Tan pronto como se fueron, me detuve para observar más de cerca la presencia de esta increíble criatura que se detuvo para ayudarme.
—¿Estás bien? —La centauro pregunta, con un tono de voz sereno y amable —. Perdona el comportamiento de esos chicos, desconozco la razón de sus acciones.
—Claro, no te preocupes —respondí, mientras me soltaba de su agarre para sacudir el polvo en mi ropa —. Soy...
—Amber —completa ella —, todos en este mundo ya estamos al tanto de tu existencia. Como habrás atendido, mi nombre es Theodora.
—Ah, hola —habla Zelly —. ¿Cómo estás?
La centauro tira su cuello hacia atrás y abre los ojos en señal de sorpresa.
—Zelly, ¿qué estás haciendo? Sabes lo estricto que es tu padre, si descubre que saliste de La Ciudad de los Elfos te...
—Me matará, sí, lo sé.
La centauro sacudió su cabeza de lado a lado, casi no noto el movimiento de su cabello debido a lo corto que era.
—¿Qué las trae por aquí?
—Estamos en busca de un chico en particular, tenemos entendido que antes de su desaparición anduvo por estos lares —comunica Sofia quien usa su energía para ponerse de pie en la mano de la elfa.
—Pero antes de continuar en su búsqueda —interrumpe Zel —. Theodora necesito que me consigas un lugar tranquilo, debo sanarlas.
—Entendido, síganme.
***
La criatura, de nombre Theodora, nos condujo hacia las montañas. El viaje se estaba tornando difícil debido a las heridas, pero yo estaba agradecida por la guía del centauro, quien parecía conocer el terreno como si fuera la palma de su mano.
A medida que avanzábamos, no pude evitar maravillarme ante la majestuosidad de la cordillera. Las cumbres desiertas relucían bajo el sol y los valles estaban llenos de arroyos cristalinos que zigzagueaban entre las rocas. Era un lugar sorprendente, lleno de vida.
Theodora nos orientó a través de una densa cueva en la base de la montaña más grande, y donde finalmente detuvimos nuestro camino. La caverna estaba iluminada por grandes cristales que parecían emanar una luz mágica. En el centro, se encontraba una gran poza con agua cristalina y a su alrededor todas las comodidades necesarias para cualquier ser vivo.
Nos sentamos en unos grandes sofás color leonado, como de la dimensión necesaria para soportar a varios centauros a la vez. Eran casi del tamaño de una cama matrimonial así que el espacio que sobraba era colosal.
La elfa no perdió el tiempo, con sus manos, hizo un gesto suave y una luz brillante nos envolvió a Sofia y a mí. Zelly cerró sus ojos y entonó entre susurros un conjuro de curación. La luz se intensificó y luego se desvaneció.
Cuando abrí mis ojos me sentí completamente sana y libre de heridas, miré a mi lado y sonreí aliviada al notar que Sofia estaba igual.
—Listo, ahora deberían sentirse mejor, pero aun así les recomiendo descansar unos minutos o el hechizo se desvanece —nos informa Zel un poco agitada —. Solo si Theodora está de acuerdo, claro.
En la cueva, Theodora y Zelly descansaban tranquilamente del lado contrario al nuestro, recibiendo la luz de las luciérnagas. Ya que debía descansar, me detuve para observar lo que me rodeaba.
Un centauro, con su cuerpo mitad como el mío y mitad caballo. Mi mente ya procesaba todos estos sucesos con normalidad, sin embargo, continuaba emocionándome internamente por la razón de divisar estos fenómenos de tan cerca.
A mí me resultaba un poco extraño pensar en que Zelly no se había unido a la lucha, pero al parecer curarnos a Sofia y a mí hizo que se agotara bastante, ya que meditaba para recargar su energía.
Había pasado el tiempo suficiente y me doy cuenta de ello debido a que noto que Sofia a mi lado se levanta con entusiasmo agitando sus alas en el aire.
—¡Como nueva! —grita estirando sus extremidades.
Iba a ponerme de pie yo también, cuando de forma espontánea mis pies se detuvieron en seco tras sentir algo extraño bajo mi cadera, podía identificar que provenía de uno de los bolsillos de mi pantalón. Sofia, Theodora y Zelly me observaron alarmadas al notarme quieta.
—¿Va todo bien, Amber?
Asentí y al mismo tiempo giré la cabeza para encontrar lo que me molestaba, se sentía como algo que vibraba.
¿Era mi celular?
Para encontrar respuesta a esa cuestión decidí poner mi mano dentro del bolsillo. Mis dedos se toparon con algo sólido. Saqué la muñeca, dentro de ella se hallaba centelleando el broche de Zelly, se retorcía fuertemente.
—Olvidé devolverte esto —expuse —, se te cayó cuando curabas al elfo.
—Oh —exclama aparentemente nerviosa —, mi padre.
La miré confundida. Zelly arrebata el broche de mis manos con un poco de hostilidad. La luz de los cristales de la cueva mostraba un reflejo brillante en él de una manera peculiar, resaltando cada detalle del intrincado diseño.
La elfa apretó un botón en el broche y una voz resonó por todo el subterráneo.
—¿Zelly? ¿Eres tú? —preguntó la voz con un tono cauteloso.
—¿Aoi?
—Zelly, debes regresar. Tu padre está muy furioso, te puso limites por tu propia seguridad —Zelly suspiró —. Necesitas ser cuidadosa, el elfo herido ha despertado, pero actúa de una manera extraña. No nos ha comentado nada, ni siquiera ha pronunciado alguna palabra entendible, tienes que volver ahora porque...
Zelly de alguna manera había ''colgado'' la llamada.
—¿El elfo ha despertado? él nos puede ayudar Zel, tenemos que volver.
—No.
—¿No?
—He vivido toda mi vida bajo la protección y el control de mi sobreprotector padre.
—Aoi se percibía turbada ¿Estas bien, Zelly? —indaga Sofia —. Suenas sobresaltada, esto no es propio de ti.
—No te preocupes por eso, Aoi siempre es así de exagerada, todo estará bien —se colocó nuevamente el broche en la capa y evito el contacto visual con nosotras —. ¡Es hora de continuar con nuestra aventura! Theodora, ¿ha visto usted a un humano por aquí?
—Lo siento, no he visto nada fuera de lo habitual. Pero si necesitas ayuda, puedo llevarte con alguien que podría responder tus dudas.
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En el Sótano ©
خيال (فانتازيا)En el mundo mágico de Gwyndolin, donde los humanos se extinguieron hace muchos años, solo existen criaturas fantásticas. Hadas, sirenas, ninfas, elfos, hombres lobo y centauros habitan en paz en el norte, mientras que cíclopes, trolls, vampiros y de...