36

19 4 32
                                    

Estaba de vuelta en la burbuja, pero la angustia y el dolor que había presenciado me seguían como si estuvieran adheridos a mis talones. El sacrificio de aquellos que habían amado y protegido, las lágrimas de Nerea, y la valentía de Skender arremolinaban mis pensamientos. La realidad de que nosotros, los bebés de entonces, estábamos atrapados en una lucha que había comenzado mucho antes me abrumaba.

Respiré profundamente, intentando calmar el torbellino de emociones que sentía. No podía quedarme inmóvil. Era momento de actuar, de enfrentar lo que nos esperaba con el mismo valor que los que nos habían precedido.

—Zelly no es culpable de los errores de su padre —dije, mi voz resonando con una convicción inquebrantable—. Ella merece una oportunidad de redención, no ser utilizada como una herramienta de destrucción.

Kieran, cuyo nombre ahora conocía, me contemplaba con una mezcla evidente de reconocimiento y desdén.

—Eres más fuerte de lo que imaginé, Amber —admitió—. Pero la fuerza no siempre es suficiente.

—Quizás no —respondí—. Pero la determinación y el corazón sí lo son.

El rugido ensordecedor de un dragón rompió la quietud del castillo. La vibración del sonido hizo temblar los muros y el suelo. De repente, Fayre irrumpió en el lugar, con una fuerza abrumadora que destrozó las paredes, los escombros volaron por los aires. La magnitud del impacto fue tal que algunas piedras y fragmentos de madera rebotaron contra la burbuja protectora que nos rodeaba, pero ninguna cayó sobre nosotros. A través de la burbuja, los escombros se desviaron, chocando y rebotando inofensivamente.

Sofía, sintió el impacto de los fragmentos que golpeaban su jaula. Aquella situación pareció despertarla por completo, los escombros iban contra su prisión metálica haciendo que la jaula se sacudiera. Carlos, se lanzó sobre Zelly, envolviéndola con su cuerpo para protegerla de los restos.

El demonio, reaccionó con mucha rapidez. Su magia negra se desplegó alrededor de él, formando una barrera oscura que absorbía la luz a su alrededor. Mientras observaba la llegada de Fayre, sus ojos brillaban con una mezcla de sorpresa y furia, que hacía que el negro de su globo ocular resaltara lo profundo de sus iris rojos.

—¡No puede ser! Es imposible que haya derrotado a todos mis demonios.

El troll, al ver la situación, no dudó en huir con un grito de terror, tras dejar caer algo que aterrizó con un sonido metálico contra el suelo, desapareció a gran velocidad por los pasillos del castillo.

Fayre alzó su cabeza majestuosa, con los ojos brillando y las escamas reluciendo bajo la luz del día. Sus fosas nasales se ensancharon ligeramente mientras exhalaba, y su postura erguida y firme reflejaba lo orgulloso que se sentía. Las alas desplegadas en toda su magnitud añadían un aire de grandeza y poderío, dejando claro que es un ser dominante.

Con un pequeño soplido de fuego, rompió la barrera de la burbuja que nos protegía y encerraba. El calor abrasador del aliento de Fayre se hizo sentir, aunque la burbuja había logrado mantenernos a salvo. La inmensa criatura nos rodeó con sus poderosas alas, creando un escudo de protección mientras los restos seguían cayendo a nuestro alrededor.

—¡Suban ahora! —transmitió telepáticamente.

—¡Chicos, arriba!

Montamos apresuradamente en el lomo de Fayre, sintiendo la fuerza y el poder de sus músculos bajo nosotros.

Con el caos a nuestro alrededor, Sofía parpadeó rápidamente decidida a no perder tiempo, comenzó a crear una ilusión que fuera útil para distraer a Kieran. La magia de Sofía fluyó desde sus manos, haciendo brillar su broche, formando una imagen espectral que engañó al demonio, dándole la impresión de que aún estábamos en el suelo.

Observando cuidadosamente, pude notar que algo brillaba bajo el hada.

—¡Sofía, allí! —señalé lo que había dejado caer el troll en su huida cerca de los escombros.

—¡No puedo alcanzarla!

—¡Yo lo haré! —gritó Carlos, sin embargo, sus movimientos eran torpes y pesados debido a que se le dificultaba mucho moverse después de haber protegido a la elfa.

—No, yo lo haré.

Zelly se arrastró con rapidez hacia la llave. Con mucho cuidado, evitó las ilusiones que había creado Sofía para mantenerse fuera de la vista del demonio, se agachó y tomó la llave en sus manos.

—¡La tengo!

Con el objetivo en mano, Zelly avanzó hasta donde estaba Sofía, que continuaba concentrada en mantener su poder activo. La elfa le pasó la llave al hada, quien la recibió con un gesto de agradecimiento.

Sofía se movió de forma precipitada hacia la cerradura de la jaula. A pesar de que la llave era grande para ella, con la ayuda de Zelly, logró insertarla en la cerradura. Después de girarla, el metal crujió y la puerta se abrió.

Ambas se acercaron en nuestra dirección, el hada con su pequeña figura volaba apresurada para liberar a los demás de sus esposas dejando rastros de su brillo azul. Su acción me sacó de mi estado de inactividad y me hizo comenzar a ayudar también.

Al no saber cómo abrir esposas malditas, cosa que hubiera hecho mucho antes de haberlo sabido, fui hacia donde estaba Carlos y lo ayudé a dirigirse hacia el dragón. Justo cuando comenzábamos a avanzar, un gran pedazo de piedra cayó frente a nosotros, casi aplastándonos. El fuego con los pedazos de madera había causado un incendio, y el calor intenso nos rodeaba, haciendo todo aún más caótico.

Sentí que mi corazón se detenía por un instante, pero entonces Zelly apareció, su figura se recortaba contra las llamas. Se colocó a nuestro lado y, con su fuerza, nos ayudó a levantar a Carlos. Juntas, lo sostuvimos y lo guiamos hacia Fayre, moviéndonos con cuidado entre los escombros que nos rodeaban.

—¡Vamos, rápido! —ordenó Sofía mientras liberaba la última de las esposas—. Kieran está distraído, pero no podemos perder tiempo.

—¡No! Esta es nuestra oportunidad —soltó Esmeralda —. Déjenme esto a mí, acabaré con él.

—Esmeralda —Brom la agarró del brazo deteniéndola —, no es el momento.

—¿Qué estás diciendo? —gruñó —. ¿No ves que podemos terminar con esto de una vez por todas?

—¡Brom tiene razón! —añadió Sasha —. Es muy poderoso, atacarlo sería imprudente.

—¡No podemos quedarnos sin hacer nada!

—El pasto más verde crece después de la más terrible tormenta.

—¿Qué se supone que significa eso, Brom?

—Creo que quiere decir que cuando llegue el momento, atacaremos con todo lo que tenemos —dije, segura de mí misma.

—De acuerdo, pero no esperen que me quede de brazos cruzados para siempre —resopló.

—No lo haremos.

Fayre nos elevó en el aire con un poderoso batir de sus alas, llevándonos lejos del peligro. El viento golpeaba mi rostro, y el frío calaba hasta mis huesos. Aunque estábamos a salvo por el momento, sabíamos que no podríamos relajarnos aún. La ilusión de Sofía se mantenía aún en la distancia, pero la ira de Kieran, aún desde lejos, era palpable.

Miré a Carlos, tenía sus ojos fijos en el horizonte mientras se sostenía con fuerza.

—Estaremos bien.

Cada uno de nosotros se aferraba a la esperanza de que el poder de Sofía fuera suficiente, al menos hasta encontrar a verdaderos guerreros que puedan detenerlo.

—¡Kieran está a punto de romper la ilusión! —advirtió a gritos, con el ceño fruncido y la frente perlada de sudor.

Su advertencia llegó en último momento, con un grito de furia que estalló en el aire.

Kieran había roto la ilusión.

Miré detrás de nosotros y unas alas de humo negro se desplegaron con un movimiento violento, extendiéndose como un manto de oscuridad que trajo consigo nubes a lo que era un día soleado y cubrían todo a su paso. Con un giro rápido y feroz, el demonio se alzó en el aire.

—¡Ese poder será mío!

En el Sótano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora