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Leah.
Rápidamente salí de ahí, ignorando los llamados de Jude. Poco me importaba lo que dijera ahora mismo, porque ya yo no tenía ni la más mínima intención de seguir en el mismo lugar que él.
Cuando pude llegar a la mesa donde me esperaba mi padre, me permití suspirar de alivio. Él no tardó en regalarme una sonrisa al verme llegar, mas al ver la cara que yo traía, esa sonrisa se fue desvaneciendo y fue reemplazada por una expresión de preocupación.
— Lelita, ¿qué tienes? ¿Por qué esa cara? ¿Acaso pasó algo? —inquirió levantándose de su asiento para acercarse a mí.
Yo lo miré en silencio, sin saber qué decir. Abrí mi boca para formular alguna respuesta, pero las palabras parecían no querer fluir. Y es que, ¿cómo se supone que le diría algo como eso?
Qué vergüenza.
— No me pasó nada, pá. —pude contestar finalmente, sonriéndole de manera débil. Él me miró con recelo— Solamente creo que la comida me cayó un poco mal, pero hasta ahí. Así que lo mejor es que volvamos ya al hotel y pueda descansar.
— ¿Estás segura de que solo es eso? —inquirió, no muy seguro de la veracidad de mis palabras. Yo asentí con mi cabeza— Bien, pero primero debemos despedirnos de Jude.
Al escuchar ese nombre, abrí mis ojos de par en par mientras mi ritmo cardiaco se aceleraba y mis mejillas comenzaban a arder con violencia. Tan solo recordar la escena que habíamos protagonizado momentos atrás, me hacía querer enterrar mi cabeza en la tierra.
Dios, encima me lo encuentro en cada esquina...
— ¡No puedes! —exclamé sin pensar. Al caer en cuenta de lo que había hecho, instantáneamente me aclaré la garganta para luego reír con nerviosismo— Quiero decir, no puedes porque él ya se fue. Me pidió que te dijera que lamentaba haberse ido sin antes despedirse. —mentí con rapidez, forzando una sonrisa para verme más convincente.
— ¿De verdad? —curioseó, elevando una ceja mientras se cruzaba de brazos— Qué raro. ¿Tienes idea de qué le pasó?
Ni siquiera me tomé el tiempo de inventar algo, así que simplemente dije lo primero que vino a mi mente.
— Es que tenía diarrea, pero no le digas que te dije.
Lo positivo era que Jude ya no podía odiarme más, así que si se enteraba de que dije eso, no tendría mucho problema. Aunque yo estaría tan avergonzada que no le hablaría por una semana, pero esa solo soy yo. Jude es Jude.
