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Pesadamente abrí los ojos y el sol brillaba con un rigor que parecía nuevo para mí. Pestañee varias veces y cando finalmente mis ojos se orientaron, me encontré frente a la Puerta Mágica. La atmosfera era diferente, se sentía la paz y el aire cargado de frescura. Estaba rodeada por mis amigos.

—¿Dónde está la Entidad?

—Se fue, Amber —respondió Carlos —. Hizo lo que debía hacer.

—¿Estamos a salvo?

Sasha, con una sonrisa radiante, se inclinaba sobre mí con las manos en mis hombros.

—¡Lo logramos, Amber!

Sonreí, y cerca de los árboles, percibí a las centauras Theodora e Ingrid Shepherd. No muy lejos de ellas, Turned y Hymn conversaban en voz baja, intercambiando miradas curiosas. Luego estaban la reina Aila, Enhora y Olav Malcom, que emergían desde la orilla cercana, con la luz del agua reflejándose en sus rostros.

Más cerca de mí, observé a Neville, junto a sus gemelos Flor y Florian Beckham. Al lado, el guardián de Fayre, Alastor, sus ojos alcanzando cada movimiento, siempre dispuesto a proteger.

Y en medio de todos, Amira, con su resplandor natural, irradiaba tranquilidad. Sus ojos se encontraron con los míos, y me sonrió con esa calidez que solo ella podía ceder. Me sentí envuelta por una sensación de armonía que hacía mucho no experimentaba.

—Amber —la voz de Carlos me devolvió a la realidad—. Parece que todos están aquí.

Asentí, sin palabras. Cada uno de ellos había sido una parte importante de nuestro viaje, y ahora estaban todos reunidos aquí. juntos.

Fue entonces cuando Zelly, que estaba junto a mí, empezó a moverse hacia la figura que se acercaba desde las sombras. Su padre, estaba allí, con los ojos fijos en ella. Al principio, por la seriedad de su rostro pensé que la retaría, pero pronto noté el cambio en su mirada.

Sus ojos recorrieron el cabello de Zelly, que ahora brillaba en el mismo tono de su padre antes de que el trato con Kieran corrompiera su esencia. La maldición que había cargado durante tanto tiempo había desaparecido. Ya no había rastro de la sangre demoníaca en ella.

El elfo cayó de rodillas frente a su hija, con lágrimas en los ojos, y sin decir una palabra, la abrazó con fuerza. Ella, sorprendida, respondió al abrazo con la misma intensidad. A su lado, Nanna también se acercó, y envolvió a ambos en sus brazos, formando un círculo de amor que me llenó el corazón.

—Perdóname —susurró el Lord entre sollozos—. Por favor, perdóname.

Zelly, con los ojos húmedos, solo pudo asentir, incapaz de articular palabras. Su padre la había juzgado tan duramente por algo que estaba fuera de su control, y ahora, al verla libre, comprendía el error de sus actos.

Nos quedamos en silencio, respetando el momento que compartían. Era un momento de redención, de cerrar heridas que habían estado abiertas durante demasiado tiempo. Después de lo que pareció una eternidad, Amira se acercó a mí.

—Querida —dijo —, el momento de decidir ha llegado.

Respiré hondo, tratando de calmar la conmoción en mi pecho.

—¿Qué quieres decir? —pregunté, aunque en el fondo ya sabía la respuesta.

Se acercó aún más.

—¿Deseas quedarte aquí, en Gwyndolin? ¿O regresar a la Tierra?

Había asumido que mi viaje estaba llegando a su fin, que regresaría a casa sin dudarlo. Pero ahora, al mirar a mi alrededor y ver a todas estas personas, todas estas criaturas que se habían convertido en mi familia, sentí una punzada de duda.

Podría quedarme aquí, en este mundo lleno de magia, junto a aquellos que habían luchado conmigo, donde había encontrado la fuerza que nunca supe que tenía, con quienes ya consideraba parte de mi vida. Pero luego pensé en todo lo que había dejado atrás en la Tierra, pensé en mi hogar, en mi familia, y la vida que amaba por más rota que pareciera.

Me volví hacia Carlos, que me observaba en silencio, esperando mi decisión. La ninfa me dio el espacio que necesitaba para procesar lo que estaba en juego. No había prisa, solo el peso del destino pendiendo sobre mí.

—¿Y Carlos? —pregunté.

Amira sonrió dócilmente.

—Él tiene su propio camino, y tomará su decisión cuando llegue el momento. Pero ahora mismo, tú debes decidir por ti misma.

—Quiero... —empecé a decir, pero mi voz se quebró. Volver. Eso era lo que mi corazón gritaba, aunque una parte de mí también deseaba quedarse y ver qué más podría ofrecerme este mundo.

Finalmente, abrí los ojos y miré a Amira, sintiendo una especie de paz interna que antes no estaba presente. Sabía lo que debía hacer.

—Quiero volver a la Tierra —dije, con firmeza —. Este viaje ha sido increíble, pero la Tierra es mi hogar. Y sé que, aunque esté lejos, siempre llevaré una parte de Gwyndolin conmigo.

Amira asintió, con una sonrisa suave en sus labios.

—Entonces es momento de irse.

Me acerqué a Carlos con el corazón lleno de desolación. Habíamos pasado por tanto para estar juntos, y ahora nos separábamos de nuevo.

—Carlos... —empecé a decir, pero no encontraba las palabras adecuadas.

—No tienes que explicarlo —respondió con una sonrisa leve—. Sabía que este día llegaría. Y sé que volveremos a vernos. Tal vez no aquí, tal vez no ahora, pero algún día. Lo sé.

Nos abrazamos, y en ese momento, todo lo demás dejó de importar. Sus brazos me envolvieron de tal manera que pude sentir los latidos de su corazón contra el mío. Me aferré a él por un instante, hasta que ambos nos apartamos. Después, uno a uno, los demás se acercaron para despedirse. Sasha me dio una palmada en la espalda y sonrió con su característica calidez.

—Te echaré de menos, pero sé que donde quiera que estés, estarás bien, Amber.

—También te extrañaré, Amber —articuló Sofia, casi no le entendía porque aplastaba su pequeño rostro en mi brazo en lo que imagine era un apretón —. No dejes que el mundo te cambie.

Darkson solo afirmó con la cabeza.

—Has hecho grandes cosas aquí, y harás aún más en la Tierra —dijo Brom inclinando la cabeza —. Fue un honor caminar contigo.

Zelly me envolvió en un abrazo rápido, su mirada brillante por las lágrimas que trataba de disimular.

—No importa dónde estés, siempre serás parte de esta familia —susurró, y sentí cómo mi corazón se estrujaba con sus palabras.

Fayre fue más reservado. Me tomo de las manos por un breve periodo de tiempo, y aunque no dijo nada, su silenciosa despedida fue mas profunda que cualquier palabra. Cuando me soltó, se transformó en un majestuoso dragón y ascendió rápidamente, surcando el cielo. Antes de desaparecer entre las nubes, lanzó una imponente llamarada que iluminó el horizonte.

—Cuídate mucho, aunque dudo que encuentres otra aventura tan divertida como esta en la Tierra —comentó Esmeralda con una sonrisa enigmática.

—Es hora, Amber —dijo Amira.

Me acerqué al portal de mariposa. A medida que daba mis primeros pasos hacia él, me estaba despidiendo de un lugar que nunca olvidaría, de seres que habían cambiado mi vida para siempre. Miré una última vez a todos los que estaban reunidos allí. Sabía que, de alguna manera, este no era un adiós definitivo.

Después de todo, si algún día deseara regresar, bastaría con atravesar esa puerta en el sótano.

FIN

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⏰ Última actualización: Oct 24 ⏰

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En el Sótano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora