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NARRA SEBAS

El lunes llega y Montse está caminando de aquí para allá, nerviosa a más no poder. Me sorprende no verla recorriendo las paredes y el techo.

—Mon, todo va a salir bien —le aseguro, tomándola de los hombros para que se quede quieta—. Si no ganas la pasantía, sabes que estarás en Fraga de todas formas. No te preocupes.

—¿Lo crees? Papá está en la cárcel, pero no sé qué piensa Mauricio de mí. Al menos, a nivel profesional —murmura, mirándome apenas.

—Montse, eres una de las mejores de tu clase. Está más que claro que nos vas a enorgullecer. No te preocupes —le recuerdo, tomando su rostro entre mis manos—. Ahora, ¿te vas con Pascual?

—No, Cristián viene por mí —responde, sonriendo—. Por cierto... ya oficializamos nuestra relación.

—¡Carajo! Estoy muy feliz por ti, de verdad. Definitivamente, todo lo que quieres, lo obtienes —le digo y ella se ríe.

—Yo no quiero a Cris, lo amo. Toda la espera valió la pena, resulta que al final... tenías razón —responde y yo le guiño un ojo.

—Anda, pues. Nos vemos más tarde —le digo, acariciando su cabeza.

Ella se queja y se arregla el cabello, luego me besa la mejilla y se marcha. Yo termino de alistarme para ir a trabajar y bajo a la planta del edificio para conseguirme con Pascual.

Me trepo en el carro y reviso mi celular, navegando en las redes sociales. Y entonces, una noticia hace que maldiga entre dientes.

—Puta madre, Mauricio —murmuro.

Hay fotos de Gabriela y Mauricio por todas las noticias y redes de México, donde los han capturado besándose y riéndose en el acuario. Si esto lo ve Montse, se va a armar la grande. Justo ahora está feliz y esto la va a cabrear mucho porque detesta enterarse de las cosas por otros medios.

Marco el número de Fede y contesta al primer tono.

—Tú también lo viste, ¿cierto? —Pregunta—. ¡Coño, justo el día de los resultados! Tanto que Gaby esperaba este día para que lo eclipse el hecho de que es novia de Mauricio. ¡Y no me responde las llamadas!

—Tienen los celulares apagados —le digo—. A Mauricio no le llegan los mensajes.

—Bueno, tendremos que dejar todo fluir y esperar a que Montse no haga de esto algo grande. De todas formas, ¿cómo es que no se ha dado cuenta?

—Porque confía que se lo dirían, Fede —respondo, acariciando mi frente—. Ella esperaría que ellos le contaran que están saliendo.

—Entiendo su punto, pero cada quien tiene sus tiempos. Ellos están disfrutando de su relación, sin tener que preocuparse por nadie más.

—Sí, Mon tiene su punto pero también sería una total inmadurez si se molestara con ellos. En fin, boss, voy llegando. Nos vemos en la pastelería.

—Vale, niño bonito. Te amo.

Sonrío sin poderlo evitar.

—Yo también te amo —respondo.

***

Recibo una llamada de Montse y le muestro la pantalla a Fede. Ella afirma, luciendo un poco preocupada y salgo de la cocina para atender la llamada.

—Mon, no quiero que...

—¡Cristian ganó la pasantía! Estoy tan feliz por él —chilla, haciendo que frunza el ceño y aleje el celular de mi oreja por un segundo—. Y sí, ya sé que sabías lo de Gaby y Mauricio, me enteré antes de que saliera en las noticias. Papá me metió ideas en la cabeza sobre mi amiga, pero sé que ella fue su víctima y por lo que quiso hacerle está en la cárcel.

Suspiro, aliviado y alzo mi mano libre al cielo.

—¿Cómo te sientes respecto a lo de papá?

—Asqueada, totalmente decepcionada y sorprendida de estarlo. Al final, quien nos enseñó que podemos obtener todo lo que deseáramos fue él. No debería sorprenderme que creyera que Gaby iba a caer a sus pies por una plaza fija.

—Igual duele porque crees que ya lo habías visto todo de él. Bueno, todo menos lo bueno —murmuro—. En fin, ¿quién más ganó las otras dos pasantías?

—Unas compañeras de clases. Y sí, me sentí mal al principio pero confío en Mauricio, en que la vida está logrando que todo encaje en su lugar y yo pertenezco a Fraga Restaurant. Así como tú.

—Así es, mocosa. Bueno, felicidades a Cris. Me tengo que ir a trabajar. Nos vemos luego.

—Nos vemos. Te adoro, middle brother.

—Y yo a ti, mocosa mimada.

Y cuelgo. Me adentro en la cocina de nuevo y Fede me mira con la expectación brillando en sus ojos. Le guiño un ojo y sonrío, cosa que hace que ella suspire de alivio y sonría también.

Una vez el día laboral termina, recibo una llamada de Mauricio. Contesto de inmediato y lo saludo.

—¿Estás ocupado? —pregunta.

—No, ¿por qué? —Pregunto, frunciendo el ceño—. Fede y yo ya elegimos un apartamento para vivir y esta semana estaremos organizándonos para la mudanza, así que en estos momentos estoy libre.

—Caray, no sabía que ya iban a dar ese paso —murmura y yo sonrío—. Estoy algo lento entonces.

—Por favor, Mauricio. Desde el inicio has estado como tarado —me burlo y Fede se ríe a mi lado, aunque no entienda del todo la conversación—. En fin, ¿para qué me necesitas?

—Me he reunido con la junta directiva para discutir la situación de Leonardo. Resulta que ya ni ellos lo soportan... —habla y yo me enderezo en mi lugar—. Así que debo ir a hablar con él y quiero que tú vengas conmigo.

—¿Por qué? —pregunto—. ¿En qué quedaste con la junta directiva?

—Lo sabrás en su momento. Dile a Pascual que lleve a Fede a casa, yo paso estoy llegando a la pastelería —ordena y yo me quiero burlar de ello.

¿Por qué los Díaz seremos tan mandones, eh?

—Está bien, está bien —acepto y luego agrego—, pero deja de andar dándome órdenes, pendejo.

Se ríe y me insulta de vuelta antes de colgar. Encaro a Federica, sintiendo que algo bueno se avecina y ella me mira con la duda en su mirada.

—Iré a ver a Leonardo junto con Mauricio. Quiere que esté allí para hablar sobre una reunión que tuvo con la junta directiva, en la cual hablaron de la situación de mi papá —le explico—. Pas va a llevarte a casa, ¿sí? Luego pasaré por allá.

—Para contarme, ¿cierto?

—Sí, claro —le aseguro y tomo su rostro entre mis manos para darle un beso fugaz—. Como te gusta el chisme, carajo.

—Sí, no lo voy a negar. Sin embargo, esto no es un chisme para mí. Se trata de tu familia, del tesoro que es para ti el restaurante y de ti —responde, acariciando mis mejillas y luego frunce el ceño—. Por eso me interesa, estúpido. En fin, nos vemos luego.

Mauricio toca la bocina apenas llega y yo le doy un último beso a mi novia antes de treparme en el asiento de copiloto. No voy a negar que para este momento, ya mi corazón quiere salirse por mi boca de la ansiedad.

—Muy bien, cabrón. Cuéntame todo —le pido, una vez maneja en dirección a la penitenciaría.

—Cálmate, hermano. Ya te enterarás.

Me mira y sonríe, aumentando mi zozobra. ¿Qué pasará con Leonardo Díaz?

N/A: ¿Gritamos? ¿Qué creen que va a pasar ahora? ¡Quedan pocos capítulos para que esta historia se acabe! ¿Van a extrañar a Sebas? ¿Quién les gusta más: Mauricio o Sebas?

¡No se olviden votar y comentar! Las quiero mucho *-*

Caricias de chocolate | Libro 2 | Trilogía "Gastronomía del placer". (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora