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El aire fresco del bosque, cargado de la fragancia de la tierra húmeda y el aroma penetrante de los pinos, nos rodeaba, proporcionando un respiro temporal de nuestras preocupaciones. Caminamos en silencio, cada uno de nosotros perdido en sus pensamientos. El canto lejano de un pájaro solitario rompía de vez en cuando el silencio tenso.

Zelly lideraba el grupo, su arco siempre preparado, sus ojos verdes brillando con determinación mientras escudriñaba cada rincón del camino. Sofía, con su porte estoico, volaba detrás de ella, su mirada fija y alerta. Sasha, con el mapa en mano, verificaba constantemente nuestra ruta, susurrando cálculos bajo su aliento, asegurándose de que no nos desviáramos. Yo caminaba al final del grupo, mis pensamientos oscilando entre la misión que teníamos por delante y las múltiples amenazas que acechaban en cada sombra.

Esmeralda caminaba junto a Brom, manteniendo su postura altiva y su mirada afilada. El paisaje cambió drásticamente; los árboles altos y majestuosos del bosque dieron paso a vegetación densa y retorcida. El suelo comenzó a volverse fangoso bajo nuestros pies, y una neblina espesa se cernía sobre el área, difuminando los contornos y creando formas fantasmales en la penumbra. El aire estaba cargado con un olor a agua estancada y plantas en descomposición, haciendo que cada respiración fuera complicada.

Los troncos de los árboles, retorcidos y cubiertos de musgo parecían figuras grotescas en la bruma, y las raíces sobresalían del suelo como dedos esqueléticos. El barro negro y espeso parecía moverse como si estuviera vivo, y cada paso se convertía en un esfuerzo consciente para no resbalar y caer. Las plantas acuáticas que emergían de las aguas estancadas parecían manos tratando de alcanzar la superficie, mientras que el croar profundo de las ranas gigantes y el zumbido constante de los insectos creaban una sinfonía inquietante que resonaba en el aire pesado.

Sabíamos que el tiempo era un lujo que no podíamos permitirnos, pero también sabíamos que la prudencia era nuestra mejor aliada en este terreno traicionero. Los cíclopes, con su tamaño descomunal y su habilidad para moverse silenciosamente a través del pantano, eran una amenaza que no podíamos subestimar. Sus ojos únicos y penetrantes podían detectar el más mínimo movimiento, y su fuerza bruta era suficiente para destrozar a cualquier intruso.

—Aquí empieza el borde de One Eye —dijo Sasha, consultando el mapa—. Debemos tener cuidado, este es un lugar traicionero. Su densidad permite a los ciclopes ocultar su gran tamaño y emboscar a los desprevenidos, aunque rara vez se alejan del pantano.

—No siempre es así —intervine—. En una de mis visiones al pasado, vi a Brom y Carlos siendo atacados por un cíclope en Coral Azul.

Brom asintió, confirmando mis palabras.

—Es cierto. Fuimos atacados por un cíclope que había cruzado al norte.

—Últimamente los del sur han estado rompiendo el pacto de paz que tenían, cruzando al norte sin motivo aparente —agrego Zelly.

—Qué maravilloso. Más tiempo para disfrutar de la compañía de todos ustedes —comentó Esmeralda, con su habitual ironía.

Sofía lanzó una mirada de advertencia a Esmeralda, pero se mantuvo en silencio. Sabíamos que la tensión entre nosotros no desaparecería fácilmente, pero también comprendíamos la importancia de mantenernos unidos.

Comenzamos a bordear la ciénaga, manteniéndonos alerta a cualquier signo de peligro. Cada paso debía ser calculado cuidadosamente para evitar caer o tropezar.

—Manténganse juntos —dijo Brom, liderando el grupo con una confianza que parecía inquebrantable—. El sendero puede ser traicionero, pero si permanecemos unidos, lo superaremos.

La marcha continuó en silencio, cada uno de nosotros concentrado en el camino. E l terreno comenzó a descender abruptamente, y nos encontramos frente a un estrecho desfiladero. Las paredes de roca eran empinadas y resbaladizas, pero era el único camino viable para seguir rodeando One Eye.

En el Sótano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora