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La tenue luz del sol luchaba por abrirse paso entre la espesa penumbra que se cernía sobre nosotros. Estábamos envueltas en una sombra amenazante que insinuaba peligros y desafíos inminentes. Con cada paso que dábamos por el sendero, mis compañeras y yo permanecíamos en estado de alerta, conscientes de que cualquier descuido podría tener consecuencias fatales en aquel territorio dominado por los vampiros.

El aire estaba cargado de una energía tenebrosa y pesada, como si el ambiente estuviera impregnado con la esencia de la oscuridad. Las sombras se movían a nuestro alrededor, y cada sonido parecía amplificado, resonando con un eco inquietante. A pesar de ello, seguimos adelante, impulsadas por la necesidad de cumplir nuestra misión.

Mientras avanzábamos, mis sentidos se agudizaban, atentos a cualquier señal de peligro. Mi corazón latía con fuerza, cada músculo de mi cuerpo tenso y preparado. Fue entonces cuando percibí un movimiento furtivo entre los árboles, una presencia que se deslizaba con sigilo hacia nosotras. Me detuve en seco, levantando una mano para advertir a mis compañeras.

—¡Alto! —susurré, mis ojos fijos en la dirección del movimiento.

Zelly y Sofia se detuvieron inmediatamente, sus cuerpos tensándose en alerta. Sasha, siempre la más perceptiva, ya había notado algo extraño y tenía su daga lista.

—¿Qué es eso? —murmuró Zelly, su voz apenas un susurro cargado de tensión.

—No lo sé, pero debemos estar preparadas —respondí, apretando con fuerza el mango de mi espada. Deseaba con todas mis fuerzas no tener que sacarla.

El silencio que siguió fue casi ensordecedor. Podía escuchar el latido de mi propio corazón en mis oídos mientras observábamos la espesura, esperando que cualquier cosa que se acercara se mostrara. De repente, de entre los árboles, emergió una figura elegante y misteriosa, con cabello oscuro y ojos centelleantes que parecían arder con un fuego interior. Era una chica, pero su figura irradiaba una energía oscura y seductora que me hizo retroceder instintivamente.

—¡Vaya, vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí? —dijo con una sonrisa burlona, observándonos con una mirada penetrante—. Parece que tenemos visitantes inesperados en nuestro territorio.

—¿Quién eres tú? —pregunté, tratando de ocultar el nerviosismo que sentía ante su presencia.

La chica se acercó con gracia, moviéndose con una elegancia felina que me dejó impresionada a pesar de mí misma. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pude ver el brillo de sus colmillos, una señal clara de que era una vampira.

—Me llamo Esmeralda —respondió con una risa suave y sarcástica, se detuvo frente a mí, su nariz se arrugaba levemente mientras inhalaba profundamente—. ¿Qué tenemos aquí? Parece que hay una fragancia... diferente en el aire. ¿Eres tú, pequeña humana? Oh, sí, definitivamente eres tú. Qué intrigante aroma... ¿No estás muy lejos de casa?

—Estamos de paso —solté rápidamente, tratando de mantener la compostura ante la vampira—. No queremos problemas, solo estamos buscando un camino seguro hacia nuestro destino.

La vampira soltó una carcajada, un sonido que resonó en la oscuridad y envió escalofríos por mi espalda.

—Oh, pero qué aburrido —expresó con desdén—. Pensé que tendríamos un poco más de diversión. Pero supongo que puedo dejarlas pasar, por ahora...

Su tono era desafiante y lleno de arrogancia, como si estuviera disfrutando de nuestro nerviosismo. En medio de la creciente tensión, observé a Zelly preparar su arco con una precisión y calma que me dieron un poco de esperanza. Sus movimientos eran fluidos y seguros, sus ojos fijos en Esmeralda mientras ajustaba la cuerda y colocaba una flecha.

Tragué saliva, consciente de que estábamos en desventaja en aquel lugar oscuro y hostil. Traté de mantener la compostura mientras buscaba una manera de salir de esa situación sin conflictos.

—¿O tal vez no?

Justo cuando pensaba que la situación no podía volverse peor, un susurro detrás de nosotras nos hizo girar la cabeza. Desde las sombras emergieron varias figuras oscuras y amenazantes, silenciosas como la muerte y con miradas hambrientas que nos devoraban con avidez.

Era evidente que Esmeralda no estaba sola, y la presencia de aquellos vampiros adicionales elevó todo a un nivel aún más peligroso. Nos encontrábamos en una situación precaria, rodeadas por enemigos sedientos de sangre y sin escapatoria a la vista. Las chicas y yo nos miramos entre nosotras, intercambiando miradas llenas de preocupación. Estábamos superadas en número y enfrentándonos a una situación cada vez más desesperada.

—Creo que las viajeras están en desventaja —dijo Esmeralda con una risa burlona, sus ojos brillando con anticipación—. ¿Qué piensan, chicos? ¿Deberíamos demostrarles cómo nos divertimos los vampiros?

Los otros chupasangre mostraron su aprobación con gestos entusiastas, sus semblantes distorsionados por sonrisas malévolas mientras se aproximaban con paso lento hacia nosotras.

—Sabes querida, nunca he tenido la oportunidad de probar la sangre humana, pero me resulta… intrigante —dijo con una risa suave y sarcástica, mientras pasaba sus uñas afiladas por mi mejilla —. Supongo que valdría la pena… experimentar —añadió, con un brillo perverso en sus ojos.

En ese momento, supe que estábamos en verdadero peligro.

La rigidez en el aura era tan pesada que podía sentirse como una presión física, como si estuviera atrapada en un ambiente cargado de electricidad. Mis dedos se aferraban con firmeza a mi espada, mientras observaba con cautela a Esmeralda y a sus ominosos acompañantes vampiros, quienes nos rodeaban en un círculo.

—¿Qué quieren de nosotras? —inquirió Sasha, su voz resonando con una mezcla de desafío.

La chica rio de forma burlona, una mueca llena de malicia mientras sus ojos resplandecían con una tenebrosa diversión. Su risa resonando en el silencio creciente de la tarde como un eco siniestro.

—Oh, nada más que un poco de distracción, mis lindas invitadas —respondió con un tono sardónico—, siempre es un buen momento para disfrutar de la compañía de nuevas amistades.

Nos encontrábamos atrapadas en un juego de gato y ratón con criaturas cuyas intenciones eran tan sombrías como una noche sin luna.

—No somos tu entretenimiento, vampira —intervino Zelly, su voz temblorosa pero llena de determinación—. Déjanos pasar y no habrá problemas.

—Oh, pero qué aburrido sería eso, ¿no creen? Prefiero disfrutar de un poco de diversión antes de dejarlas ir. Van a lamentar haberse topado conmigo.

La vampira se acercó lentamente, su aspecto emanaba un hambre adversa.

—No nos rendiremos tan fácilmente, estamos dispuestas a luchar —indicó Sofía tomando una bocanada de aire.

—Entonces, que comience el juego.

En el Sótano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora