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Sentí un nudo en la garganta, y lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Este no podía ser cierto. Mi madre estaba en la tierra, lo sabía, pero verla aquí, tan real, removía todas mis emociones. Sus ojos, tan dulces y familiares, reflejaban la misma ternura que siempre transmitía. Su voz, suave y reconfortante, resonaba en mis oídos como una melodía nostálgica. Cada gesto, cada palabra, cada mirada, me transportaba a esos momentos felices que compartíamos juntas.

No podía creer que estuviera frente a mí, tan cerca y a la vez tan lejos en el tiempo y el espacio. Una mezcla de alegría y tristeza invadió mi corazón, sabiendo que este encuentro era efímero, un sueño fugaz que pronto se desvanecería.

Sabía que no podría volver a verla hasta que todo esto terminase, pero en ese instante, en medio de la sorpresa y la emoción desbordante, solo pude aferrarme a su presencia.

—Esto es una ilusión —me dije a mí misma.

La figura de mi madre se acercaba lentamente, con cada paso parecía que su dolor se hacía más palpable, más real. Su mirada reflejaba una tristeza profunda, como si llevara años cargando un peso inmenso sobre sus hombros. Su semblante, marcado por líneas de preocupación y cansancio, me hacía darme cuenta de cuánto había sufrido en silencio. A medida que se acercaba, podía sentir una energía densa y pesada que parecía envolvernos a ambas, como si el sufrimiento que llevaba dentro se expandiera hacia mí.

—Por favor, vuelve, Amber.

Me estremecí al verla tan vulnerable, tan quebrada por dentro, y deseé poder hacer algo para aliviar su dolor. Pero simplemente me quedé allí, mirándola con el corazón encogido, sin saber qué decir o hacer para calmar su tormento. Era como si en ese momento el tiempo se hubiera detenido y solo existiéramos ella y yo, conectadas por la tristeza que nos envolvía.

Tuve que reunir todas mis fuerzas para recordar que esto era parte de la prueba. Respiré hondo y di un paso adelante, enfrentándome a la figura.

—Lo siento, mamá, volveré en cuanto logre salvar a Carlos y Gwyndolin —susurré con la voz entrecortada por la emoción—. Me duele verte así, pero sé que esto no es real.

Con cada palabra, sentía cómo el peso de la ilusión se esfumaba lentamente, dejando un vacío que pronto fue llenado por la presencia tranquila de Fayre, su rostro reflejaba una mezcla de aprobación y serenidad.

—Has superado la primera prueba. Tu valentía es digna de elogio —comentó, con tono reverente—. Enfrentar la ilusión de tu madre, con toda su carga emocional, muestra verdaderamente la fortaleza de tu espíritu.

Respiré hondo, aliviada por haber superado la primera tentativa con la ilusión de mi madre. Aunque emotiva, me recordó la importancia de mantener la compostura frente a mis propios temores. Con dos desafíos aún por delante, me preparé mentalmente para lo que seguía, consciente de que necesitaba fortaleza para las que estaban por venir.

—La segunda etapa es la de la sabiduría —prosiguió —. Debes mostrar tu habilidad para discernir la verdad entre la confusión.

La sala comenzó a desvanecerse nuevamente, y de repente me encontré en un bosque oscuro y espeso. Los árboles se alzaban altos y amenazantes a mi alrededor, y la única luz provenía de una luna pálida y distante. Caminé lentamente, tratando de encontrar alguna señal que me indicara qué debía hacer.

De repente, escuché voces susurrantes a mi alrededor, que se enredaban entre sí. Las sombras se movían inquietas entre los árboles, tomando formas indistintas y cambiantes. Los balbuceos se intensificaron, llenando mi mente de un miedo que se aferraba como garras frías a mi conciencia. Cada palabra distorsionada y cada risa ahogada nutría el desorden que crecía dentro de mí, como si estuviera atrapada en un laberinto de trampas y medias verdades.

―Nunca lo lograrás, Amber. No tienes la fuerza, ni la sabiduría para esto ―Las voces se burlaban, tratando de sembrar la inseguridad en mi corazón ―. Eres solo una niñita inútil.

―¡No importa lo que digan, sé que no es cierto! ―respondí con firmeza, desafiando a los que intentaban sembrar la incertidumbre en mi mente, mientras luchaba por mantener la calma y la claridad mental.

Avancé con determinación, ignorando las voces y las sombras que intentaban confundirme. Seguí adelante hasta que divisé un destello suave y cálido brillando a lo lejos, atrayéndome como un faro en la oscuridad. Me dirigí hacia ella.

A medida que me aproximaba, la luz se intensificó, revelando una figura anciana con una expresión serena y amable. Sus ojos transmitían una sensación de paz y comprensión, y de alguna manera me parecieron vagamente familiares, como si hubiera visto una mirada similar en algún momento lejano.

La luz emanada por la anciana se extendió por el bosque, disipando las sombras y silenciando los susurros que habían llenado el aire. Justo antes de que todo comenzara a evaporarse, apenas logré escuchar las últimas palabras que pronunció.

—El camino de cada persona está entrelazado con el de otros de maneras que a menudo no podemos comprender. Años atrás, una elección cambió destinos de maneras que aún están por revelarse…

Y así, repentinamente, me vi de vuelta en la sala junto a Fayre. En su gesto, ahora, vi más que respeto; había algo más profundo, como si hubiera reconocido en mí algo que trascendía las pruebas físicas. Su mirada era una mezcla de orgullo y anticipación, como si supiera que aún quedaba mucho por delante y que yo estaba lista para afrontarlo.

—Superaste la segunda prueba. Tu sabiduría es realmente admirable.

Sentí una oleada de alivio.

Dos pruebas superadas, una más por delante.

—La tercera y última es sobre compasión —anunció Fayre.

El paisaje se transformó nuevamente a mi alrededor. Me encontré en un vasto campo devastado, con edificios derruidos y paisajes áridos que hablaban de desolación y sufrimiento. A lo lejos, escuché gritos y llantos que me hicieron apurar el paso.

Al llegar a una pequeña plaza, vi a varias personas heridas, algunas llorando por ayuda, otras en silencio, cargadas de desesperanza. Entre ellas, reconocí a mis amigos, Brom, Sasha y Esme, todos en diferentes estados de angustia.

Brom estaba atrapado bajo un montón de escombros, luchando por liberarse mientras gemía de dolor. Sasha intentaba curar a un niño herido con los pocos recursos que tenía, sus lágrimas cayendo sin cesar. Esme, usualmente tan fuerte, estaba arrodillada en el suelo, sosteniendo a una mujer que parecía al borde de la muerte.

Sentí una oleada de impotencia. Quería ayudar a todos, pero era consciente de que mis capacidades eran limitadas, al igual que mi tiempo.

Fayre apareció a mi lado.

—La compasión no solo es sentir el dolor ajeno, sino actuar para aliviarlo, incluso cuando el sacrificio es grande —dijo con firmeza—. Debes decidir a quién ayudar primero, sabiendo que no podrás salvar a todos.

Las palabras de Fayre resonaron en mi mente mientras trataba de decidir. Sabía que cualquier elección tendría consecuencias, y mi corazón se rompía al pensar en dejar a alguno de mis amigos sin ayuda.

Corrí hacia Brom primero, apartando los escombros con manos palpitantes. En el proceso, las astillas y bordes afilados cortaron mis muñecas, pero su expresión de alivio al quedar libre hizo que el dolor fuera insignificante.

—Ayuda a Sasha —le ordene—. Ella necesita tus habilidades.

Brom asintió y, aunque todavía herido, se dirigió hacia la elfa hechicera para ayudarla con el niño herido. Luego, me volví hacia la vampira y la mujer que sostenía.

—Vamos a salir de aquí —indique, ayudándola a levantar a la mujer y sosteniéndola entre las dos.

La escena comenzó a borrarse como si se perdiera en el aire.

—Y con eso has dominado también la experiencia de la compasión, Amber. Me demostraste que tu corazón es tan fuerte como lo es tu valentía y sabiduría.

En el Sótano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora