Ya nos estábamos acercando. Akuma se agrandaba en el horizonte, y lo que antes parecía una burbuja distante, ahora se revelaba como un resplandeciente escudo. El brillo intenso que rodeaba la ciudad se volvía más nítido, mostrándonos los detalles intrincados de las barreras mágicas que protegían el lugar.
¿Cuánto falta?
Me pregunté mentalmente, intentando adaptarme a esta nueva forma de comunicación.
—No mucho más, querida. Prepárate —respondió Fayre con serenidad.
Mis amigos se mantenían en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos mientras el paisaje bajo nosotros cambiaba rápidamente. Brom, siempre el pragmático, tenía una expresión de concentración mientras miraba hacia adelante. Sasha, con su naturaleza más emocional, parecía estar rezando en silencio. Esme, por su parte, no apartaba la vista de Akuma, su mirada llena de audacia. Zelly y Sofía intercambiaban miradas, listas para enfrentar lo que fuera necesario.
Finalmente, Fayre comenzó a descender, su vuelo controlado y preciso. A medida que nos acercábamos a las barreras protectoras, la magnitud de la tarea que teníamos por delante se hacía más evidente. El castillo de piedra gris oscuro, imponente y majestuoso, se alzaba en el centro de la ciudad, sus torres alcanzando el cielo como si intentaran tocar las nubes.
—Amber, mantente firme —me advirtió el dragón, su tono lleno de una gravedad que no podía ignorar.
Al llegar a un punto crítico, Fayre inhaló profundamente. Sintiendo la creciente tensión, todos nos aferramos con más fuerza al lomo del dragón, nuestros dedos agarrando con desesperación las escamas resbaladizas. Con un rugido estridente, exhaló una columna de fuego abrasador, una corriente de llamas tan intensa que el aire alrededor de nosotros se volvió cálido y seco.
Las llamas, ardientes y voraces, avanzaron como una ola imparable hacia las barreras mágicas de Akuma. Al impactar, el fuego chocó contra el escudo con un estruendo, y durante un instante, pareció que la magia de la barrera podría resistir. Sin embargo, la intensidad del ataque de Fayre era imparable. Las llamas se arremolinaron y la envolvieron, forzándola a ceder.
Con un último esfuerzo, la barrera mágica comenzó a fragmentarse, emitiendo un sonido como el cristal al romperse. Fragmentos de luz y energía mágica se dispersaron en todas direcciones, desvaneciéndose en el aire como polvo de estrellas.
El escudo de Akuma se rompió en un espectáculo de destellos y chispas, desvaneciéndose en el viento mientras las llamas de Fayre continuaban su avance implacable. En cuestión de segundos, las poderosas barreras que protegían la ciudad no eran más que un recuerdo, destruidas por la inigualable fuerza del dragón.
—¡Lo logramos! —exclamé.
Pero la victoria fue breve. Desde la cima de las murallas, una horda de demonios emergió, sus ojos brillando con malevolencia mientras descendían hacia nosotros. Estábamos rodeados por criaturas de pesadilla, cada una más aterradora que la otra.
—Amber, escucha atentamente —la voz de Fayre resonó en mi mente con urgencia—. Me quedaré aquí y lucharé contra estos demonios. No te preocupes por mí, terminaré con ellos y luego iré a ayudarte adentro. Tú y los demás deben correr a salvar a Carlos.
Miré a mis amigos, leyendo el mismo temor en sus rostros. Asentí, aceptando el plan de Fayre. El dragón descendió majestuosamente, con la intención de aterrizar en la cima de una de las murallas. Nos soltamos del lomo del dragón con precaución, el suelo bajo nuestros pies temblaba ligeramente bajo el impacto de su peso.
—¡Vamos! ¡Tenemos que entrar en la ciudad y encontrar a Carlos! —grité, tomando la delantera.
—¡¿Qué pasará con Fayre?! —cuestiona Sasha.
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En el Sótano ©
FantasiaEn el mundo mágico de Gwyndolin, donde los humanos se extinguieron hace muchos años, solo existen criaturas fantásticas. Hadas, sirenas, ninfas, elfos, hombres lobo y centauros habitan en paz en el norte, mientras que cíclopes, trolls, vampiros y de...