tempo.

Vicente:- Ordineremo come sempre.

Mesero:- Perfetto. Francesco verrà presto a servirvi. Mi scusi.

Vicente:- Ya te dije que dejes de ser tan familiar con la servidumbre Alfonso. Luego se toman confianzas que no deben.

Vicente Castelo es un hombre arrogante y soberbio. Nunca muestra amabilidad a ninguna de las personas que le sirven y ha tratado por todos los medios posibles hacer que sus hijos entiendan que son superiores a los demás. Pero ni Alfonso ni Virginia han adoptado tan terribles modales y esa debilidad es lo que más enfurece a su padre.

Alfonso:- Hay algo de lo que tenemos que hablar padre...

Vicente:- Supongo que es algo muy importante como para interrumpir la quietud de mi almuerzo.

Tomar valor para hablar con él siempre ha sido complicado. Nunca ha podido expresarse correctamente frente a Vicente pues desde pequeño ha creado entre ellos un muro impenetrable y aún ahora Alfonso se llena de ansiedad con solo intentar explicarle razones. Cuando estaba a punto de decirle lo del compromiso con Alondra, su padre se puso de pie rápidamente pues un amigo se acercaba a su mesa.

V: -Mariano qué bueno volver a verte.

M: -Eres tu quién no se deja ver así nada más Vicente.

V: -hahahaha los negocios me tienen secuestrado.

M: -Solo puedo verte para hablar de negocios.

V: -Tú sabes bien cómo es esto. Ya conoces a mi hijo Alfonso.

A:- Señor Alarcón un placer.

M :-Alfonso!, no te veo desde hace años, ya eres todo un hombre.

V: -Tomemos asiento para seguir conversando a gusto.

Mariano Alarcón, el padre de Francisco, era un tipo alto, ligeramente encorvado. Con un rostro de facciones varoniles muy marcadas y de ojos negro azabache que camina con aires de superioridad parecidas a las de Vicente. Un grosero y patán que oculta perfectamente frente a cámaras su verdadera personalidad. Solo cuando esta rodeado de personas iguales a él revela los pésimos modales que tiene para referirse a los demás.

V: -Me enteré del compromiso de Francisco, felicidades.

M: -huh ese chico no hace más que sacarme de quicio.

V: -¿Por Qué lo dices? pensé que ya se había cambiado.

M: -Él? jamás. Es profesional en darme la contra. Ahora me ha salido con que se va a casar con una mujercita que se encontró no se donde mientras viajaba oculto como un delincuente. ¿Puedes creerlo?

Alfonso casi se atora con el vino cuando escuchó a Mariano referirse de esa forma de Lucía. Las suposiciones de Alondra eran ciertas. Su padre no tenía la mas mínima intención de aceptar su relación.

V: - No me digas. ¿Qué clase de mujer es?

M: - Una arribista, estoy más que seguro. La mujercita es una arquitecta recién graduada que trabaja para un estudio desconocido y además es hija de un mecánico en no se qué pueblucho. Está empecinado en casarse. Hah pero se equivoca, porque si se casa con ella no recibirá ni un sólo dólar de mi parte.

V:- Déjaselo claro y estoy seguro que rompe ese ridículo compromiso de inmediato.

M:- Voy a dejar que se divierta un poco primero, ya sabes como somos los hombres. Y si sigue empecinado, yo mismo le firmaré a la mujercita esa un cheque, después de todo el dinero es lo que ella quiere en realidad.

A: -Señor Alarcón me parece una bajeza que se exprese así de la prometida de su hijo.

Alfonso quería golpearlo por referirse de esa forma acerca de Lucía. Minimizarla por su clase social ya era suficiente como para ahora referirse a ella como una especie de mujerzuela que se vende solo por dinero.

V: - ¿Qué, Alfonso?

A: -Que su familia no tenga el dinero que ustedes tienen no la hace inferior ni merecedora de adjetivos tan denigrantes como los que acabo de escuchar.

M: -Vaya, vaya Vicente, ten cuidado porque este muchacho es igual a Francisco. No te vaya a salir por ahí comprometiéndose con la que limpia los baños.

A: -Basta señor Alarcón...

V: -Silencio Alfonso. ¿Cuánto más piensas avergonzarme?. Es mejor que te retires , no tienes nada más que hacer aquí.

Alfonso se retiró furioso del restaurante. Nunca había pensado en golpear a alguien tanto como el día de hoy. Lucía no merecía que nadie dijera esas cosas tan nefastas de ella. Pero estaba claro que Mariano Alarcón no permitiría que su hijo se casara con ella y lo único que le esperaba en esa relación era humillación y desprecio.

Alfonso sabe perfectamente que tanto él como Alondra pueden manejar los constantes acosos de la prensa y de la sociedad en la que se desenvuelven pero ¿sería lo mismo para Lucía? A pesar de que ella dice que Francisco le da seguridad, esas miradas y habladurías son tan crueles que podrían llegar a lastimarla profundamente.

El heredero de la familia CasteloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora