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La situación parecía sombría, como si estuviéramos a punto de ser aplastados por la ferocidad de sus embates. Sin embargo, en medio de ese caos, con una firme resolución, Sofía levantó sus manos, desafiando el conflicto con valentía. Su semblante tranquilo, pero decidido reflejaba su osadía sin vacilación mientras dirigía su magia con habilidad. En el momento de máxima tensión, un resplandor deslumbrante surgió del broche de mariposa  en el cabello rosa de Sofía, inundando el espacio circundante con su luminosidad celestial. El brillo azulado se extendió como una ola de calor, disipando las sombras que se arremolinaban en las paredes de piedra. Los destellos danzantes se reflejaban en las superficies rugosas, creando un espectáculo de luces.

—Sofía, ¿qué estás haciendo? —pregunté con asombro mientras observaba cómo su energía comenzaba a envolvernos a todos —. ¿Qué está pasando?

—Estaremos bien, Amber. Confía en mí —respondió con calma, su voz resonando con un tono de confianza que no dejaba lugar a dudas.

De imprevisto, el paisaje cambió frente a nuestros ojos. El faro abandonado, que antes se erguía en ruinas, ahora brillaba con una nueva vida. Sus paredes desgastadas se restauraron completamente, y las ventanas rotas fueron reemplazadas por cristales relucientes que reflejaban hacia dentro la luz del sol. Los escombros y la vegetación enmarañada que lo rodeaban desaparecieron, dando paso a un jardín bien cuidado con flores de colores vibrantes. Incluso el cielo, que ya estaba oscuro y nublado en la noche, se despejó, revelando un brillante día azul celeste. Parecía que habíamos sido transportados a una época pasada de gloria y esplendor.

Cuando nos aventuramos fuera, una luz cegadora nos envolvió de inmediato, como si el sol mismo hubiera descendido sobre nosotros. En cuanto pude enfocar la vista, noté a un vasto ejército de guerreros humanos que se alineaba en formación justo frente al faro, dispuestos para una batalla. Las filas de soldados se extendían hasta donde nos alcanzaba la vista, formaban una barrera impenetrable contra las fuerzas oscuras de los cíclopes que acechaban en la distancia. Era un espectáculo impresionante. Sus armaduras centelleaban bajo los rayos solares, y el eco de la multitud resonaba en el aire. Los cíclopes, aturdidos por el repentino cambio de escenario, retrocedieron unos pasos, confundidos, incapaces de comprender lo que estaba sucediendo.

—¿Qué está pasando aquí?—gruñó Brom, entrecerrando los ojos por la brillantez inesperada.

—¿Humanos? —cuestionó la vampira, más para sí misma que para los demás.

—No estoy segura —contesté apenas capaz de contener mi propia sorpresa —. Sofía, ¿cómo estás haciendo esto?

—Solo deseé desde lo más profundo de mi corazón reflejar aquello a lo que los cíclopes más temen —murmuró Sofía, con la mirada aún fija en la escena que había creado —, y esto fue lo que se reflejó.

En medio de la conmoción, un estruendo ensordecedor resonó a lo lejos. Levanté la mirada a tiempo para ver un objeto colosal, lanzado desde algo similar a una catapulta, no muy lejos de nuestra posición. Cada detalle se hizo evidente, proyectando una sombra sobre el cielo, dejándonos a oscuras por unos segundos, mientras avanzaba a una velocidad impactante a través del aire.

Con un estrépito ensordecedor, el proyectil impactó en el centro de la horda de cíclopes, desatando una explosión de caos y destrucción. Los monstruos fueron lanzados al aire como hojas al viento por la fuerza del golpe, mientras el suelo temblaba bajo la colisión. Los gritos de sorpresa y terror se perdieron cuando comenzaron a huir, regresando a su territorio y buscando refugio en las profundidades del pantano.

—¿Le temían a los humanos? —comentó Esmeralda con una risa sarcástica—. Es irónico, considerando que son mucho más fuertes. Qué desperdicio.

—Tal vez no se trata de la fuerza física que tenían, sino del ingenio humano —señalé la catapulta—. A veces, las amenazas más grandes vienen en los paquetes más pequeños.

Ella suspiró.

Con los cíclopes momentáneamente contenidos, el paisaje volvió a su estado original. El faro, una vez más en ruinas, se cernía sobre nosotros como un monumento a la desolación.

Reunidos nuevamente en el interior del lugar, permití que mis pensamientos se sumergieran en la visión reciente que había experimentado. Mientras observaba a mis compañeros, sentí una creciente inquietud en mi interior. Sin embargo, reuní valor para compartir mis preocupaciones con el grupo. Me preparé para revelar lo que había visto, consciente del impacto que mis palabras podrían tener en nuestra próxima acción.

—Chicos, necesito contarles algo —comencé, tratando de mantener mi voz firme —. Antes de la batalla con los cíclopes, tuve otra visión.

Sasha frunció el ceño, sus ojos reflejando la preocupación que también sentía.

—Una visión... ¿Cómo sabes que no es un engaño? Te recuerdo que poseen magia negra y con ella, manipularon a Carlos, también te pudieron haber manipulado a ti —señaló con cautela, expresando las dudas que todos compartíamos.

Entiendo su preocupación, realmente ha pasado bastante tiempo desde mi última visión al pasado, y además, ahora que la tuve nos encontramos en territorio enemigo.

Asentí en comprensión, sintiendo como un nudo en mi estómago se apretaba.

—Lo sé, Sasha. Pero vi a Carlos, y escuché la conversación de sus captores —respondí, tratando de transmitir la certeza que había sentido en el momento —. Y ellos aseguran estar preparados para nuestra llegada, nos están esperando.

Zelly se acercó, su expresión seria mientras consideraba mis palabras.

—Podría ser que tienen preparada una trampa—advirtió, su voz estaba llena de preocupación.

—En ese caso, tenemos que ser cautelosos. Antes de precipitarnos, deberíamos recordar que incluso las cabras más astutas pueden perderse en un laberinto de espejos —Brom intervino, recordándonos la importancia de pensar con claridad incluso en medio de la incertidumbre.

—Sí, claro. Porque todos sabemos que las cabras son famosas por su habilidad para navegar laberintos —respondió Esmeralda volteando los ojos y provocando risas entre el grupo.

—Tal vez deberíamos continuar nuestro camino hacia Trolgrot sin detenernos —intervino Zelly.

—Estoy de acuerdo —agregó Sofía.

—Los demonios nos esperan, pero no se imaginan que vamos a tener a Fayre de nuestro lado —dijo la elfa hechicera con optimismo.

—Entonces, continuaremos con nuestro plan inicial —Brom asintió solemnemente —. No hay tiempo para descansar, vámonos.

Con una decisión tomada, nos pusimos en marcha nuevamente, dejando atrás el faro en ruinas y adentrándonos en la oscuridad de la noche en dirección a la cueva de Trolgrot.

En el Sótano ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora