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Estaba confiada; sentía que el objetivo de Kieran sería el causante de su derrota. Tenía la certeza de que estábamos al borde de la victoria. Cualquier duda o miedo debería haberse desvanecido por completo, pero mientras concebía esa seguridad, había algo que no encajaba del todo. Kieran no mostraba ni una pizca de miedo. Al contrario, sus ojos brillaban de una forma perturbadora, admirando arduamente a la Entidad, como si estuviera observando una obra de arte.

—Eres realmente impresionante...

No entiendo cómo puede mantenerse tan... absorto. Su mirada no se apartaba de ella, y esa sonrisa que empezaba a dibujarse en su rostro me hacía sentir una punzada de incomodidad.

¿Cómo era posible que no se diera cuenta de lo que estaba a punto de suceder?

La oscuridad en su interior parecía ceder, aunque fuera por un instante ante su bella y pura luz. Su fascinación se mezclaba con una extraña reverencia. Se deleitaba en la posibilidad de ser testigo de un poder que jamás había sido presenciado por ninguna otra criatura, una entidad que solo existía en las leyendas y advertencias susurradas de los habitantes de este mundo, algo que se pensaba que era solo un simple mito.

La Entidad no dijo nada. Ni una sola palabra. Cada segundo que pasaba sin que ella actuara parecía aumentar la certeza que se hacía notar en el desafiante rostro del demonio, como si se negara a aceptar que pudiese ser derrotado. Se notaba que, en lugar de temer a lo inevitable, él estaba deseando ver hasta donde llegaría ese poder. Kieran levantó una mano, y la penumbra que lo rodeaba se agolpó a su alrededor.

—Impresionante, sí... —confesó, esta vez con más intensidad—. ¡Pero aún puedes ser mía!

Sin dudarlo, arrojó su poder hacia la Entidad con toda la fuerza que pudo reunir. El ataque fue rápido y directo, cargado de oscuridad y rabia. Pero nosotros ni siquiera nos movimos. Pude sentir lo convencida que estaba de que no necesitaba hacer nada para defenderse, ya que el demonio no tenía ninguna posibilidad contra ella. Y tenía razón.

El ataque, que en un principio había parecido tan formidable, tan cargado de intención destructiva, se desintegró enseguida en el aire, a pocos metros de su objetivo, como si nunca hubiese existido. El demonio no pudo contener su sorpresa, su mirada se llenó de incredulidad cuando el poder se disolvió de la nada.

En ese momento, su sonrisa desapareció, y vislumbró que estaba frente a algo que no podía controlar.

Dio un paso atrás.

Podía sentir la presencia de Carlos a mi lado, su energía resonaba con la mía en perfecta sincronía. La conexión que compartíamos nos hizo conscientes de lo inevitable. Sabíamos que la Entidad de la Eternidad estaba a punto de intervenir de una manera que cambiaría el curso de la batalla de una vez por todas.

Kieran levantó la mano de nuevo, esta vez con desesperación. Sus poderes, usualmente dominantes y temibles, se arremolinaron en torno a él, pero en lugar de una manifestación de su control, lo que surgió fue una tormenta caótica de sombras. Las oscuras energías se elevaron, formando una barrera inestable entre nosotros El aire a su alrededor se agitó con furia, pero esa furia no era más que la irritación de alguien que sabía que estaba perdiendo el control, alguien que intentaba aferrarse a un poder que se desmoronaba entre sus dedos. Porque incluso esa barrera comenzó a desintegrarse antes de que pudiera completar su formación. La Entidad no necesitaba mover un solo dedo para deshacer cualquier esfuerzo del demonio.

—No… solo necesito… Zelly —balbuceó entre dientes.

Y fue entonces cuando la verdad se hizo evidente. La Entidad de la Eternidad no dejó que el demonio se moviera, Kieran no había hecho más que mostrar cuan impotente era su poder, y cuando sus ojos se centraron en él, el tiempo mismo pareció detenerse. En un abrir y cerrar de ojos, la tormenta cesó. Las nubes negras que antes rugían y danzaban en el cielo se detuvieron, como si un manto invisible las hubiera inmovilizado. Las gotas de lluvia, que habían estado cayendo con violencia, quedaron suspendidas en el aire, flotando en desafío a la gravedad misma. Las sombras que Kieran había convocado se disiparon como humo bajo un viento implacable. Y el mundo de Gwyndolin quedó en un estado de suspensión total.

Lo siguiente que supe fue que el tiempo comenzó a desdoblarse de una manera que jamás había experimentado. Era como si todos los momentos, tanto pasados como futuros, se estuvieran entrelazando en un solo y abrumador instante. Las imágenes del pasado se superponían con destellos del futuro, creando un mosaico caótico de eventos que se deslizaban sobre mí como una ola imparable.

Sabía, sin lugar a dudas, que todo lo que estaba sucediendo era obra suya, de la Entidad. Ella era quien había tejido este tapiz de tiempos cruzados. Todo respondía a su voluntad cuando sentí el grito de Kieran, un alarido desgarrador que resonó en todas direcciones, mientras la Entidad comenzó a desmantelar su existencia. No físicamente, sino temporalmente. Era como si estuviera borrando su presencia de la línea del tiempo misma, eliminando cada rastro de su influencia, cada vestigio de su poder. Podía sentir a Carlos y a mí siendo arrastrados por esta corriente, pero en lugar de destruirnos, la Entidad nos mantenía a salvo, anclados en la realidad mientras se deshacía del demonio.

Sus gritos se apagaron lentamente, hasta que no quedó nada.

De repente, todo se llenó de luz, un destello que nos envolvió por completo. Durante un breve instante, no hubo nada más que ese resplandor cegador. Sentí la mano de Carlos apretarse contra la mía, un ancla en medio de lo desconocido. Aunque no podía verlo, sabía que él también estaba luchando por comprender lo que estaba sucediendo, intentando darle sentido a lo imposible.

Cuando finalmente la luz comenzó a desvanecerse y abrí los ojos, me encontré en un lugar completamente diferente. El aire era más frío, más denso, y había un silencio que lo envolvía todo. Frente a nosotros, un pequeño lugar oscuro de madera en una casa vieja y gastada por el tiempo. Reconocí el lugar de inmediato.

Nos habíamos trasladado al pasado, al lugar donde todo había comenzado.

En el Sótano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora