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La figura se detuvo frente a nosotros, su rostro aún oculto en las sombras. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras mis ojos se esforzaban por penetrar la oscuridad que envolvía al desconocido. Sus contornos se recortaban en el fondo, destacando su silueta alta y esbelta.

—¡Estamos atrapados! —exclamó Brom, golpeando la barrera con frustración.

—¿Quién eres? —pregunté, tratando de mantener la calma.

La figura rió suavemente, un sonido que resonó en las paredes de la burbuja mágica.

—Soy alguien que ha observado tus movimientos con gran interés —respondió, dando un paso adelante, revelando sus ojos brillantes que parecían arder con una luz interna—. Y ahora, finalmente, nos encontramos cara a cara.

Antes de que cualquiera de nosotros pudiera articular otra pregunta, un ruido sordo resonó detrás de nosotros. Giramos hacia la fuente del sonido para encontrarnos con un troll, su figura imponente y su expresión nerviosa revelaban que este era el mismo ser de las Montañas Centauras, y de mi visión.

—¿Qué haces aquí? —preguntó la figura con un tono de molestia.

—Eh… disculpe señor —balbuceó el troll —. Tenemos algunos problemas afuera que requieren urgentemente de su presencia.

El demonio resopló con disgusto y giró la cabeza nuevamente hacia nosotros, parecía haber perdido el hilo de su intimidante discurso.

—No he terminado aun —dijo, lanzándonos una ultima mirada —. Disfruten de su tiempo aquí. Nos veremos pronto.

Con eso desapareció en la oscuridad, dejando atrás solo su risa y la ominosa sensación de su presencia. La barrera seguía firmemente en su lugar, una prisión de magia oscura que nos mantenía atrapados.

***

—¡Argh! No funciona —exclamé mostrando mi frustración después de haberme lanzado por cuarta vez con todas mis fuerzas para romper la burbuja. Era sólida e inquebrantable; no había recibido ni un solo rasguño —. ¿Cómo vamos a atravesar esto?

—A veces, la respuesta está oculta en la pregunta...

—Gracias, Brom. Eso ayuda muchísimo —dijo la vampira, con sarcasmo.

—Piensa un momento. Esta barrera podría ser un engaño. ¿Recuerdas cuando practicaba la magia que me había mostrado Sasha contigo y parecía que estábamos atrapados, pero al final resultó ser solo una ilusión?

—¡Claro que lo recuerdo! Tú te quedaste sentado meditando mientras yo buscaba una solución real —respondió, frunciendo el ceño con resentimiento—. Y no olvides la vez que me dejaste en Licantropía. Estabas tan seguro de que hablar con los hombres lobo resolvería todo. Solo lograste complicar más las cosas con esas palabras estúpidas que salen siempre de tu boca.

—Chicos...

—No estamos en esos lugares ahora. Aquí, todo puede ser diferente. Lo que intento decir es que a veces las cosas no son lo que parecen. Esta barrera podría ser un desafío mental, no físico.

—Perfecto, Brom. Entonces, ¿quieres que todos nos sentemos y meditemos hasta que la barrera desaparezca mágicamente?

—Chicos, por favor. No tenemos tiempo para discutir. Necesitamos encontrar una manera de salir de aquí y salvar a Carlos.

La discusión se intensificaba tanto que ningún otro del lugar se veía con intenciones de entrometerse, podía ver la curiosidad en los rostros de mis amigos.

—Esmeralda, todo lo que hago es para encontrar una solución. A veces las cosas no salen como esperamos, pero... ¿Sabes? En ocasiones, los pepinos vuelan más alto que las gaviotas.

—Brom, ¡ya basta! —gritó con furia, sus manos apretadas en puños —. Tus acciones nos han puesto en peligro una y otra vez. Si no tienes algo útil que decir ahora mismo, mejor mantén tu boca cerrada.

Sus ojos comenzaron a brillar con una mezcla de ira y desesperación. Desató su poder en un estallido de energía, que rebotó en la superficie de la burbuja mágica y se dirigió directamente hacia mí. No tuve tiempo de apartarme y el impacto me golpeó de lleno, arrojándome al suelo. Sentí una ola de calor recorrer mi cuerpo y, de repente, todo a mi alrededor se volvió etéreo y borroso.

Unas imágenes comenzaron a parpadear ante mí como el flash de una cámara, momentáneas y demasiado rápidas, pero lo bastante claras como para ver lo ocurrido.

La desgracia en Esme pareció manifestarse en su poder de manera diferente, como si sus emociones hubieran desencadenado un vínculo con mi poder, pues claramente estaba envuelta en su pasado.

Primero presencié a la vampira, yacía en el suelo del bosque, rodeada por oscuridad. Su rostro mostraba dolor y angustia mientras intentaba levantarse en vano. De entre los árboles emergió Brom con un farol.

—¿Estás bien? Te has aventurado bastante lejos; no deberías estar aquí.

—Estoy perfectamente bien, solo unos problemas de convivencia, nada más.

—Estás sangrando mucho para ser una vampira.

—Supongo que sabían exactamente dónde dolería más.

Con ternura, la ayudó a levantarse y la llevó en brazos, adentrándose juntos en la penumbra del bosque, donde se perdieron entre el silencio de la noche.

La segunda imagen los mostraba en un claro cercano a Drak’ula, lejos de miradas curiosas, estaban sentados juntos. Brom estaba enseñándole como combinaba frascos que soltaban destellos a Esme, quien observaba con fascinación y asombro, absorbiendo cada detalle con atención mientras la confianza crecía entre ellos.

Después me desplacé a otra escena, donde la vampira estaba guiando a Brom en su entrenamiento. Ambos habían quedado atrapados debido a un error del elfo. A pesar del claro disgusto, se dieron cuenta de que no era algo grave, y salieron entre risas sinceras que de vez en cuando se convertían en carcajadas.

Acto seguido, nos encontrábamos en Licantropía. La luna brillaba sobre ellos, revelando a Brom y Esmeralda en medio de una discusión acalorada, mientras un grupo de licántropos los observaba con desconfianza.

—¿Qué pensabas hacer, Brom? —preguntó Esmeralda con un tono de reproche—. ¿Dejar que tus palabras mágicas solucionaran todo?

—Solo quería evitar una confrontación. Pensé que podríamos llegar a un entendimiento pacífico con ellos.

—Y ahora estamos en medio de un lío monumental. No se supone que los del Sur estén en el Norte, mucho menos vampiros con hombres lobo. ¿Te das cuenta de lo que has desencadenado?

—Lo entiendo. Fue un error de mi parte.

—Parece que has metido la pata de nuevo, Brom. ¿Acaso querías demostrar algo? ¿Traerme aquí a propósito para mostrarte como el héroe?

—Esmeralda, te aseguro que no fue mi intención traerte aquí. Cometí un error, pero no fue premeditado.

—Me cuesta creerte... Siempre te las arreglas para complicar las cosas con tus buenas intenciones.

Las escenas titilaron rápidamente, mostrando fragmentos de la discusión y las miradas de desaprobación de los hombres lobo. Esmeralda se apartó con determinación, lágrimas rodando por sus mejillas mientras se alejaba, buscando ocultar el sentimiento de traición y evitar que tanto Brom, como los licántropos notaran su dolor. Mientras tanto, El elfo permaneció atrás, enfrascado en una conversación con los licántropos, cuidando sus palabras para proteger a la vampira. La visión desapareció abruptamente, devolviéndome a la oscura burbuja mágica donde estábamos atrapados.

En el Sótano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora